¿Todaví­a quedan misterios por descubrir del mundo maya?

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Expertos en arqueologí­a explican lo que realmente centra sus investigaciones y qué se puede esperar

Mí“NICA CRUZ | VERNE

Cuando el pasado 7 de mayo medios de todo el mundo se hicieron eco del supuesto hallazgo de una ciudad maya por parte del joven canadiense William Gadoury, varios especialistas en la materia lo pusieron en duda.

Entre otras cosas, seí±alaban, porque el trabajo de investigación cientí­fica de un arqueólogo es algo muy serio que suele implicar varios aí±os de búsqueda. Pero ¿es posible que exista un sitio del tamaí±o de Uxmal (Yucatán) o Tikal (Guatemala) aún sin descubrir? ¿Podemos dejar la puerta abierta a nuevos hallazgos? Los expertos responden:

«Es imposible que una ciudad con estas dimensiones haya pasado desapercibida», dice Tomás Barrientos, arqueólogo de la Universidad del Valle de Guatemala. «Pero todaví­a existen asentamientos medianos o pequeí±os que no se conocen o se conocen poco».

Muchos de estos vestigios inexplorados se encuentran en la zona selvática que abarca el sur de Campeche, Tabasco, parte de Chiapas que termina en la zona del Altiplano de Guatemala, al sur del paí­s, explica Barrientos. «Por las condiciones geográficas es muy complicado caminar por esos terrenos, por eso ayuda mucho ver cosas desde arriba, ya sea con fotografí­as aéreas o satelitales. Antes, claro, se tiene que tener un conocimiento de lo que se está buscando y se obtiene a través de estudios y documentación».

El arqueólogo estima que en esta zona, que se le conoce como tierras bajas mayas, existen alrededor de 1.000 sitios arqueológicos ”de los cuales se conoce a fondo tal vez un 10%, por las dificultades del terreno».

Un sitio inexplorado no necesariamente es un sitio desconocido, explica Marcos Pool, arqueólogo de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). «La gente puede encontrar vestigios en la selva en los que no se ha hecho investigación, pero eso no significa que no hayan sido reportados o registrados por algún instituto o universidad. Tal vez no se han hecho investigaciones en esos lugares por falta de recursos».

Barrientos agrega que los arqueólogos enfocan sus investigaciones a sitios ya descubiertos. «Solo en Guatemala hay por lo menos 3.000 sitios arqueológicos que conocemos y no han sido explorados completamente», comenta. «Hay que concentrarnos en los que ya conocemos y hacer seguimiento de otras investigaciones, así­ es como se va creando el conocimiento, no podemos comenzar de cero».

Pool estima que los grandes sitios arqueológicos mayas en México y Centroamérica solo se han explorado un 10%. «La cantidad de investigación que se ha hecho es importante, pero es mí­nima en comparación a lo que falta por descubrir», comenta.

No somos Indiana Jones

Una investigación arqueológica no puede realizarse sin financiamiento, asegura Barrientos: «Conseguir fondos es un trabajo en sí­ y puede llevar aí±os. Para encontrar este apoyo es necesario que los proyectos de investigación tengan un enfoque especí­fico con preguntas especí­ficas, no se puede simplemente proponer la exploración de un lugar así­ porque sí­».

El doctor en antropologí­a por la Universidad Vanderbilt es parte del equipo de investigación del sitio arqueológico La Corona, en el oeste de Guatemala, en la zona del Petén. Desde hace cuatro aí±os estudia inscripciones jeroglí­ficas que datan del siglo VII y que documentan la vida y obra de reyes o altos gobernantes mayas, así­ como sus rituales y ceremonias religiosas.

Las investigaciones sobre este sitio arqueológico comenzaron en los sesenta, cuando se le conocí­a como Sitio Q. Como explica Barrientos «a veces, cuando se reporta sobre un descubrimiento arqueológico en la prensa parece que tomó unos cuantos dí­as, pero el resultado es la acumulación de aí±os, a veces de décadas de estudio, algo que no se pueden hacer por Internet y sin una formación profesional».

Los descubrimientos arqueológicos suceden en un laboratorio o universidad y no en una misión por la selva, asegura Pool. «Cuando hablamos de descubrimiento arqueológico pensamos en Indiana Jones en busca de grandes vestigios, pero está relacionado con la investigación y el estudio de literatura antropológica».

En los últimos aí±os, Pool, que estudia los asentamientos mayas del norte de Yucatán, realiza investigaciones sobre los itzá, grupo que habitaba en la zona. «Tradicionalmente se definí­an como un grupo étnico, pero ahora se está repensando su clasificación y se cree que era un grupo religioso o una clase gobernante. Se proponen muchos modelos e interpretaciones del urbanismo y la organización social de los mayas, es imposible hablar de una historia absoluta, cuando hablamos de sociedades tan antiguas».

Los arqueólogos incluso cuestionan la existencia de los mayas como un grupo o una sociedad conjunta, agrega el arqueólogo. «Hay mucha polémica sobre la existencia del término maya en las escrituras mayas, muchos lingí¼istas dicen que el término no existe. Las fuentes históricas nos hablan de una lengua maya, pero esa fue interpretación de los conquistadores espaí±oles en el siglo XVI. La gente no se identificaba como maya sino como xiu, cocom, ah canul, por ejemplo, pero no sabemos si eran etnias o familias o clases sociales. Todo eso se está replanteando, se busca una forma distinta de ver a esta cultura. Estos son los temas importantes».

Graciela Machuca

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