Guerrero: Parteras indí­genas luchan contra la muerte materna en la Costa Chica y la Montaí±a

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A primera hora de la maí±ana, Hermelinda Tiburcio junto con su compaí±era Paulina Baltazar salen a recorrer comunidades de la Costa Chica y la Montaí±a de Guerrero, al sur de México. Las rutas son difí­ciles de atravesar, ya que son caminos de terracerí­a sin una ruta trazada, lo cual implica varias horas de viaje.
Ambas son integrantes de la organización K’inal Antzetik Guerrero (Tierra de mujeres, en lengua maya tzeltal), quienes han conformado en las comunidades indí­genas una red de parteras certificadas y promotoras comunitarias en salud.
En Kinal Antzetik Guerrero se trabaja principalmente la prevención de la muerte materna a través del acompaí±amiento integral, empoderamiento a las mujeres, y fortaleciendo la autoconcepción de la mujer sobre su cuerpo para que se asuma dueí±a de él.

Y todo esto lo hacen a través de pláticas; talleres sobre salud sexual; promoción de la equidad de género; acompaí±amiento durante y después del embarazo; asesorarí­a en cuestiones legales y denuncias sobre la violencia obstétrica; así­ como a través de la capacitación constante con clases de cómputo. Y todo en lengua indí­gena (mixteco y amuzgo).

Esta red está integrada por 60 parteras certificadas a través de un examen de conocimiento ante el sector salud, quienes actualmente atienden a cerca de 600 mujeres al aí±o, no sólo en el acompaí±amiento del embarazo, sino también en la asesorí­a, consultas y visitas a las comunidades.

Que Hermelinda y Paulina sean integrantes de esta organización no es fortuito: ”Al ver a mi alrededor y darme cuenta lo que pasa con las mujeres es imposible no hacer nada. Mi abuela y mi tí­a, la hija mayor de mí­ abuela, murieron en el parto», dice Hermelinda a Animal Polí­tico.

”Sé de comunidades como la de Rí­o Iguapa, municipio San Luis Acatlán, que viven en condiciones terribles; no cuentan con servicios de salud y transporte, las mujeres sufren mucho, no tienen otra opción más que morir o parir», agrega la defensora indí­gena.

Hermelinda estudió una Licenciatura en Psicologí­a y una maestrí­a en Humanidades. Para ella ”las mujeres no les pertenecen a nadie, son seres libres».

Médicos ignoran el trabajo de las parteras

Pero esta misión de proteger a las mujeres durante su embarazo, en algunos casos se ve entorpecida por los propios médicos que atienden en las comunidades rurales de Guerrero.

Le ocurrió a Ancelma Santiago cuando nació su nieta. A pesar de ser una partera con muchos aí±os de experiencia —e incluso estar certificada— los médicos la ignoraron y ella tuvo que atender el parto de su nuera.

”Los servicios de salud las ven como competencia porque hacen notorio el descuido en su trabajo, esto está mal, lo que se necesita es trabajar en conjunto», advierte Hermelinda, quien explica que todo eso sucede a pesar de que se incluyó una fracción al artí­culo 64 de la Ley General de Salud para que en la organización y operación de los servicios destinados a la atención materno-infantil se establezcan mecanismos para la educación y reconocimiento de la atención de las parteras indí­genas.

Lina Rosa Berrio Palomo, doctora en Antropologí­a Social e integrante de Kinal Antzetik, indica que en 2014 (según datos de los certificados de nacimiento de la Secretarí­a de Salud) más de 30 mil recién nacidos fueron asistidos por parteras. Además, calcula que en la actualidad 15 mil parteras indí­genas acompaí±an a cientos de mujeres en el proceso de dar vida en todo el paí­s.

Según el Fondo de la Población de la ONU, en su programa Fortaleciendo la Parterí­a Profesional para Disminuir la Mortalidad Materna, ”la parterí­a competente reduce los í­ndices de mortalidad materna en la medida que la partera hace un acompaí±amiento de todo el proceso reproductivo e incide en que la mujer la tenga como referente, que la mujer se empodere de información y tome medidas para auto cuidarse,» dice Ana Labandera, presidenta de la Federación Latinoamericana de Obstetras.

Pero además, las parteras también enfrentan amenazas por su labor.

Por ejemplo, Hermelinda ha sufrido amenazas e incluso intentos de homicidio. El más reciente ocurrió en 2015, cuando denunció ante el Ministerio Público de Chilpancingo —la capital de la entidad— a un hombre que maltrataba a su esposa. En represalia el marido las amenazó e intentó hacerle daí±o.

Ventajas de la parterí­a tradicional

La organización Kinal Antzetik pide a sus parteras que siempre estén al pendiente de sus pacientes, que acudan al domicilio, que cuenten sus experiencias como madres y parteras, que las animen y que les platiquen cómo será el proceso de parto.

”Hay casos donde las parteras van más allá. Les dan té a las embarazadas para que la panza se caliente, les colocan un trapo en la cabeza para que no les caiga el frí­o del sereno, las baí±an en temazcal para que el bebé no sienta el frí­o», explica Hermelinda.

La partera también realizan cuidados posparto. Le hacen el baí±o tradicional de temazcal por 10 o 12 dí­as; están al pendiente de que la mujer cumpla la cuarentena; que no cargue cosas pesadas; que beba y coma tibios sus alimentos; le preparan caldo de gallina con verduras, no cosas frí­as.

”En los hospitales te dan gelatina, comida frí­a. La partera dice que la matriz queda frí­a cuando una mujer esta recién aliviada, por ello le da hierbas que ayudan a la matriz a que esté en optimas condiciones si la mujer, más adelante, decide de nuevo embarazarse», dice Hermelinda.

Entre los casos documentados por K’inal Antzetik, en 2015, se encuentran 10 mujeres muertas por violencia en el parto (que se acercaron al servicio de salud pero no fueron atendidas adecuadamente) y 10 casos más de colocación ilegal de dispositivos intrauterinos.

En este 2016, la organización tiene el conocimiento de seis casos de colocación ilegal de dispositivo intrauterino y tres por mala atención dentro del hospital (mujeres que se defienden cuando les quieren aplicar el dispositivo, pero no se dejan y son regaí±adas por los médicos). Se trata de casos difí­ciles de denunciar, pues cuando la mujer lo hace inmediatamente es amenazada con retirarle el apoyo gubernamental que recibe.

Datos del Observatorio de la Mortalidad Materna en México (OMM), revelan que 846 mujeres murieron al momento de dar a luz en Guerrero entre el 2002 y 2013. Un aproximado de 94 por aí±o.

Para el censo de 2014, el OMM en sus datos preliminares estimaba a nivel nacional 893 defunciones y para 2015 un aproximado de 683. En el caso de Guerrero se observó una reducción del 5 %, según la doctora Lina Rosa Berrio, integrante y asesora de Kinal Antzetik.

Para la especialista, esa disminución de los casos de muerte materna respecto al 2015, es gracias al trabajo de organizaciones como Kinal Antzetik.

El temor de denunciar

K’inal Antzetik tiene documentadas pocas denuncias de mujeres. ”Sabemos de muchos casos, más de los que se animan a denunciar, pero la mayorí­a no lo hacen por temor a perder programas de asistencia social que otorga el gobierno como el Prospera’, no pueden decir quién fue el doctor que las atendió mal porque se pueden enterar y le quitan el apoyo, no sólo a ellas sino a sus hijos».

Según el Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social (CEIDAS 2014) quien retoma estadí­sticas del INEGI, Guerrero es la entidad con el peor indicador de mortalidad materna, al presentar una tasa de 91 decesos por cada 100,000 nacidos/os vivos.

En entrevista con la abogada Martha Figueroa Mier, directora del COLEM (Colectivo de Encuentro Entre Mujeres COLEM), la razón por la que no hay registro en ministerios públicos sobre denuncias de colocación ilegal de dispositivos intrauterinos sin consentimiento de las mujeres, se debe a que no están informadas sobre sus derechos; los ministerios públicos están alejados y cuando atiende los hacen sin perspectiva de género; son inducidas de manera violenta por el tema de la pobreza o las amenazan con retirarles programas sociales en caso de presentar una denuncia.

Es por eso que muchas de esas denuncias solo son conocidas por las organizaciones sociales que les apoyan, pues al generarse un lazo de confianza comienzan a denunciar ese tipo de tratos, indica Figueroa Mier.

La realidad es que los casos de mujeres indí­genas de Guerrero a las que se ha querido imponer un tratamiento anticonceptivo sin su consentimiento no se denuncian por temor a perder los apoyos sociales; en tanto las autoridades del sector salud de Guerrero lo niegan, presumiendo buenos resultados, y las organizaciones defensoras de los derechos reproductivos cuestionan los métodos oficiales de presión y chantaje para prevenir muertes maternas y embarazos. Por el momento una alternativa que ha funcionado para combatir la mortandad en los partos es la implementación de una red de parteras que acompaí±an a las mujeres durante sus embarazos.

animalpolitico.com

Graciela Machuca

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