La amenaza es real, y el miedo está justificado

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Carlos Barrachina Lisón

Es difí­cil hablar de otra cosa que no sea el COVID-19 y su amenaza. Todaví­a lo es más seí±alar algo acertado sin conocimientos suficientes, y que ésto no contribuya a aumentar la sobresaturación de información a la que estamos sometidos: alguna muy oportuna y útil; otra muy nociva, mentirosa o desinformada, y alguna oportunista y vací­a de contenido.

Todo indica que esta crisis sanitaria va a ser muy larga y complicada. Los más afectados, como siempre, van a ser los más pobres. ¿Cómo se pueden mantener las condiciones de aislamiento, si no hay ingresos económicos suficientes para comer? Por otra parte ¿Cómo contener la expansión de la epidemia, si no se evitan los contagios? En un contexto en que la economí­a informal es tan importante como lo es en México, el panorama es muy complicado.

Como muchos de ustedes, no sé lo que es cierto o no lo es en relación al virus, su expansión y control. Lo que sí­ es obvio es que la amenaza es real, y que en pocas semanas el virus se ha expandido por todo el mundo. También lo es que la economí­a se está paralizando a marchas forzadas, y que mucha gente está falleciendo en el mundo por esta pandemia. 

No es menos cierto que estamos viviendo en vivo y en directo la evolución mundial de los diferentes casos, y que ello nos está llevando a niveles de angustia muy severos. Otros, sin embargo, piensan que esto es un cuento chino, siguen quitándole importancia al asunto, o de plano están aislados informativamente hablando y no saben nada de nada. 

Son algo más trágicos los que recibieron cuatro clases de polí­tica internacional, y han visto varias pelí­culas de conspiraciones internacionales; y están esperando que el malvado de turno saque la vacuna que tiene guardada bajo la manga y acabe salvando al mundo (después de llevarse el billete).

Lo que es real es que hay mucha gente muriendo, muchos más con un miedo atroz, y que los que saben de salud se la están jugando, buscando la posible vacuna, o rifándosela en los hospitales de medio mundo. 

He de confesar que aunque me disguste la frivolidad del presidente de México, también entiendo que sus asesores son conscientes de que hay que aguantar el máximo tiempo posible la tensión, antes de que el escenario se vuelva incontrolable. También entiendo a algunos empresarios, que aguantan la respiración tratando de reducir sus pérdidas económicas, evitando la estampida de sus trabajadores. 

Hay muchos paí­ses en este México. Mientras las clases medias, con trabajo estable no vemos problemas en quedarnos en casa y realizar home office, porque nuestro ingreso económico está garantizado por lo menos unos meses (y esperamos que la contingencia haya pasado para entonces), muchos compatriotas no tienen esa suerte y tienen que salir a la calle a ganarse el sustento. Lamentablemente a pesar de vivir en diferentes mundos, el territorio es el mismo, y sin solidaridad todos acabaremos perdiendo.

El miedo es canijo: paraliza, sobreexcita, y nos hace cometer muchos errores. Lo que leemos y vemos en los medios de comunicación nos preocupa. Quizás lo hace más el platicar con amigos y familiares que se encuentran en estos momentos pasando angustias en otras regiones del mundo. Cuando la pandemia se cebe en México el miedo todaví­a será más vivible. Sin embargo, debemos ser capaces de convivir con él y seguir pensando y actuando con la mayor frialdad posible.

Se ha destacado que los mexicanos son un pueblo solidario, y en los terremotos, o los huracanes se ha mostrado esta reacción (aunque también se han vivido acciones de rapií±a). Mucho personal sanitario y de limpieza va a volver a demostrar este espí­ritu. El problema es que todo anticipa que esta crisis no se va a superar en un instante, como lo que estamos acostumbrados, sino que va a ser duradera. En este contexto va a ser más difí­cil mantener la tensión y la serenidad.

Los que tenemos algo de experiencia con huracanes, creo que todaví­a tenemos la esperanza que se desví­e de rumbo y que no nos afecte de forma directa. También desearí­amos que fuera una gripa normal y corriente, y que no pasara mucho. Los más nacionalistas, dispuestos a echarle la culpa a algo o alguien, ya distinguen entre nacionales y extranjeros contagiados, como si eso sirviera de algo. 

De momento en Europa y otras partes del mundo hay mucha gente falleciendo sin el consuelo de tener un familar cerca. Quintana Roo es una tierra con muchos migrantes, y si la cosa se complica éstos querrán acercarse con sus famiiares en otras partes de la República.

Los medios de comunicación van a tener un papel fundamental, en un contexto muy complicado; no sólo por la emergencia sanitaria, sino por la situación económica. Hoy leí­ un medio extranjero que seí±alaba que los periodistas requerí­an de un salario y que las empresas de la comunicación también. Este es un aviso a navegantes.

Por otra parte leí­ el comentario de una profesional de la salud, que seí±alaba que ojalá esto fuera una pelí­cula, y que pudiera adelantarla para conocer el final de la misma. Lamentablemente nos va a tocar vivirla de forma completa, combinando nuestra ansiedad y nuestros miedos, con nuestra capacidad de gestionarlos y de tomar decisiones con frialdad. 

También debemos estar dispuestos a aceptar nuestros errores, porque no hay duda que nos equivocaremos en más de una ocasión.

Graciela Machuca

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