1544617_624105787657649_7304089606891951914_n

del muro de Argentina Casanova

Lourdes Alonzo Parrao / La República Peninsular

Se pueden reformar artí­culos, hacer más severas las penas contra aquellos hombres que asesinan a mujeres que no se inclinan ante sus caprichos, sean sexuales o de otra í­ndole, pero nada cambiará si se carece de una buena educación generada en el hogar y en la nií±ez, el hombrecito debe entender que a una mujer se le respeta por el simple hecho de ser más frágil fí­sicamente. Una fémina nunca podrá defenderse de la fuerza bruta de un energúmeno alcoholizado, drogado o lleno de machismo.
Sin embargo en la realidad esto no es así­, generaciones van y generaciones vienen y los hombres siguen educados a la vieja usanza, las hermanas ayudan a mamá en las labores del hogar, incluso a lavar la ropa de los hermanos, ”total solo es echarla en la lavadora», el hermano, sea cual sea su edad mata su tiempo libre en los videojuegos o con los amigos.
A ellas les dicen que hacer, como vestirse y cómo comportarse, siempre tratando de agradar el hombre y satisfacer sus ojos con una buena vestimenta, maquillaje y actitud, en tanto a ellos se les facilita las cosas, pueden salir y entrar libremente al hogar, vestir como quieren y tratar a las hermanas con la punta del pie, sin que nadie les pida nada ni les exija nada y si hay posibilidades, pues hasta vehí­culo para que pueda tener el mayor número de ”viejas».
En las comunidades rurales la situación se recrudece, tengo en mi libro de memorias muchos casos de jovencitas obligadas a tener sexo con el hermano o con el papá, con la complicidad callada de la madre y de los demás miembros de la familia, es algo que ven como una parte de la vida, quitando todo derecho a la felicidad a aquellas damitas violadas y humilladas en el que debió ser su hogar.
Y como si esto fuera poco las mujeres tienen que soportar infidelidades, maltratos, golpes y en ocasiones, ahora más frecuentes, morir en manos de sus novios o esposos, incluso supuestos amigos, por protestar o por negar un servicio sexual, es como si la mujer fuera un objeto en el cual, cualquiera puede entrar y salir sin ninguna responsabilidad.
Podrán haber muchas instituciones, muy buenas intenciones, pero el pensamiento del hombre siempre ha sido y es la inferioridad de la mujer, su supremací­a, su machismo, su ego, su vanidad y luego lo demás, es como si una mujer no pudiera o no tuviera derecho a nada que no le pueda conceder un varón, es mirar a una dama como algo insignificante, es minimizar su capacidad y su inteligencia.
En definitiva, esto no puedo continuar así­, es imposible que sigamos permitiendo tanta arbitrariedad, la violencia contra nosotras debe terminar, decir no a un novio violento, celoso, impositivo, que te quiera robar tu libertad y tus sueí±os, es decir no a un posible esposo golpeador o asesino.
Vamos a cuidarnos y a cambiar las cosas con educación, a nuestras nií±as a no dejarse y a nuestros hijos a no maltratar a una mujer. (La gráfica es cortesí­a dewww.noticiasmvs.com)

Graciela Machuca

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *