¡¡Pronunciamiento dirigido al gremio periodí­stico de México!!…

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Seamos personas actoras y no ví­ctimas—

Graciela Machuca Martí­nez*—

La violencia contra periodistas se incrementa  a diario, la impunidad ya se arraigó en el sistema de procuración y administración de justicia,  la sociedad  se ahoga en las aguas turbias de la desinformación y quienes se atreven a publicar el resultado de sus investigaciones periodí­sticas o a disentir  por medio de sus opiniones, son asesinadas, desaparecidas o excluidas, en un México donde los grupos de poder económico y polí­tico dictan a la mayorí­a de los medios de comunicación que deben informar a la sociedad y  sobre qué deben guardar silencio.

Los  derechos a las libertades de pensamiento, opinión, expresión y prensa, dimensionados en el llamado Derecho a la Información, reconocidos  en los artí­culos Sexto y Séptimo de la Constitución Polí­tica de los Estados Unidos Mexicanos, así­ como en los artí­culos 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,  19 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Polí­ticos, así­ como en el 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, son letra muerta a pesar de que el Estado mexicano sostiene en foros internacionales que estos derechos fundamentales son garantizados.

Marí­a del Sol Cruz Jarquí­n, fotógrafa de profesión y jefa del Departamento de Comunicación Social de la Secretarí­a de Asuntos Indí­genas (SAI) del gobierno del estado de Oaxaca, es la séptima comunicadora asesinada en este violento paí­s antes de que  termine el primer semestre de 2018 y es asesinada, precisamente en uno de los municipios más violentos del paí­s, Juchitán de Zaragoza, el noveno más peligroso de la república mexicana, con 95.1 homicidios por cada cien mil habitantes, de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad.

Pero este homicidio es imposible considerarlo como uno más de la delincuencia común por las caracterí­sticas de los hechos y porque Marí­a del Sol era una joven comunicadora, a quien como servidora pública del Gobierno del  Estado de Oaxaca, su jefe inmediato, el secretario de Asuntos Indí­genas, Francisco Javier Montero López, la enví­o a realizar trabajos de comunicación social a la campaí±a electoral de su hermano, Hageo Montero López, quien es postulado a la presidencia municipal de Juchitán por los partidos Revolucionario Institucional, Verde Ecologista de México y Nueva Alianza, institutos polí­ticos que hasta ahora han guardado silencio y se niegan a responderle a la sociedad sobre el uso indebido de recursos públicos, del cual son copartí­cipes y cómplices.

El caso del asesinato de Marí­a del Sol Cruz Jarquí­n, de  Pamela Terán Pineda, candidata a segunda consejal y de Adelfo Guerra, chofer de Pamela, debe ser investigado por la Procuradurí­a General de la República y en especial por la Fiscalí­a Especial de Delitos Electorales, porque se dio en un escenario electoral.

Además, no se debe descartar ninguna lí­nea de investigación, porque  Marí­a del Sol Cruz Jarquí­n es hija de la periodista Soledad Jarquí­n Edgar, reconocida a nivel nacional e internacional por su trabajo de investigación y denuncia  sobre polí­ticas públicas fallidas diseí±adas para garantizar los derechos de las mujeres, principalmente a una vida libre de violencia.

El gremio periodí­stico a nivel nacional debe reencontrarse como clase trabajadora, erradicar la falacia de la cercaní­a con el poder, tenemos una responsabilidad social en la coadyuvancia con el Estado para que se garantice el Derecho a la Información, pero no somos el Estado ni trabajamos para los gobiernos o para los grupos de poder, nos debemos a la sociedad, la misma que ahora nos da la espalda, porque quizás, como periodistas, no hemos estado a la altura de los requerimientos de informativos del paí­s.

Las mujeres periodistas y los hombres periodistas de México debemos abandonar el papel de  ví­ctimas y convertirnos en personas actoras de nuestro quehacer y trabajar desde nuestra identidad de periodistas por nuestra defensa,  protección  y profesionalización.

La historia del pensamiento humano  nos ha enseí±ado  que el poder, lo ejerza quien lo ejerza, busca, y por lo general lo consigue, acallar las voces de la sociedad y extermina a las  disidentes,   solo un conglomerado sólido de periodistas, cohesionado  por la vocación de servicio, por el profesionalismo, por la ética periodí­stica y la participación ciudadana podrá hacerle frente al poder e ir erradicando la violencia en su contra, ello es posible, otras sociedades nos lo han demostrado.

Las 140 personas periodistas asesinadas durante  la administración del presidente de la República, Enrique Peí±a Nieto y  otros  cientos de mujeres y hombres que por ejercer su derecho a la Libertad de Expresión han sido violentados, son prueba fehaciente de que las polí­ticas públicas diseí±adas desde el gobierno federal y replicadas en algunas entidades federativas, no han servido, porque su objetivo no es combatir la impunidad, eliminar las causas de la violencia contra periodistas, sino maquillar la realidad, encubrir la incapacidad de un sistema de procuración y administración de justicia y desde luego, se trata de polí­ticas públicas que están elaboradas para contener los efectos de la violencia y no para erradicar  causas estructurales.

Como periodista,  mujer,  madre y  ciudadana, le pido al gremio periodí­stico nacional, no un minuto de silencio, sino uno, dos o tres o los minutos que les sea posible dentro de sus apretadas agendas para reflexionar sobre nuestro ejercicio periodí­stico, sobre nuestra contribución a que el Derecho a la Información sea garantizado.

También reflexionemos sobre nuestras fobias a la unidad del gremio periodí­stico, porque la desunión, las confrontaciones entre los de arriba y los de abajo, entre los del sur y el norte, entre los egresados de una universidad y quienes adquirieron su experiencia con la práctica, entre los que tienen salarios de primer mundo y los que solo tienen una precaria compensación económica, son, entre muchas otras, las causas que nos han debilitado como personas trabajadoras de los medios de comunicación.

A la necropolí­tica y a la voraz globalización económica no les importa que nuestras hijas  y nuestros  hijos  sigan muriendo, que jóvenes sigan desapareciendo, porque para este sistema, todas las mujeres y todos los hombres somos desechables.

Los últimos aí±os de barbarie contra periodistas en México nos han dejado experiencias dolorosas que debemos transformar en opciones de esperanza. Seamos personas actoras de nuestras vidas, de nuestro quehacer profesional, porque solo así­, podremos romper el cí­rculo del proceso de victimización de quienes trabajamos en medios de comunicación.

Asumamos la responsabilidad de nuestra propia defensa y protección, porque la sociedad mexicana requiere de nuestra participación.

Nos encontramos en un momento clave de la historia de México, quien asuma la Presidencia de la República el primero de diciembre de 2018 podrá tener buena voluntad, podrá ser conservador  o de avanzada, pero lo que no podemos perder de vista es que ese cargo es para defender los intereses de los grupos de poder polí­tico y económico y para  ello, la Libertad de Expresión es un obstáculo.

*Graciela Machuca Martí­nez, consejera suplente del Consejo Consultivo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas; corresponsal en Quintana Roo del   Noticiario Detrás de la Noticia que conduce Ricardo Rocha y Directora de la Revista Maya sin Frontera que se edita en Quintana Roo.

Graciela Machuca

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