Guerra electoral en Chetumal

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El PRI reinó e hizo su santa voluntad en el municipio capitalino de Othón P. Blanco, desde su nacimiento en 1975 y hasta la elección de 2013. Todo tipo de excesos era habitual en el priato caribeí±o, incluyendo interinatos venenosos y puí±aladas que desangraron al municipio hasta convertirlo en un enfermo en fase terminal.

En la guerra electoral de 2016 el PRI del gobernador Roberto Borge fue castigado con más furia por Chetumal, atropellando al candidato a la gubernatura Mauricio Góngora Escalante y a la candidata a la alcaldí­a, Arlet Mólgora Glover, obligada a abandonar temporalmente su curul en la Cámara de Diputados como lo habí­a hecho en el Congreso local.

La prolongada e ininterrumpida estancia del PRI en la alcaldí­a chetumaleí±a lo enfermó de corrupción, soberbia y triunfalismo. Porque este partido podí­a disfrazar de candidato a cualquier zopilote y tení­a el triunfo amarrado con su voto duro y resignado; los candidatos retadores del PAN apenas competí­an con chancletas pata de gallo y resorteras.

La humillación electoral de 2016 los envió a la lona y cuando despertaron se contemplaron en harapos ante el espejo, obligados a sudar por cada mendrugo e implorando para llevarse a la boca una cantimplora de agua de la llave, no apta para consumo humano.

El PRI fue arrastrado a la bancarrota por su último gobernador Roberto Borge, quien despreció y atacó con pica hielo al priista Carlos Joaquí­n González, quien tan sólo exigí­a el derecho a competir en el proceso interno para la selección del candidato a la grande.

”Para que la cuí±a apriete», el ex priista Luis Torres Llanes fue candidato de la coalición PAN-PRD que tuvo como gallo a Carlos Joaquí­n en la pelea estelar.

La elección en curso tiene a la capital del estado convertida en el principal campo de batalla de todo el estado por el poderí­o de sus cinco gladiadores, incluido el modesto independiente Julio ”Taquito».

El panista realmente panista Fernando Zelaya Espinoza es el rival a vencer, apoyado simbólicamente por el famélico PRD y el enano Movimiento Ciudadano, antes llamado Convergencia. ”El Chino» Zelaya pondrá a prueba las reservas de aceptación del ”gobierno del cambio».

El principal retador es el ex priista Hernán Pastrana Pastrana, un polí­tico intachable que ocupó la silla municipal de 1978 a 1981, desarrollando una administración saludable y de resultados tangibles, más allá de la construcción del zoológico Payo Obispo.

Manuel Valencia Cardí­n saltó al cuadrilátero de último segundo, como candidato del Partido Encuentro Social. El ex Presidente de la Gran Comisión del Congreso va por el cinturón dorado y tiene muy buena presencia en gran parte del municipio.

La priista Marí­a Hadad Castillo —respaldada por el Verde Ecologista y Nueva Alianza— va con todo, consciente de la enorme dificultad a la vista. Unificar al PRI para la batalla culminante es su mayor desafí­o, desactivando el resentimiento de muchos chetumaleí±os con Beto Borge.

En esta elección municipal el PRI participa fuera de la gubernatura, plantándose ante los othonenses como un pretendiente más, fuera de un paraí­so que su último gobernante aventó al canal de aguas negras.

Alerta Roja está de nuevo con ustedes, amigos de siempre.

Graciela Machuca

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