El pueblo Indí­gena Maya de Quintana Roo no tiene quien lo represente

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Graciela Machuca Martí­nez
En Quintana Roo, al igual que en el resto de las entidades del paí­s, cada proceso electoral estatal o federal se invierten cientos de millones de pesos para garantizar transparencia en la elección de representantes populares de la sociedad quintanarroense, para ello, las personas aspirantes a uno de esos cargos, se desviven para convencer al electorado que son la mejor opción, sin embargo, después del dí­a de las elecciones y al recibir su anhelada constancia de mayorí­a se olvidan del electorado hasta que vuelven a participar en otra campaí±a, para el puesto siguiente.
Esta triste realidad de la democracia mexicana la traigo a este espacio debido a que hay un sector de la población quintanarroense que se encuentra olvidado, y no tiene quien lo represente ni en el Congreso del Estado, mucho menos en el Congreso de la Unión, donde se encuentran cobrando millonarios salarios, quienes aseguraron que serí­an la voz del pueblo en el poder legislativo, me refiero a los indí­genas mayas de Quintana Roo.
Particularmente, se trata de los chicleros, quienes siguen siendo explotados por acaparadores de la resina del árbol de chicozapote, como ocurrí­a en las primeras décadas del Siglo XX, cuando empresas extranjeras no solo explotaron la selva de la Pení­nsula de Yucatán, sino a los indí­genas mayas, que se tení­an que internar por semanas en esa selva llena de peligros para recolectar el latex del chicozapote, peor aún se encuentran hoy los chicleros, pues han sido despojados de su patrimonio formado por décadas de trabajo y ahorro, ya que sus edificios les han sido arrebatados.
He podido documentar como el Consorcio Chiclero SC de RL (Chicza) se ha convertido en un monopolio para comprarle a los recolectores el chicle, el consorcio pone las condiciones de compra, los tiempos y el precio, el cual no permite que las familias de los chicleros tengan un mejor nivel de vida.
De manera reiterada los chicleros han denunciado públicamente que la presencia monopólica de Chicza en la compra del chicle los pone en estado de indefensión, ya que el trato que les da es leonino, porque el precio del kilo de chicle es muy bajo a comparación del riesgo que implica su recolección, así­ como las ganancias que obtiene la empresa al exportar el producto mercados europeos y asiáticos, con el sello de orgánico, pero en detrimento de la economí­a y seguridad social de las familias chicleras.
La dramática situación económica y social de las familias chicleras poco importa a quienes integran la XV Legislatura local, así­ como la LXIV Legislatura Federal, porque hasta el momento han omitido su responsabilidad de legislar para que este sector de la sociedad quintanarroense mejor su calidad de vida.
Las mujeres y los hombres que integran la legislatura local, han invisibilizado a las familias chicleras, por su incapacidad para legislar en su beneficio o si no saben legislar, por lo menos gestionar acciones de gobierno que fortalezca la economí­a de las comunidades indí­genas mayas que aún se dedican a chiclear.
De quienes integran la Cámara Diputados Federales por el estado de Quintana Roo, o en el Senado de la República, simplemente diré que las necesidades de los mayas no están en sus agendas, a tal grado, que ninguna de estas personas legisladoras tuvieron la sensibilidad de pelear por un lugar en una comisión que tenga que ver con la defensa de los derechos de los pueblos indí­genas.
Si en algún momento se interesaron por los mayas fue cuando requerí­an de sus votos para ganar las elecciones, después, vino la indiferencia, el olvido, la negación de ese pueblo que le sigue dando identidad cultural a esta entidad, conformada, en su mayorí­a, por habitantes que provienen de otros pueblos indí­genas asentados en otras zonas del paí­s.
Las diputadas y los diputados federales por Quintana Roo, si en algún momento hablan sobre pueblos indí­genas, solo es demagogia, porque en el terreno de los hechos legislativos no hacen nada, no les interesa legislar sobre derechos de los pueblos indí­genas y en particular de las familias chicleras y quizás, hasta se avergí¼encen que en Quintana Roo haya indí­genas de carne y hueso, personas pobres y marginadas que solo sirven como mercancí­a para el turismo, pero solo cuando portan sus trajes tí­picos y hacen sus fiestas y rituales.
Quienes representan a Quintana Roo en el Congreso de la Unión están comprometidos con intereses polí­ticos y económicos de grandes corporativos que han llegado a la entidad a invertir, pero nadie se acuerda de los mayas. Como prueba de ello menciono las comisiones legislativas de las que forman parte, en cuya tarea, los mayas no aparecen.
Cámara de diputados federales.
Alegre Salazar Luis Javier, presidente de la Comisión de Turismo; además es integrante de la de Comunicaciones y Transporte y de la de Radio y Televisión.
ívila Vera Mildred Concepción: Desarrollo Social, Educción e Igualdad de Género.
Palma Olvera Carmen Patricia: Educación, Igualdad de Género y Turismo.
Peralta De La Peí±a Ana Patricia: Salud, Igualdad de Género y Relaciones Exteriores.
Pool Moo Jesús de los íngeles: Comunicaciones y Transportes, Presupuesto y Cuenta Pública y Seguridad Pública.
Teissier Zavala Adriana Paulina: Infraestructura, Medio Ambiente, Sustentabilidad, Cambio Climático y Recursos Naturales y Turismo.
Corona Méndez Jorge Francisco: Relaciones Exteriores, Infraestructura y Vigilancia de la Auditorí­a Superior de la Federación.
El senador José Luis Pech Várguez es secretario de la Mesa Directiva, secretario de las comisiones de Ciencia y Tecnologí­a y de la de Relaciones Exteriores Europa, así­ como integrante de Hacienda y Crédito Público, Turismo y Relaciones Exteriores Asia – Pací­fico — ífrica.
La senador Freyda Marybel Villegas Canché es secretaria de la Comisión de Asuntos Hidráulicos e integrante de Comunicaciones y Transportes, Hacienda y Crédito Público, Medio Ambiente, Recursos Naturales y Cambio Climático y Relaciones Exteriores.
Mientras que la senadora Mayuli Latifa Martí­nez Simón es presidenta de la Primera Comisión de Estudios Legislativos, así­ como integrante de las comisiones de Trabajo y Previsión Social, Seguridad Social, Relaciones Exteriores Asia – Pací­fico — ífrica y de Turismo.
¿Y a los pueblos mayas de Quintana Roo, quién trabaja por ellos en el Congreso de la Unión?
Por su parte, las acciones del gobierno del estado para impulsar la actividad chiclera se han y se siguen canalizando a través de Chicza, con ello se fortalece el monopolio.
Ahora que el presidente de la república está de gira por Quintana Roo es conveniente preguntarle si ¿su gobierno cuenta con alguna estrategia para permitir que el mercado del chicle se abra a la competencia y evitar que solo una empresa imponga precios y condiciones de compra, como sucedí­a en la segunda década del Siglo XX?
Una evidencia de que el monopolio chiclero existe en Quintana Roo, es el siguiente dato documentado durante una de mis investigaciones.
En Quintana Roo solo una empresa puede comprar el chicle que recolectan los indí­genas mayas. Se trata del Consorcio Chiclero (Chicza). En la temporada 2018-2019 pagó el kilo de chicle a 80 pesos, pero en Alemania un paquete de 30 gramos de chicle de Quintana Roo se vende a dos euros. Al tipo de cambio del 13 de febrero de 2019, los dos euros representaron 43 pesos mexicanos con 47 centavos.
De 999 gramos de chicle comprado a los recolectores de Quintana Roo, Chicza produce 33 paquetes de 30 gramos, obteniéndose a la venta 66 euros, es decir un mil 438 pesos mexicanos, mientras que al productor, por mil gramos, sólo le pagan 80 pesos.

Graciela Machuca

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