”Antes, como policí­a, ganaba 270 dólares al mes. Ahora, con el combustible, puedo sacar hasta 50.000″

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PABLO FERRI | EL PAíS

El huachicolero, retratado un dí­a de descanso.

El seí±or trata de justificarse. Amaga una excusa, aunque no pone demasiado empeí±o en defenderla. «Mira», dice, «yo se que esto está mal, pero la necesidad… Si viviera en una comunidad de pescadores, fuera yo pescador». Te puedes ir a vivir al mar… «Pues sí­, pero el dinero es muy… Vaya, ver dinero es muy adictivo. Compras todo con dinero, todo».

Acompaí±ado de su familia, el seí±or acaba de volver de unas vacaciones en Cancún. Se le ve relajado, teatralmente apesadumbrado. Una mueca entre la vergí¼enza y el orgullo. Comentarios sobre el dinero, la falta y la abundancia, trufan la conversación: lo que ganaba cuando era policí­a, lo que empezó a ganar cuando se inició en el negocio del robo de combustible, lo que puede comprar, lo que no podí­a permitirse…

Sentado en la terraza de una cafeterí­a, desmenuza su vida laboral. Mientras habla, juguetea con las llaves de sus vehí­culos, dos carros de fabricación alemana. Cuesta creer que el seí±or sea un huachicolero, uno de tantos ladrones de combustible que han puesto en jaque la gobernabilidad en esta zona del centro de México. Hace dos semanas, un grupo de ladrones como él se enfrentaron al Ejército en Palmarito, un pueblo a diez minutos de aquí­. Cuatro civiles y seis militares murieron. Fue un salto al vací­o de los huachicoleros, un ataque de una agresividad desconocida hasta la fecha. Desde entonces, más de 2.000 militares patrullan esta pequeí±a franja de tierra polvorienta.

El seí±or no quiere que aparezca su nombre por razones obvias, ni el de su pueblo, ni detalle alguno que pueda identificarlo. Tiene dos camiones y ocho depósitos portátiles con capacidad para 8.000 litros de combustible. Roba gasolina de un ducto de Pemex en uno de los municipios del triángulo rojo, la zona más afectada de todo México. Trabaja o tiene trato con la banda de El Buchanan’s, uno de los dos grandes lí­deres huachicoleros de la zona. Emplea a cuatro halcones y dos choferes cada vez que va a «cargar combustible». Y todo eso, dice, en apenas tres aí±os. «Antes ganaba 2.700 pesos -135 dólares- a la quincena, ahora puedo sacar hasta 250.000 -12.500 dólares- a la semana».

 

Graciela Machuca

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