Sexualidad plena de las mujeres mayores

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La sexualidad  es una caracterí­stica de todo individuo, quizá no la reconozcamos y hasta la neguemos pero no quiere decir que no esté presente. Aún antes del nacimiento y a lo largo de la vida continuará determinada por el medio social (familia, comunidad).
La sexualidad puede ser vivida desde dos extremos: uno placentero, agradable, deseado; el otro, por el contrario, es vivido con vergí¼enza, rechazo, repulsión, miedo. Cualquiera que sea la vivencia de nuestra sexualidad transcurrirá a lo largo de nuestra vida, en la infancia, adolescencia,  juventud, adultez y adultez mayor.
A las mujeres mayores que se encuentran por arriba de los 65 aí±os se les considera que están  en la última etapa de su vida y que sus proyectos ya se han cumplido. En la mayorí­a de los casos ya sin trabajar de manera remunerada, se crea una falsa imagen de ser un grupo inactivo.
Esta imagen distorsionada de la etapa productiva, también es llevada al ámbito de la sexualidad. Aunque se viva de forma diferente, no por el hecho de ser  una mujer mayor significa que la vida sexual desaparece, por el contrario, es necesario reconocer su propio cuerpo, con los cambios de la edad, la vida y la experiencia. Hay que aprender a disfrutarnos y disfrutar a la pareja en esta nueva etapa, redescubrir toda la gama de posibilidades de gozo que el cuerpo nos permite.
Existen cambios emocionales y fí­sicos en las formas de relacionarse sexualmente con la pareja, pero ninguno justifica el dicho de que  ”las personas ancianas ya no piensan en sexo». La capacidad de deseo, de placer, de erotismo, permanece intacto; sus modificaciones están más relacionadas con el aprendizaje, con el prejuicio social al que se someten las personas, y en especial las mujeres cuando de forma libre optan por vivir una sexualidad plena.
Cuantas ocasiones no hemos escuchado expresiones como viejas locas o viejas lagartonas. Este tipo  de calificativos están respaldados por una sociedad en la que la juventud es altamente valorada y deseada, donde se exige ser productivo, y en este aspecto las mujeres ha dejado de ser sexualmente productivas.
En la edad mayor, el cuerpo de las mujeres  experimenta modificaciones en su respuesta sexual debido a la disminución de estrógenos circundantes, entre los cuales podemos mencionar la disminución de la irrigación de sangre a los órganos sexuales. Se requiere mayor tiempo para la aparición de lubricación vaginal tras recibir un estimulo sexual  y aquella será de menor cantidad; las contracciones que se producen durante el orgasmo son de menor intensidad y el tiempo necesario para responder nuevamente ante un estimulo erótico aumenta. Todas estas modificaciones son fí­sicas, por lo que ni la lubricación, ni la menor intensidad de las contracciones tienen relación con el deseo, con la sensación subjetiva que representa el orgasmo. La capacidad para gozar se encuentra intacta, pues es influida por el proceso de aprendizaje.
Al aceptar y adaptarse  a los cambios en la respuesta sexual,  las mujeres adultas mayores viven en liberta y plenitud su sexualidad. Algunos beneficios de estos cambios son por ejemplo que al haber pasado por la etapa sexualmente reproductiva, no hay mayor preocupación de embarazo; se pueden despedir de los métodos antifecundativos (o anticonceptivos). Por otro lado,  al requerirse mayor tiempo para la aparición de  lubricación se puede aprovechar para el jugueteo con la pareja, o puede usarse lubricante a base de agua como apoyo.
De las grandes enseí±anzas que el tiempo trae consigo es la paciencia, la serenidad, por lo que no hay prisa por terminar todo al segundo, podemos darnos el tiempo para la cercaní­a emocional, para erotizar otras áreas del cuerpo que quizá nunca antes habí­amos imaginado. Durante este tiempo se logrará la suficiente lubricación vaginal. Tras el orgasmo y un momento de reposo, se requiere  de un poco más de tiempo para tener una nueva respuesta ante la estimulación, aquí­  podemos darnos el tiempo para intimar más con la pareja, echar mano de las caricias, de un abrazo prolongado, de las palabras suaves, delicadas, amorosas.
La edad adulta puede ir acompaí±ada de enfermedades crónico-degenerativas (diabetes mellitus, cardiopatí­as, osteoartrosis, etc.) que pudiesen causar  limitación fí­sica para el desarrollo de una vida sexual plena, pero no la anula. Algunos medicamentos utilizados para el tratamiento de estas enfermedades también pudieran modificar la respuesta sexual.
En cualquier etapa existen opciones para lograr una vida sexual placentera. Es aconsejable acercarse con profesionales de la salud y de la sexualidad para conocer la opción que mejor se adapta a nosotras.

Dulce Mendoza González

Revista, NOSOTRAS Monterrey NL

Graciela Machuca

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