ROGELIO HERNíNDEZ

No hubo ambiente de fiesta ayer en la entrega anual de los premios del Club de Periodistas. Cuando Celeste Sáenz de Miera se colocó en el atril, guardaron silencio los 418 asistentes al evento.

La miraba fijamente Arnulfo Domí­nguez, enviado del Presidente, quien como muchos esperaba un mensaje mesurado y amable como es ella; pero Sáenz alzó la voz y sus palabras punzaron: ”Vivimos momentos oscuros».

Al hablar de México soltó: ”¿Qué pasa con las Miroslavas, los Ricardos, los Cecilios, los Armandos (nombres de los periodistas asesinados recientemente), que no ceden al espacio del engaí±o?».

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Infirió que, como ellos, otros seguirán haciendo periodismo aunque ”se topen con balas, las (otras) balas de la corrupción, inoperancia, ineptitud y lo peor, la impunidad…».

Y Arnulfo atendí­a esas palabras y endurecí­a más el rostro.

”Estamos aquí­ vestidos de tragedia y de llanto —agregaba mientras la voz se le descomponí­a— ¡Todo pasa y no pasa nada! Con más de dos mil atentados a periodistas en seis aí±os y sólo tres resueltos no hay mucho más qué decir.

El silencio respetó a la secretaria general del club. La miraban todos los asistentes. Al micrófono llegó el presidente ejecutivo, Mario Méndez Acosta, y fue todaví­a más directo: ”La situación de desamparo de los periodistas se hace, dí­a con dí­a, aí±o con aí±o, más acentuada e intolerable». Arnulfo permanecí­a impávido, no moví­a los músculos faciales.

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Refirió la muerte de Miroslava Breach, la tercera en marzo, y agregó: ”de estos, nos informan que 50 por ciento son causados por autoridades corruptas que desean silenciar».

Cuando se llamó al enviado de Presidencia, José Arnulfo Domí­nguez, como tercer orador, se escuchó un murmullo de expectación.

El director general de Medios Estatales de la Presidencia de la República dejó los saludos de Peí±a Nieto. Casi de inmediato agregó: ”Hoy colaboro ahí­, pero reclamo aquí­ mi lugar de reportero, porque esa es mi condición profesional». ”A pesar de los contratiempos el Presidente lo ha dicho de muchos modos, seguirá habiendo respeto a la libertad de expresión, de prensa. Por eso se condena enérgicamente los asesinatos», dijo, sin referir la existencia de la fiscalí­a especializada de la PGR, multiseí±alada de ineficacia.

Tras él comenzó la entrega de premios. Luego de los internacionales se llamó a Raymundo Riva Palacio por la aportación del noticiario de Canal 40, El primer café, pero no asistió.

El segundo de los profesionales mexicanos reconocido fue Héctor de Mauleón, cronista exhaustivo de crí­menes emblemáticos y, por ello, amenazado de muerte. Y también él comenzó con la recriminación:

”Más de 500 agravios este aí±o a periodistas. Estos son dí­as de plomo, de acallar, de silenciar… la oscuridad nos cubre cuando dejar de decirse las cosas por su nombre. Por eso —pidió a todas y a todos— tenemos que aferrarnos a las palabras»…

Hasta el final de las entregas de pergaminos y medallas, Arnulfo, el periodista en la Presidencia de la República, mantuvo la adustez del rostro. Es que no hubo ambiente de fiesta en el Club de Periodistas.

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Graciela Machuca

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