Por Rogelio Hernández López

Dos mujeres periodistas, serias y acreditadas, punzaron donde nos duele a algunos periodistas al evaluar causas del asesinato del reportero gráfico Edgar Daniel Esqueda Castro aquel infausto 5 de octubre. Orquí­dea Cruz Coria de la revista Elite de San Luí­s Potosí­ y Marí­a Idalia Gómez de la revista Eje Central reprobaron la ineficacia de los instrumentos del Estado y también lo que algunos colegas hemos hecho mal, o simulado que hacemos, para evitar que nos maten a otros.

Ojalá esas y otras llamadas de atención logren disminuir, aunque sea un poco, esa sexta vulnerabilidad en que desempeí±an su trabajo profesional cientos de colegas mexicanos como es la falta de unidad del gremio, especialmente con la causa de protegerse mutuamente. Desunión que, por los motivos que ellas seí±alan y por otros muchos se agigantó en San Luis Potosí­, donde dos colegas peligran por amenazas y no tienen apoyo suficiente de sus pares: Everardo González Castanedo y Omar Nií±o.

Everardo

La maí±ana del 6 de octubre, decenas de periodistas potosinos protestaban ante el Palacio de gobierno por el asesinato de Edgar. Telefónicamente yo intercambiaba opiniones con el periodista Enrique Hernández Padrón cuando Everardo terció para recordarnos su caso:

–Ya pasó más de un aí±o en que recibí­ amenazas —apuntó– y parece que nadie me tomó en serio. Fui a la Comisión Estatal de Derechos Humanos, abrieron un expediente… Fui a la comisión especial que tiene la Cámara de Diputados del estado, dijeron que procederí­an… Estuve en la Procuradurí­a General de Justicia, abrieron carpeta… Me acerqué al gobierno de la entidad porque hay una ley y un mecanismo de protección…. Tiene más de un aí±o de eso y, alguno me dice ”ya lo estamos viendo… Muchos colegas, en lugar de apoyar se burlan de mí­ caso.–

Everardo ofreció enviar una sinopsis de su caso y yo hacer promociones, en tiempo libre de mi empleo actual, ante el mecanismo federal y en la Casa de los Derechos de Periodistas (CDP), donde ya no soy ejecutivo desde hace 3 aí±os y medio.

Dos dí­as después, Everardo escribió una columna con dedicatoria a las autoridades federales y estatales responsables de la protección a periodistas y anotó con justificado sentimiento de enojo y miedo:

”…considero que las autoridades no han hecho su labor, por una u otra causa los protocolos de protección no funcionaron, las denuncias del joven reportero (Edgar Daniel) no fueron escuchadas, sólo se les dio trámite burocrático, misma situación que me está pasando a mí­.

”La pregunta es la siguiente: ¿Cuántos casos como el de Daniel Castro tendrán que suceder para que esa protección a periodistas funcione de manera real o efectiva?… ”Sólo les pido un favor…..YA NO MIENTAN.

”…¿Quién sigue? ¿Acaso soy yo?… en caso de que me pase algo, le aviso a Juan Manuel Carreras (gobernador) y a sus trabajadores de la procuradurí­a lo siguiente: No tomo, no uso drogas, no tengo nexos con ningún grupo criminal», cerró Everardo su artí­culo dos dí­as antes de que un grupo delincuencial por medio de un ex policí­a, ”filtrara» un video se hace decir a Edgar Daniel que recibí­a dinero de otro grupo de esos. Video, que varios medios difundieron ampliamente para victimizar nuevamente al asesinado.

Omar

Al reportero Omar Nií±o, le conocí­ en 2011 cuando un grupo de colegas solidarios me invitó a la entidad en mi calidad de director de la CDP. Omar regresaba a su puesto de corresponsal de Televisa luego de una larga temporada en receso por haber sufrido un secuestro e intento de asesinato de un grupo delincuencial. Entonces regresaba al periodismo sin un mí­nimo protocolo de autoprotección. Trabajamos en eso.

En el reciente mes de junio Omar resintió amenazas. Ubicó que habí­an comenzado desde que salió de la cárcel Ricardo Gallardo Cardona, exalcalde de Soledad de Graciano Sánchez. El polí­tico seí±alaba que varios trabajos del periodista fueron causantes de su cautiverio.

Al comenzar septiembre, Omar hizo denuncias públicas y apoyo de autoridades por amenazas. Pero ahora como aí±os atrás, varios colegas potosinos, incluso ex amigos del reportero, se mofaron de él o muestran escepticismo. Sólo hasta que colegas de medios capitalinos mostraron su caso, actúo la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y logró que alguien de la entidad reaccionara, pero fue el alcalde Ricardo Gallardo Juárez, quien no es parte del mecanismo estatal de protección.

Los dos periodistas potosinos peligran. Un alto porcentaje de colegas asesinados sufrieron amenazas y no reaccionamos a tiempo quienes podí­amos o quienes tení­an que hacerlo. Eso lo intuyen bien Orquí­dea y Marí­a Idalia

Individualistas y simuladores

El 7 de octubre Orquí­dea recordó que entre 2013 y 2014, ella como muchos colegas sintieron ”la necesidad de colegiarse, de protegerse detrás de una agrupación… —pero, seguramente embargada del enojo del asesinato del fotoreportero Edgar, recriminó– ”en realidad, cualquiera de las (organizaciones existentes, solo son protagonistas, opinantes, divisorias, individualistas y lo más peligroso, traidoras de su propio gremio…»

Por su parte Marí­a Idalia Gómez reflexionó, en Eje Central el 12 de octubre a propósito del asesinato de Edgar Daniel, que se pudo haber evitado pero no hicieron lo suyo las instituciones que se han creado para la protección de personas defensoras de los derechos humanos y periodistas.

También agregó que es necesaria una profunda autocrí­tica porque ”…también fallaron las organizaciones civiles y fallamos los periodistas, muy especialmente aquellos que han hecho de su bandera la libertad de expresión y se indignan públicamente, que escriben libros, hacen documentales y hasta ganan premios. Ninguno actuó, actuamos, a tiempo, con contundencia y profunda responsabilidad, en el ámbito que les tocaba, nos tocaba».

Yo asumo mi parte y haré todo lo que esté a mi alcance para apoyar a Everardo y Omar

–0–

Una apostilla personal para Orquí­dea y Jesús, que me acusan injustamente.

En 2014 me retiré como ejecutivo de la Casa de los Derechos de Periodistas. Entre otras cosas fue porque estaba acarreando a mi familia los riesgos inherentes a esa labor, también mis miedos y un alto déficit de recursos que hací­an falta en mi casa. No podí­a más y dejé ese activismo, no hice otra organización, ni libros, ni documentales del tema; no gané premios y las veces que he ido a impartir talleres y cursos organizados por mis colegas ha sido gratuitamente. Regresé a mi planeta desde hace tres aí±os y medio, es decir a hacer periodismo con quienes creen en mis capacidades y me tratan con respeto. Desde aquí­, sigo buscando reducir la vulnerabilidad de mis colegas, incluida la falta de unidad. Por eso no me acercaré con quienes me tengan la mí­nima desconfianza y eso sea factor de desunión. Les mando otro abrazo sincero, como siempre. (rogeliohl@yahoo-com-mx)

Graciela Machuca

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *