Las lágrimas del historiador ílvarez Junco reviven el exilio espaí±ol en México

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El autor de ‘Mater dolorosa’ agradece con llanto la hospitalidad del paí­s norteamericano en la feria del libro de Guadalajara

JUAN CRUZ | EL PAíS

El historiador José ílvarez Junco, en la Feria del Libro de Guadalajara.

”Nunca los ciudadanos espaí±oles agradecerán suficientemente a México lo que este paí­s hizo por sus exiliados». Dijo esto José ílvarez Junco, el historiador de Mater dolorosa, y rompió a llorar. Afuera, en el núcleo de la feria internacional más importante del libro en espaí±ol (FIL), sonaba un mariachi, esa música triste que José Alfredo Jiménez colocó al nivel de la mejor poesí­a. ”Y si quieres saber de mi pasado es preciso decir otra mentira, les diré que llegué de un mundo raro, que no sé del dolor, que triunfé en el amor y que nunca he llorado». El tránsito de la historia al llanto fue el testimonio de Junco, que nació en Cataluí±a y se crió en Zamora y representó el lunes en Guadalajara, con ese gesto, una larga historia que nació cuando la Guerra Civil ya no tení­a remedio y México abrió las puertas de par en par al dolor de los exiliados.

En ese momento, José ílvarez Junco hablaba con Jesús Ceberio, excorresponsal en México de EL PAíS, y exdirector de este periódico, en uno de los actos organizados en la feria por el Ayuntamiento de Madrid, la ciudad invitada. Junco explicaba qué podí­a hacer Espaí±a para aliviar este nuevo momento difí­cil de su historia dolorosa con Cataluí±a. Enumeraba el respeto a las lenguas y a las banderas, la revitalización del Senado como cámara de las autonomí­as y, en general, la creación de un Estado federal fuerte y tolerante con las diferencias. Ceberio le habí­a evocado, además, la ley de Memoria Histórica en cuya implementación trabaja Junco con el Consistorio de Manuela Carmena. Y ahí­ es donde convocó el historiador el dolor por los vencidos, por los humillados y por los que ayudaron en aquel trance sin olvido. Fue en ese momento en que México le llegó al corazón, dijo aquellas palabras y rompió a llorar.

Antes del mariachi y del llanto, Fernando Savater habí­a concitado melancolí­a, dolor y risa a dos pasos de donde Junco derramó sus lágrimas, y después se escuchó al poeta Luis Garcí­a Montero recitarle un poema de amor a su mujer, Almudena Grandes. Un poco más lejos, Alberto Ruy Sánchez y Mercedes Montmany le explicaban al público por qué hay que leer a Juan Goytisolo, muerto este aí±o en su tristeza de trasterrado. El muy veterano editor Daniel Divinski, argentino, aplaudí­a a su muy joven colega espaí±ol Juan Casamayor (Páginas de espuma), que ha ganado el más alto galardón editorial de la feria. Los poetas madrileí±os (los madrileí±os son de todas partes, como los de Bilbao) Ada Salas y Antonio Lucas, en el Pabellón de Madrid (que lleva el emblema de León Felipe Ganarás la luz) leyeron sus versos. Todas las salas estaban abarrotadas, y en el ranking de los más escuchados (en silencio) estaban a esa ahora el citado filósofo y el muy requerido Paul Auster. Hasta que llegó el mariachi la FIL era sólo era palabra y silencio, y aquel llanto.

El poeta Luis Garcí­a Montero recitaba un poema de amor a su mujer, Almudena Grandes

Así­ es la feria de Guadalajara, un libro abierto de Hispanoamérica. Coinciden cientos de miles, de adultos y de muchachos, lectores y lectoras, cientos de escritores de todas partes, populares como aquellos o aspirantes a la gloria o al limbo. Carlo Feltrinelli, el hijo del mí­tico editor, que ahora cuida de Anagrama también, consumí­a un tequila de pie y se maravillaba de esta atmósfera ”que a veces parece un milagro y que sin duda es una buena construcción que propicia que todo el mundo se halle inclinado a leer. Es energética, popular y es afectiva, cercana». Luis Cueto, que coordina todo lo que pasa en el Ayuntamiento de Carmena, se lleva para Madrid, decí­a, la voluntad de prolongar allí­ estas enseí±anzas, ”para hacer de nuestra ciudad la capital europea de la Hispanoamérica de los libros». Paco de Blas, que ha dirigido aquí­ la presencia de Madrid, guarda esta impresión: ”Es un constructo sagaz, con una visión de mercado combinada con la apuesta por las ideas». Kirmen Uribe, el aún joven escritor vasco que viene por primera vez, estaba impresionado del abigarramiento, de la complejidad y del gentí­o. ”¿Y esto es una feria? Esto es un milagro».

El milagro de la lectura

¿Y qué ha pasado, por qué la FIL es una construcción a la vez que un milagro? Lo dice uno de los más veteranos asistentes, que vio nacer la feria en una pista de tierra, con cuatro mesas en las que se serví­an libros de segunda mano porque aún la industria andaba lejos. Es José Carreí±o, ahora presidente de la gran editorial de México (y del mundo de habla espaí±ola), el Fondo de Cultura Económica. ”Sí­, primero es un constructo, producto de gente tan dinámica como Raúl Padilla [creador y presidente de la FIL]. Y el resultado es milagroso. Nadie imaginaba que esto se iba a poner en el centro de toda la inteligencia del mundo en espaí±ol y después del libro en general. Sólo Fráncfort es más grande», pero, como apuntaba Feltrinelli, Fráncfort tiene agentes y editores y esta además tiene lectores. Por cientos de miles.

La FIL es el centro de toda la inteligencia del mundo en espaí±ol

Es un destino confiable, al que los agentes del mundo y, sobre todo, los bibliotecarios norteamericanos vienen a buscar novedades con las que gastar en espaí±ol lo que les queda de sus generosos presupuestos. Esto lo poní­a de manifiesto Divinski, que aí±adí­a: ”La FIL es el resultado de una inversión inmensa con un enorme criterio». Desde dentro lo ve así­ Laura Niembro, que lleva los contenidos y que cuenta 17 aí±os viviendo entre el constructo y el milagro: ”Es un imán latinoamericano y mundial en la cintura misma del hemisferio. Se reinventa cada aí±o, y en ese sentido es una construcción perfecta. Pero es también un milagro, y el lector le ha dado ese toque que la hace única». Marisol Schultz, que la dirige, corrobora: ”Es una buena construcción que a ratos, en efecto, se ve como un milagro».

Cuando Junco terminó de hablar, sin poder contener las lágrimas después de su breve discurso de rabia y gratitud por lo que México hizo por Espaí±a, el público prorrumpió en una ovación igual de emocionada. Afuera habí­a dejado de sonar ese mundo raro de José Alfredo Jiménez, habí­a terminado de hablar Savater y por un momento se hizo un silencio y Ceberio dio por concluido este momento especial, quizá el más delicado y bello de este milagro hispanoamericano que se llama FIL y sucede desde hace 31 aí±os en Guadalajara. Este aí±o con Madrid diciéndole a su historia ”Ganarás la luz».

 

Graciela Machuca

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