Presiones, intrigas y amenazas narco: los últimos meses de Javier Valdez como periodista

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Las dos facciones que pelean por el Cartel de Sinaloa coaccionaron desde febrero a varios medios para imponer su propaganda

PABLO FERRI EL PAíS

Trae boina y gafas de sol. Viste de blanco. Habla despacio, un murmullo firme. Parece que cada palabra construye un mundo que de momento no entiende, un mundo nuevo e incompleto. ”Estamos hechos con mucho olvido», dice, ”pero el duelo te toca, te aterriza en una realidad cruel». Y mientras habla, parece darse cuenta de lo que ha pasado, como si creyera más en sus orejas que en sus ojos, su cerebro, su piel.

Miguel íngel Vega es reportero de Rio Doce. El martes por la tarde apareció en la funeraria encogido de hombros, la vista al suelo. Alto y flaco, Miguel íngel parecí­a un dí­a nublado. El asesinato de Javier Valdez le ha agarrado a contrapié, igual que a sus compaí±eros. ”La vieja escuela no tocaba a los periodistas. Ahora sí­. No ven consecuencias», dice.

Para él y los demás en Rio Doce no hay duda de que la muerte de Javier es obra del narco. La fiscalí­a del estado asume que lo mataron por su ”labor periodí­stica». En entrevista con EL PAíS este miércoles, el fiscal, Juan José Rí­os, no quiso especificar a quién habí­a podido molestar con su trabajo. Solo dijo lo que ya se sabe. Que lo sacaron de su carro en el centro de Culiacán, que le dieron de tiros, que se llevaron el auto y luego lo abandonaron. Que no sabe si fueron uno o más tiradores, que…

Cualquiera que llegue a Sinaloa y quiera saber cómo funciona el cartel, acaba hablando con Miguel íngel. Lo cuenta Javier Valdez en su último libro,Narcoperiodismo. En el epí­logo, el protagonista es él. El reportero asesinado narra la historia de una colega extranjera que les pidió ayuda. Fue allá por 2008. Miguel íngel apoyó como pudo a la reportera. El autor cuenta que entonces la cosa estaba muy complicada. Valdez entrevistó a Vega para su libro. Y le dijo esto: ”Ahorita -en 2016- tal vez podemos conseguir unos pistoleros, si los quieres entrevistar, pero en aquel tiempo no. Era muy riesgoso».

Miguel íngel ya no cree que entonces fuera más riesgoso que ahora. De hecho, ya no sabe a qué atenerse con ellos. Solo tiene claras dos cosas: primero, que van a seguir trabajando. Segundo, que ”ya no volverí­a a dar espacio a acusaciones de las dos facciones. Ningún reporte vale la vida de nadie».

El periodista se refiere a la guerra propagandí­stica de los grupos que se disputan el liderazgo del Cartel de Sinaloa. Son principalmente dos, Los Chapitos y Los Dámasos. Los primeros son los hijos del capo Joaquí­n Guzmán, extraditado a Estados Unidos en enero. Los segundos son la gente de Dámaso López, alias El Licenciado, supuesto heredero de El Chapo, detenido hace un par de semanas en la capital.

En febrero, los hijos de El Chapo divulgaron una carta en la que acusaban a Dámaso de intentar matarles. Dijeron que les habí­a convocado a una reunión, a ellos y al Mayo Zambada, viejo aliado de la familia. Que les emboscaron e intentaron acabar con ellos. La carta fue la noticia principal en uno de los principales noticieros de la noche en México.

La portada de Rio Doce del 19 de febrero.
La portada de Rio Doce del 19 de febrero.

Dámaso no tardó en contestar. El 19 de febrero, Javier Valdez publicaba una entrevista con un supuesto enviado de El Licenciado en Rio Doce. El narco decí­a que todo era mentira y dejaba a Los Chapitos poco menos que como unos nií±atos.

Lo que no trascendió entonces fue que la mayorí­a de los ejemplares de la revista desapareció de los kioscos antes de que nadie pudiera comprar el suyo. Lo cuenta uno de los responsables del semanario, que prefiere ocultar su nombre. Secuestraron la edición.

Alejandro Sicairos, uno de los fundadores de la revista, cuenta que además hubo amenazas contra ellos. ”Eso ocurrió cuando la pelea entre los grupos estaba en el punto más alto. Fueron muy herméticos». Sicairos, que dejó Rio Doce en 2015, cuenta que habló con Javier. ”Le dije que habí­an tenido ahí­ un descuido, pero él contestó que la nota tení­a interés periodí­stico».

La portada de La Pared del 21 de febrero.
La portada de La Pared del 21 de febrero.

Pasó lo mismo con La Pared, otro semanario de Culiacán. La Pared sale los martes y sus responsables ya sabí­an lo que habí­a pasado con Rio Doce. Cynthia Valdez, una de las encargadas, dice que el martes 22 de febrero, dos coches con dos jóvenes cada uno les siguieron a ella y a su socio. Primero fue a él. Acudió a la imprenta por la maí±ana y ya le estaban esperando. Agarró los fardos de periódicos, se fue a repartirlos y cada vez que paraba, los ”chavos» salí­an del coche y los compraban. Ella fue más tarde y topó con lo mismo. Cynthia recuerda que los chavos llevaban gorras con el número 701 grabada en la frente: 701, la posición de El Chapo en la lista que hace la revista Forbes de los más ricos del mundo.

Después de aquello, un intermediario les obligó a sacar una edición dedicada a Los Chapitos. ”Nos dijeron que sacáramos 15.000 ejemplares. Normalmente pedimos 3.000. Ellos nos dieron el dinero para que lo hiciéramos y la verdad, ya ni fuimos a recogerlos», dice Cynthia. La Pared dejó de imprimirse después de aquello.

El último número de La Pared.
El último número de La Pared.

No se sabe muy bien qué pasó después, pero las amenazas llegaron. Y alcanzaron a Javier. Así­ lo contaba la reportera Blanche Petrich en el diario La Jornadaeste martes. í‰l y su esposa viajaron a la Ciudad de México la semana pasada, explorando la posibilidad de dejar el paí­s. «En semanas recientes», escribió Petrich, «recibió amenazas de un calibre diferente al acostumbrado». De igual manera, una reportera de este diario preguntó a Valdez por su opinión sobre la detención de El Licenciado hace un par de semanas. ”Disculpa, agradezco tu interés», contestó, «pero por razones de seguridad no puedo dar declaraciones, se puso cabrona la situación».

El fiscal Rí­os asegura que no hay ninguna denuncia por amenazas, de Rí­o Doce o La Pared. Llegó al cargo a mediados de marzo, justo después de este episodio. Habló con Javier Valdez dos veces, pero él, cuenta, no le dijo nada. El director para las Américas del Comité para la Protección de Periodistas, CPJ, Carlos Lauria, opina que ”el secuestro de una revista es un hecho muy preocupante. A las autoridades mexicanas les corresponde hacer una investigación exhaustiva, oportuna y creí­ble».

Esta es la historia que cuchichean los periodistas de Sinaloa estos dí­as. Sicairos dice que escogieron a Javier ”por el impacto. Yo creo», dice, ”que se acabó la posibilidad de hacer periodismo».

Miguel íngel Vega lee el libro de su compaí±ero muerto. Para, se queda callado. Luego dice: ”Yo ya no sé si alguien está descontento con algo que yo publiqu黝. Se calla otra vez.

-¿Has pensado en marcharte?

Suspira y zanja: ”Aquí­ está mi familia, aquí­ están mis muertos».

Graciela Machuca

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