Necesariamente Incómoda

La violencia sigue contra el gremio periodí­stico en México, pero ello tal parece no importarle al presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, quien por la improvisación de su discurso durante sus conferencias de prensa diarias, se niega a reflexionar que sus dichos y seí±alamientos son de un jefe de estado y no de un candidato en campaí±a y por ello, lo que él diga o deje de decir tiene un impacto en los diversos sectores de la sociedad mexicana a la cual representa, esos efectos son tanto positivos como negativos.
Es un gobernante, aunque un sector importante no votó por él porque tení­a otras opciones y prefirió abstenerse, pero ahora es el presidente de México, por lo tanto debe estar a la altura de la investidura que tiene, cuya legitimidad electoral nadie se la puede cuestionar, sin embargo, esa legitimidad no le da la patente de corso para denostar, deslegitimar y criminalizar, en este caso al gremio periodí­stico y a empresarios de medios de comunicación.
Así­ como José López Portillo pasó a la historia por su frase ”no pago para que me peguen», refiriéndose a su relación con la Revista Proceso, Andrés Manuel López Obrador ya tiene un sitio en la historia de México, al decir que la misma Revista Proceso ”no se portó bien» con su cuarta transformación.
En su conferencia de la maí±ana del 22 de julio de 2019, el presidente de México, al ser cuestionado por un reportero de la referida publicación semanal, sobre una investigación en la que se encuentra involucrada la empresa Fertinal, como es su costumbre, AMLO desvió la respuesta y contraatacó al decir que Proceso ”no se portó bien», con su gobierno. Además, informó al pueblo de México, que ya no lee esa revista
En su conferencia de prensa maí±anera, el mandatario fue cuestionado por un reportero de Proceso sobre una investigación sobre la empresa Fertinal, al respecto AMLO fue esquivo y aseguró que la revista «no se portó bien» con su gobierno y dijo que ya no lee dicho medio desde que Julio Scherer, el fundador, murió.
Durante esa conferencia, además, dijo: «No, pero estamos buscando la transformación y todos los buenos periodistas de la historia siempre han apostado a las transformaciones (…) Los periodistas mejores que ha habido en la historia de México, los de la República restaurada, todos, tomaron partido. Y es que es muy cómodo decir: Yo soy independiente o el periodismo no tiene por qué tomar partido, o apostar a la transformación. Entonces, es nada más analizar la realidad, criticar la realidad, pero no transformarla», sostuvo Andrés Manuel López Obrador.
Hay que recordar durante la época de la república restaurada de Juárez, en México no se hací­a periodismo de acuerdo a las caracterí­sticas del ejercicio periodí­stico actual, por lo tanto no podemos equiparar dos etapas históricas que las separa un periodo de más de un siglo.
La concepción del quehacer periodí­stico era otra, esas plumas tan brillantes de la segunda mitad del Siglo XIX no eran de periodistas, sino de polí­ticos, tanto conservadores como liberales.
Clasificar a la prensa como fifí­, conservador, vocera de la mafia del poder, no tiene otra lectura polí­tica y social, más que estás conmigo o contra mí­ y eso no lo puede decir un presidente de un paí­s que, a pesar de todo, tiene una constitución democrática y que su sociedad aspira a vivir en democracia.
Los puntos de vista como persona no pueden contar cuando se tiene la responsabilidad de ser el presidente de la república, por lo que sus opiniones personales se las debe guardar y actuar en todo momento como jefe de estado, como estadista.
En un paí­s donde los grupos de poder fáctico y formal, son los principales agresores de periodistas, el máximo gobernante en turno no puede darse el lujo de echarle más fuego a la hoguera, si los anteriores gobiernos avivaron la violencia con polí­ticas públicas fallidas que alentaron la impunidad, el actual gobierno lo que hace es mantener esa impunidad y seguir descalificando la función social de la prensa.
Lo que el ideólogo de la cuarta transformación quiere es que su gobierno siga teniendo los aplausos que se llevaban los gobiernos del PRI y PAN por parte de las grandes empresas de medios de comunicación, pero en las circunstancias actuales del paí­s, eso ya no es posible, porque la mayorí­a del electorado que acudió el primero de julio de 2018 a las urnas, votó por un cambio verdadero, lo que se buscó es que el gobierno ya no sea sinónimo de corrupción e impunidad, de tráfico de influencias y de autoritarismo.
Esa mayorí­a, que se contabilizó en 30 millones, ya no quiere tener un presidente de la república que le diga a la prensa lo que debe decir o cuando guardar silencio, porque ese electorado de carne y hueso estuvo influenciado, por su hartazgo de los excesos del poder y por piezas periodí­sticas como La estafa maestra o La casa blanca y por ello votaron para que la prensa no sea aliada del poder, sino su vigilante, su auditora, su crí­tica.
Pero al presidente de la república y sus entusiastas colaboradores no les ha caí­do la realidad de lo que vive el gremio periodí­stico, para ellos es normal de que cada mes maten a uno o dos periodistas en el paí­s, y se olvidan que ahora son gobierno y que deben parar de inmediato esta masacre.
El pasado 31 de julio, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) condenó una vez más la violencia contra periodistas y en esa ocasión, en particular, la condena tuvo su origen en el homicidio del periodista Rogelio Barragán, quien laboraba en el estado de Guerrero, pero que su cadáver fue encontrado en el Estado de Morelos.
Con ese asesinato, sumaban 150 los periodistas asesinados desde el aí±o 2000, y 9 en lo que iba de 2019, pero este 2 de agosto, la primer cifra se elevó a 151 y la segunda a diez, según el conteo de este organismo público, porque fue asesinado otro periodista en el estado de Guerrero, especí­ficamente en Zihuatanejo. Se trata de Edgar Alberto Nava López, quien actualmente se desempeí±aba como jefe de inspectores del Ayuntamiento de Zihuatanejo, pero que mantení­a su actividad informativa en su página de Facebook, además, de que fue conocido por su quehacer informativo en diferentes periódicos de la zona.
Por su parte, Rogelio Barragán era director del portal de noticias ”Guerrero al Instante». La CNDH demandó a las autoridades de los estados de Guerrero y Morelos ”implementar las medidas cautelares que permitan salvaguardar la vida y seguridad de los parientes del comunicador y colaboradores del citado medio que dirigí­a y brindarles la contención emocional que requieran».
Solicitó a la Fiscalí­a General de Justicia de Morelos realizar una investigación exhaustiva de los hechos, con especial énfasis en su posible vinculación con la labor periodí­stica de la ví­ctima.
”Con este homicidio suman ya 150 los periodistas asesinados desde el aí±o 2000, y 9 en los primeros siete meses de 2019, lo que da cuenta de la violencia imparable contra la prensa en México», se dijo en el comunicado de prensa de la CNDH, institución que emitirá un nuevo comunicado y condenará los hechos por el homicidio del periodista número 151 de 2000 a la fecha.
El trabajo de documentación que ha realizado la CNDH sobre la violencia de periodistas es de gran valí­a para demostrar la impunidad generada por el sistema de justicia y polí­tico del paí­s, pero ahora la situación se agrava, cuando el presidente de la república no quiere escuchar a este organismo y al contrario se encarga de descalificar su trabajo.
En México no tenemos ninguna otra institución con la autoridad moral y técnica para la defensa de los derechos humanos, como lo es la CNDH, quisiéramos que su actuar fuera con mayor eficiencia, pero eso es lo que tenemos hasta el momento y borrarlo del mapa polí­tico en nada ayuda al quehacer estatal, más hora que se ha militarizado la seguridad pública.
La clase polí­tica en el poder, es la clase polí­tica en el poder y la que está en turno, no quiere ser observada, vigilada, fiscalizada ni por la prensa, ni por el organismo público defensor de los derechos humanos y mucho menos por la sociedad civil organizada, a la cual echa en el mismo costal con aquellas que haciendo uso de la ley de organizaciones civiles le sirvieron de comparsa a los gobiernos priistas y panistas.
Pero las organizaciones civiles no militantes de partidos polí­ticos como Morena, fueron las que contribuyeron a que la sociedad estuviera mejor informada y defendiera sus derechos humanos y ello contribuyó a que el PRI saliera del poder, sin embargo, López Obrador se niega a reconocerles el papel histórico que tuvieron en su triunfo, porque no quiere ser investigado, cuestionado, seí±alado de que su gobierno no esta siendo del todo honesto con el pueblo.
*Periodista en el estado de Quintana Roo, defensora de los derechos de las mujeres y consejera suplente del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, dependiente de la Secretarí­a de Gobernación del gobierno federal.

Graciela Machuca

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