Los Nobel que no amaban a las mujeres

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Tantos aí±os a dieta, envolviéndonos en vendas frí­as, aplicándonos cremas adelgazantes, sometiéndonos a cirugí­as para quitar de aquí­ y poner allí­ y ahora resulta que las mujeres no damos la talla. Quedamos moní­simas desfilando en las pasarelas pero nada de subir a recoger premios a un estrado. Nos visten de lentejuelas y purpurina pero como mentes brillantes tampoco destacamos. Entre las mujeres que nunca hicimos historia según Playmobil y las que no hacemos nada relevante para la humanidad según los Nobel, menudo aí±ito llevamos.

De 881 premios en sus más de 100 aí±os de historia tan sólo el 5,5% han sido concedidos a mujeres. Lo han leí­do bien: sólo el 5,5%. Si hiciéramos una ilustración con todos los galardonados, encontrar a estas mujeres serí­a tan difí­cil como encontrar a Wally en una batalla entre cientí­ficos, economistas y literatos. Y aún con gráficos y monigotes incluidos todaví­a hay personas que no ven el problema por ninguna parte. A dí­a de hoy, en las universidades se matriculan más mujeres que hombres, nosotras obtenemos más tí­tulos y sin embargo apenas llegamos a representar el 15% en los altos cargos. Las cifras son preocupantes pero lo es mucho más que nos desentendamos de la situación. Las mujeres desaparecen por el pasillo hacia los puestos directivos y en lugar de preguntarnos qué sucede, somos capaces de soltar topicazos del tipo «será que no lo merecen».

Pero estas personas que ni se despeinan porque sus jefes sean siempre hombres y los que reciben las medallas vistan de traje y corbata, sí­ llevan realmente mal que alguien lo cuestione. La desigualdad es bien; reclamar un mundo más justo, no. He recopilado una selección de los greatest hits que suelen utilizar para cortar la conversación de una forma elegante porque en realidad lo que no les apetece es que alguien les haga pensar demasiado:

«A ellas no les interesan las carreras cientí­ficas». No, no es una frase de Pablo Motos, es la cantinela que nos despacharon los primeros filósofos y que se ha venido repitiendo cual meme pegadizo a lo largo de la historia: los hombres son de la razón y las mujeres, de la emoción. Siento defraudaros: en las facultades de ciencias también hay más mujeres que hombres, graduadas, doctoras y haciendo el postdoctorado. Lo que pasa en los laboratorios sigue siendo un enigma, aunque algún aventurado Premio Nobel se atrevió a decir que las mujeres allí­ estorban porque lloran y se enamoran (tras la respuesta de miles de cientí­ficas en Twitter ¡vaya! perdió su trabajo).

«Se lo tendrán que dar a quien de verdad se lo merezca». Lo que equivale a afirmar que las mujeres no nos lo merecemos. Ala, carpetazo. Para qué nos vamos a poner ahora a analizar lo del «techo de cristal», la homofilia, los permisos de paternidad, la conciliación familiar, la diferencia de salarios, la falta de paridad en los jurados, la invisibilidad de las mujeres en el ámbito profesional… Una posible respuesta es ponerte a dar nombres a mansalva: Lise Meitner, Rosalind Franklin, Joyce Carol Oates, Hilary Mantel, Hawa Abdi, Susan Athey… ¿que no te suenan de nada? ¿de eso quién tiene culpa?

«Ellas dan menos valor a su carrera profesional». Si esto además lo acompaí±as de uno de esos artí­culos de algún pediatra (hombre) que asegura que una mujer no puede trabajar y tener hijos, otro sobre las teorí­as del apego, otro sobre la necesidad de la lactancia materna y algunas sesiones de hipnoterapia para eliminar de nuestra memoria todos los bebés de juguete a los que hemos limpiado las caquitas imaginarias… Ya lo bordamos. En este epí­grafe también estarí­an los que apostillan que las mujeres «no dejan a sus maridos que se ocupen de los hijos».

 

huffingtonpost.es

«Olvidamos citar todas las áreas en las que la presencia femenina es mayor». Uyyy, pero qué buena observación. A mi se me ocurren dos: limpiando retretes y ofreciendo servicios sexuales. Podí­amos abrir una petición en Change.org para que incluyan estas dos categorí­as en los premios del aí±o que viene. «Y el Nobel al Uso Más Eficiente De La Escobilla De Water, goes to….» Esta sí­ serí­a una medida equitativa, no se cómo no han pillado a estos lumbreras para dirigir las áreas polí­ticas de igualdad. Seguro que son de los que argumentan que la violencia de género también se ejerce hacia los hombres.

«Lo que vemos en el cine, la tele y la publicidad no influye». Ningún cambio es posible si nuestro imaginario sigue representando a las mujeres por su belleza fí­sica y a los hombres por sus logros profesionales. De esto también hay estadí­sticas: ellos copan los puestos de poder, empresa y deporte y ellas los de modelos, actrices y amas de casa. Todos sabemos que la aparición de las mujeres en los medios es inversamente proporcional a la cantidad de ropa que llevan.

Estas y otras muchas frases hechas son utilizadas como comodí­n para no ahondar en las verdaderas causas que generan que en unos premios tan relevantes no haya ninguna mujer protagonista. Las personas que las emplean no sólo demuestran una capacidad nula de empatí­a con el género femenino sino falta de información, de interés y una vangancia extrema.

Graciela Machuca

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