”Irreflexiones de Navarrete Prida y De la Madrid Cordero en Quintana Roo»

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Necesariamente incomoda…

 

Graciela Machuca Martí­nez—

 

 

 

La distancia entre la Ciudad de México y Quintana Roo es tal para los polí­ticos del Gobierno Federal que confunden la realidad con sus fantasí­as electorales y hablan de un Caribe que solo embona en las exigencias de una campaí±a electoral que nada tiene que ver con los tiempos y los ritmos de una región que cada dí­a exige a gritos ser tomada en cuenta, ser atendida, ser rescatada de la vorágine de la muerte, de la destrucción y de la bancarrota.

 

Ante esa realidad responden con irreflexiones.

Centros turí­sticos como Playa del Carmen y Cancún llevan el mismo destino que Acapulco, Los Cabos, Manzanillo, donde la violencia ha ido carcomiendo el tejido social y por consiguiente a la llamada industria turí­stica y, prueba de ello, no solo son las estadí­sticas sobre asesinatos, secuestros, extorsiones, sino la disminución radical de la afluencia de visitantes.

 

Lo que pasa en Los Cabos, Tijuana, Acapulco, Playa del Carmen y Cancún y otras zonas turí­sticas y de inversión en el paí­s, es el reflejo de lo que está pasando en todo el territorio nacional, un territorio donde el Estado mexicano, dí­a tras dí­a está perdiendo el control y se lo está dejando a la delincuencia organizada, la cual no solo está conformada por los carteles de la droga, sino por tratantes de personas, secuestradores, extorsionadores, inmobiliarias que se apoderan de predios donde no deberí­an construir, traficantes de flora y fauna en peligro de extensión, así­ como de personas servidoras públicas que el mejor negocio de su vida ha sido la complicidad, por acción u omisión, para permitir que la ilegalidad se apodere de lo que fue el Estado de Derecho.

 

Quizás, el Secretario de Gobernación, Jesús Alfonso Navarrete Prida, está en su papel al hablar de otro Quintana Roo, de otro Playa del Carmen, de otro Cancún, porque su recién llegada a la oficina encargada de diseí±ar y desarrollar la polí­tica interna del paí­s, se dio en una etapa coyuntural de la administración federal, solo tiene objetivos electorales en un México que vive en la zozobra, mientras la clase polí­tica se desgarra las vestiduras para poder quedarse con un mayor número de asientos en el Congreso de la Unión, en las gubernaturas, en los congresos locales y presidencias municipales.

 

A pesar de su rol electoral, de su tarea para que su partido conserve la Presidencia de la República, Navarrete Prida se equivoca al seí±alar que en Quintana Roo no existen carteles de la droga, que solo son algunas células que quieren infiltrarse en el estado, se equivoca, porque él habla de otro Quintana Roo, de un estado al que le buscan colocar una imagen a nivel internacional y nacional que ya no tiene, a consecuencia del mal diseí±o e implementación de polí­ticas públicas en materia de seguridad pública y prevención del delito.

Otro colaborador de Enrique Peí±a Nieto que se equivoca con lo que pasa en Quintana Roo, es su secretario de Turismo, Enrique de la Madrid Cordero, quien considera y responsabiliza a los medios de comunicación de la deteriorada imagen que tiene la entidad en el contexto internacional, por el simple hecho de difundir la violencia que se vive en la zona.

 

A De la Madrid Cordero se le olvida la función que deben desempeí±ar los medios de comunicación y las personas periodistas para coadyuvar en el ejercicio del Derecho a la Información, este papel no se debe confundir, porque de lo contrario, la misma prensa está cavando su tumba, como ya ocurre en muchas partes del paí­s, donde los medios de comunicación están callados, porque ya fueron silenciados por la delincuencia organizada y sus cómplices que actúan desde la administración pública.

 

Desde luego que el hijo del expresidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado, no reflexionó cuando dijo a representantes de medios de comunicación: ”también ayúdenos ustedes, no se trata de ocultar la información, pero sí­ de estar conscientes de que si exacerbamos los hechos delictivos del paí­s, eso le da muchí­simo gusto a destinos de otros paí­ses».

 

Los asesores de De la Madrid Cordero, le deben recordar que el Artí­culo Sexto de la Constitución, en una de sus partes dice que ”el Estado garantizará el Derecho a la Información» y que el mismo precepto constitucional y el Séptimo establecen las únicas limitantes que toda persona tienen para ejercer la Libertad de Expresión.

Sostengo que es una irreflexión más porque no se trata solo de responsabilizar de la debacle económica del estado a quienes ejercemos el periodismo, sino porque abre la puerta a que los enemigos de la Libertad de Expresión se sientan con la autorización de agredirnos, como ha ocurrido en Quintana Roo, donde las diferencias de los grupos polí­ticos se reflejan en los vulnerados grupos de periodistas que se convierten en voceros de esas diferencias.

 

Otro despropósito, por decir lo menos, el pasado 25 de enero del presente, para combatir la inseguridad que afecta a Baja California Sur y Quintana Roo, el secretario de Turismo, Enrique de la Madrid, planteó legalizar el uso de la marihuana en las zonas turí­sticas del paí­s, pues contribuirí­a a que se conviertan en destinos más seguros. ”Cuando menos en las zonas turí­sticas deberí­amos legalizar el uso de la marihuana», declaró el funcionario federal durante su participación en la conferencia «Perspectivas turí­sticas para México 2018», que por supuesto, no paso más que como ocurrencia.

 

Quintana Roo no está para experimentos electorales, ni para discursos proselitistas, mucho menos para irreflexiones. El gobierno federal debe consultar las bases de datos del CISEN, del Ejercito y del mismo Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y conocer palmo a palmo la realidad de la población quintanarroense y diseí±ar polí­ticas públicas y acciones de gobierno que salvaguarden las inversiones, pero sobre todo el nivel de vida de miles de familias que se encuentran en la pobreza y otros miles que viven en la zozobra a consecuencia de la inseguridad.

 

 

Graciela Machuca

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