Entrevista a Jessica Faieta, directora del PNUD para América Latina y el Caribe

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revistahumanum.org

”Las desigualdades, la exclusión y la discriminación no desaparecen con el crecimiento económico»

 

Nacimiento: Quito, Ecuador, 1964

Educación: Enseí±anza secundaria en Ecuador, Universidad del Estado de Nueva York, Universidad de Columbia y Universidad de Yale

Trabajo: Trabajó en el PNUD en ocho paí­ses de América Latina y el Caribe

Medios: New York Times, The Economist, CNN en Espaí±ol todos los dí­as

íšltima pelí­cula: El Capitán América

íšltimos libros leí­dos: Music theory for computer musicians de Michael Hewitt. Last night a DJ changed my life de Bill Brewster. Middlesex de Jeffrey Eugenides

 

 

¿Qué es lo primero que se le viene a la mente cuando piensa en un funcionario de las Naciones Unidas? Probablemente pensará en un hombre de unos 60 aí±os, seco, acartonado y de pelo blanco.

Jessica Faieta, la recientemente nombrada directora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo para América Latina y el Caribe, rompe ese supuesto. Ella es apasionada, optimista e incluso DJ en su tiempo libre. El mes pasado, el diario Herald de Buenos Aires habló con Jessica sobre su trabajo en el PNUD en América Latina, de por qué las desigualdades no solo tienen que ver con el ingreso y cómo ella solí­a pasear por fuera de las oficinas de la ONU en Nueva York en sus tiempos de estudiante…

 

Entiendo que ha trabajado en toda la región, incluso en Argentina

De hecho he trabajado y vivido, con el PNUD, en ocho paí­ses de la región, así­ que estoy muy familiarizada con la región.

¿Y cuáles son algunas de sus experiencias más memorables?

Recientemente, tuve la experiencia de Haití­, estuve allá durante los esfuerzos de reconstrucción del paí­s llevados a cabo por el PNUD después del terremoto (en 2010), así­ que ciertamente es algo que mantengo cerca de mi corazón, tan duro como fue. También he trabajado en paí­ses fascinantes como Cuba, en los tiempos de la visita del Papa Juan Pablo II; estuve en Panamá durante la entrega del canal; en Buenos Aires en la época difí­cil durante la crisis de 2001 al 2002. Comencé mi carrera en Guyana… creo que por todo lo que aprendí­ en estos lugares, es que soy lo que soy ahora.

¿Y cómo terminó trabajando en la ONU?

Estudié en los Estados Unidos. Estudié la enseí±anza secundaria en Ecuador, pero me fui a la universidad en los Estados Unidos. Primero en la Universidad del Estado de Nueva York. Tuve este interés en trabajar en… no sé si era desarrollo en ese tiempo, no sabí­a cuál era mi vocación, pero estaba fascinada por el trabajo de la ONU —los valores, los principios- pero no sabí­a mucho al respecto.

Entonces cuando estaba estudiando aquí­ en Nueva York, solí­a venir a los alrededores de la ONU y paseaba frente al edificio… literalmente, en frente del edificio más grande, pensando ”¿Cómo hace alguien para trabajar en la ONU?» —los habí­a visto salir del edificio. Así­ que investigué un poco y entré a través de un proceso formal de reclutamiento para el PNUD. Pero primero, fui voluntaria en Guyana y esa fue mi primera experiencia.

¿Cómo terminó trabajando en Guyana?

En realidad, fue la ONU quien me envió para allá, pero mi primer interés era trabajar para la ONU en cualquiera de sus formas. Era muy joven en esa época.

No sabí­a mucho sobre Guyana, estaba en Ecuador en ese tiempo —no habí­a Internet, tampoco Google o algo (risas) —fue una sorpresa para mi, (en 1991) ver un paí­s que estaba en la región pero con tantos desafí­os, pero fue mi experiencia —que es lo que forma mi convicción-… estoy muy agradecida de que me enviaran para allá.

Es interesante que usted trabaje para el programa de desarrollo. El PNUD parece tener un papel más práctico en intentar influir en el cambio

Comencé mi carrera en economí­a, ese es mi grado de licenciatura… cuando estaba trabajando en mi paí­s, justo después de haber terminado de estudiar, mi primer trabajo —no era un trabajo como tal, era una práctica, fue en un banco internacional-. Cuando dejé mi paí­s, me encontré (en Guyana) y pensé ”Sí­, realmente es ayudar a las personas». En un sentido, fue sí­, una vocación social pero debo admitir que no fue al principio de mi carrera académica, vino con mi primera experiencia. Eso fue hace 23 aí±os.

El sitio web del PNUD dice que usted está a cargo de 892 personas en 42 paí­ses

Normalmente, lo redondeamos a 1,000, depende de cómo los contemos. Tenemos 26 oficinas más un centro regional de servicios. Tenemos residentes y programas en 33 paí­ses.

Acerca de algunos de los desafí­os que enfrenta América Latina: ¿es justo decir que usted piensa que la desigualdad es el mayor problema que enfrenta la región?

Ciertamente es uno de los desafí­os más grandes que tenemos. Somos una de las regiones más desiguales del mundo. Sin embargo, cuando medimos desigualdad, no solo la desigualdad de ingresos —para nosotros, significa la desigualdad entre hombres y mujeres a la hora de acceder a los puestos de trabajo, cuando se trata de los salarios; desigualdad dentro de los paí­ses, entre zonas rurales y urbanas cuando se trata de acceder a servicios. Las desigualdades en términos de la representación, en términos de la población, no sólo para las mujeres sino que también para la juventud, los grupos indí­genas, en la participación polí­tica. No se trata solo de desigualdades en el ingreso, es sobre su acceso a los servicios, a la representación polí­tica, su voz —es por eso que nos llamamos la región más desigual del mundo-.

¿Cuál es la principal meta, el objetivo más grande del PNUD en el continente?

Para nosotros, si queremos utilizar una sola palabra para definir el trabajo del PNUD en América Latina y el Caribe, esa es la desigualdad. Pero entonces, a medida que avanzamos un poco más profundamente, la pobreza es un tema muy importante. Por ejemplo, puede ver en la región que el crecimiento ya no es suficiente para hacer frente a esto. Tenemos que trabajar en polí­ticas fiscales, abordar los aspectos de la pobreza, las polí­ticas de protección social… inseguridad ciudadana es una de las preocupaciones más grandes en la región. Hacemos frente a ellas desde diferentes ángulos —la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisión en la polí­tica, las poblaciones indí­genas-…

Volvamos a los jóvenes por un minuto. Si el papel es hacerlos participar en la polí­tica — lo que hemos visto últimamente es tal vez un papel diferente, en las protestas públicas, en Chile, en Brasil…

Hacer frente a los problemas de la juventud es un elemento central de nuestra estrategia. De los 600 millones de habitantes de América Latina, cerca del 26 por ciento de ellos están entre los 15 y 29 aí±os, es una cantidad muy grande. De ellos, hay un gran número que no están ni estudiando ni trabajando —por lo que es difí­cil de abordar-, como por ejemplo, ellos no son sujetos de las polí­ticas sociales, porque no están trabajando, no están en los planes… a veces es hasta difí­cil de saber estadí­sticamente donde están. Pero vemos a muchos jóvenes como agentes de cambio y estamos viendo expresar su voz y en este caso, su voz de descontento. Están pidiendo más, pidiéndoles más a los gobiernos.

¿Cuáles son los objetivos del PNUD para América Latina?

La lección clave de esta década es que las fuertes desigualdades, la exclusión y la discriminación no desaparecen con un mayor crecimiento económico. Nuestro objetivo es ayudar a los paí­ses a avanzar más allá del crecimiento para mejorar el bienestar de los ciudadanos en la región, siguiendo un camino de desarrollo más balanceado.

¿Hay gobiernos que son más acogedores que otros con el trabajo del PNUD?

Su pregunta es: ¿hay paí­ses dónde es más fácil trabajar para nosotros? Mire, porque nuestro trabajo es en gran medida una asociación con el gobierno, lo que hacemos, en cierto modo, es que estamos de acuerdo con los gobiernos. Tenemos una asociación permanente con los gobiernos, de ayudarlos si no están haciendo algo bien y necesitan hacerlo mejor. Y pienso que es nuestra función y las funciones de nuestros coordinadores residentes; la mayorí­a de nuestras oficinas, las personas son gente de los paí­ses, así­ que conocen las realidades y entienden la manera en que podemos trabajar… entonces no dirí­a que hay dificultades para hacer nuestro trabajo en algún área especí­fica, pero ciertamente, necesitamos el acuerdo con cada gobierno.

Querí­a preguntar por su tiempo en Argentina. Obviamente fue un tiempo interesante…

Era representante residente adjunta del PNUD en Argentina. Llegué en 2001, justo después del 9/11 en Nueva York. Llegué en octubre, coincidiendo con un periodo económico, social y polí­tico muy difí­cil como podrá recordar. La parte más destacada de nuestro trabajo fue la iniciativa conjunta con la Iglesia, la Iglesia Católica, de ”Diálogo Argentino». En ese tiempo sirvió para poner un poco de presión a la creación de un diálogo real en algunas áreas donde habí­a un quiebre completo… aprendí­ mucho, fue difí­cil para nuestro personal y para la población, pero al mismo tiempo, creo que cumplimos un papel importante. Y me siento muy privilegiada de haber sido parte de eso.

 

 

Entrevista publicada originalmente en inglés en el Buenos Aires Herald. Traducción a cargo de la Revista Humanum.

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Graciela Machuca

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