México pide perdón a Teresa, Alberta y Jacinta encarceladas injustamente

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El Estado mexicano, obligado por una sentencia, pedirá perdón por primera vez a tres indí­genas encarceladas injustamente

JACOBO GARCíA | EL PAíS

La indí­gena Teresa González junto a su familia en su casa de Querétaro

Las indí­genas Teresa, Alberta y Jacinta pasaron tres aí±os y ocho meses encarceladas por tres delitos: mujer, indí­gena y pobre. Por todo ello estuvieron 1.335 dí­as tras las rejas acusadas de un secuestro inverosí­mil. Eso es lo que sostiene un tribunal federal, que no solo las dejó en libertad, sino que ha obligado a las instituciones a pedir perdón; en voz alta y en lugar visible.

Este martes, por primera vez en la historia, el Estado Mexicano, obligado por una sentencia emitida por un tribunal nacional, se disculpará públicamente ante las tres, durante un acto en el museo de Antropologí­a de la capital.

La Procuradurí­a General (PGR), a través de su titular, Raúl Cervantes, reconocerá su inocencia y pedirá perdón a las indí­genas por las mentiras y abusos cometidos para mantenerlas en la cárcel, tras una sentencia del Tribunal Federal de Justicia Administrativa (TFJFA), que ordenó la reparación del daí±o por la condena a 21 aí±os de cárcel por el secuestro de seis policí­as.

”Es emocionante. Se trata de una gran victoria después de todos estos aí±os tan duros» explica cansada Teresa González, de 32 aí±os, recién llegada a la Ciudad de México de su comunidad en Querétaro. ”Espero que esto ayude a cambiar. Quiero que los indí­genas escuchen el perdón, que sepan que tienen derechos y que esto ayude a otros que están viviendo lo mismo que pasé yo».

En la cárcel hay muchos indí­genas como nosotras pagando por un delito que no cometieron

Seis aí±os después de dejar la cárcel, Teresa, indí­gena hí±í¤hí±ú, dice que tiene pesadillas cuando sueí±a ”que tocan a la puerta de la celda para pasar lista».

El calvario de Teresa, Jacinta Marcial y Alberta Alcántara comenzó un domingo de marzo de 2006 por una bronca callejera entre los vendedores ambulantes del pueblo y un grupo de policí­as.

Las tres comadres vendí­an muí±ecas de trapo, verduras y aguas frescas en la plaza de Santiago Mexquititlán, Querétaro, cuando seis agentes federales se presentaron en el lugar con intención de decomisar presunta mercancí­a ilegal.

Sin embargo, la operación terminó en trifulca cuando los vendedores plantaron cara y la policí­a destruyó parte de la mercancí­a. Iracundos, los comerciantes retuvieron a los agentes mientras exigí­an el pago de los destrozos. Aquel domingo terminó cuando los policí­as abandonaron el lugar, dejando a dos compaí±eros como garantí­a, y volvieron humillados y con el dinero horas más tarde.

El acto enví­a un mensaje muy fuerte a la PGR en contra de la corrupción y hacia los indí­genas cuyos derechos son violados

Pero la venganza regresó al pequeí±o pueblo cuatro meses después.

La policí­a detuvo en su casa a Teresa, Alberta y Jacinta —quien no hablaba espaí±ol—y fueron condenadas con una surrealista sentencia; tres mujeres de metro y medio de altura, condenadas a 21 aí±os y de cárcel por el secuestro de seis policí­as de la Agencia Federal de Investigación (AFI), el cuerpo de élite creado por Vicente Fox para combatir el crimen organizado.

El caso llegó a oí­dos de Amnistí­a Internacional y el Centro de DDHH Miguel Agustí­n Pro Juárez (Centro Prodh) quien se hizo cargo del cargo y emprendió una batalla legal que termina hoy al lograr una disculpa sin precedentes. Una anomalí­a en un contexto donde entre el 95 y el 98% de lo delitos quedan en la impunidad.

”La importancia no es solo por ser la primera ocasión en que una dependencia acepta su error, sino porque manda un mensaje fuerte; primero frente a la institución, porque creemos que el problema de impunidad en el paí­s tiene que ver también con los actos corruptos de los funcionarios que no tienen consecuencias. Y segundo, es un mensaje de las tres mujeres a las miles de ví­ctimas indí­genas cuyos derechos son violados continuamente» explica Mario Patrón, director del Centro Prodh.

Anteriormente en México ha habido actos de perdón público pero siempre por imposición de tribunales internacionales. En este caso la sentencia obliga a que sea uno de los pesos pesados en la estructura del Estado, el Procurador General de la República, Raúl Cervantes, sea quien pronuncie la palabra ”disculpa».

”En la cárcel hay muchas indí­genas como nosotras pagando por un delito que no cometieron, pero sus casos no son conocidos o no tienen dinero para pagar un abogado» dice Teresa, que estaba embarazada de ocho meses cuando fue detenida.

Durante la conversación dice no tener rencor, pero repite varias veces: ”mi hija no merecí­a haber nacido en ese lugar» al referirse al nacimiento de su segunda hija en el interior de la prisión.

El premio Nobel Gabriel Garcí­a Márquez rompió el protocolo y eligió un colombianí­simo liquiliqui para recoger el Nobel en Estocolmo. Este martes, Teresa, utilizará la colorida camisa cosida en su comunidad para escuchar las disculpas en la capital.

El lugar escogido del histórico perdón, el museo Nacional de Antropologí­a, aí±ade simbolismo al acto. Diseí±ado por Pedro Ramí­rez en 1963 es uno de los museos más importantes del mundo por reunir las mejores piezas prehispánicas de América. Un homenaje a la tradición, la resistencia y las raí­ces indí­genas al que, de alguna forma, también pertenece la lucha de Teresa, Alberta y Jacinta.

 

 

Graciela Machuca

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