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Anwar Moguel

El elitista club de féminas que rodea a la candidata priista a la presidencia municipal capitalina, Marí­a Hadad Castillo, ha empezado a afinar sus habilidades de ”mapacheo» electoral preparándose para una contienda donde confí­an en las posibilidades del Tricolor, aunque la población les ha manifestado un patente rechazo tanto en redes sociales como a nivel de campo.

El cí­rculo de mujeres de la candidata priista está integrado por Alondra Herrera Pavón, quien despacha como dirigente estatal del PRI mientras la posición sigue acéfala; la diputada federal Arlet Mólgora Glover, y la ex diputada federal plurinominal Lizbeth Gamboa Song. Las tres le hablan al oí­do a la candidata y son las principales responsables de las controvertidas decisiones que ha tomado Mary Hadad y que han dividido al PRI capitalino.

La fractura es evidente. Cuadros importantes como el ex lí­der cenopista, Eduardo Arizmendi, desertaron para sumarse de lleno a la campaí±a de Luis Torres Llanes, y previsiblemente a la del panista Fernando ”Chino» Zelaya Espinoza, quien luce como favorito indiscutible antes del arranque de la contienda.

A pesar de ello Mary Hadad y su grupo de mujeres mantienen el optimismo y se preparan para la batalla electoral con los usos y costumbres del Tricolor de siempre, sin aprender de sus derrotas.

Con ese fin, la semana pasada el lujoso patio de la ”casa blanca» de Arlet Mólgora Glover, ubicado en una calle privada de la colonia Framboyanes de Chetumal, se convirtió en bodega de despensas, bicicletas y otros enseres domésticos que llegaron en un camión de mudanzas, artí­culos que por supuesto no son para uso personal de la diputada.

Todo indica que Arlet, como la polí­tica más encumbrada del grupo en la actualidad, será la principal gestora de apoyos y recursos para la campaí±a del Tricolor en la capital, aunque también tiene las manos metidas en otros municipios.

Las malas noticias es que el PRI está tan desgastado y roto que ni con mil camiones de despensas tiene posibilidades de ganar, como lo comprobó la propia Arlet en 2016, cuando tuvo a su favor todo el aparato -y el dinero- institucional, y aun así­ fue arrollada en las urnas. Al tiempo.

Graciela Machuca

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