Brasil: Después del golpe en riesgo los derechos de las mujeres

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Soledad Jarquí­n Edgar, enviada

SemMéxico, Medellí­n, Colombia, 15 septiembre 2016.- El golpe de Estado contra Dilma Rousseff es un golpe contra el pueblo brasileí±o. Para Dilma fue su segundo golpe de Estado y este último fue directo contra ella.

Hoy, los derechos conquistados por la clase trabajadora y las mujeres están en riesgo, dice Ana Carolina Costa Lacerda, interna de Relaciones Públicas de la Casa da Mulher Trabalhadora (Camtra) del paí­s sudamericano.

En entrevista para SemMéxico, la joven activista dice que mucho se avanzó durante los últimos 13 aí±os de gobiernos progresistas en la conquista de derechos para las mujeres y de las trabajadoras, derechos que hoy peligran.

Costa Lacerda es tan joven que apenas tení­a un aí±o de edad, cuando hace 19 se fundó la Casa de la Mujer Trabajadora y cinco cuando Lula Da Silva emprendió las reformas que hoy le preocupan.

Pero no hay mal que por bien no venga

Para el ”golpista» Michel Temer las protestas no cesan y estos movimientos en las calles brasileiras tiene una base social compuesta por una mayorí­a de mujeres, quienes empezaron las manifestaciones, en dos aí±os, el pueblo estará frente a una nueva oportunidad, dice Ana Carolina Costa Lacerda al referirse a las elecciones.

La ahora ex presidenta ha dicho que se trató de un golpe de Estado misógino — le digo recordando una de las frases del discurso de Rousseff tras su destitución hace unos dí­as-. Ella sonrí­e con discreción y confirma que sí­, la frase fue acuí±ada por la ex presidenta.

Advierte que el mensaje es claro para las mujeres de su paí­s: la polí­tica y el poder no son para las mujeres.

El esfuerzo de Dilma Rousseff en su propia defensa es motivo de admiración entre la población, otros presidentes prefirieron renunciar. Ella se defendió y estuvo un dí­a completo respondiendo a las preguntas de diputados y senadores.

Ella se quedó hasta el fin, se quedó mostrando que no tení­a ninguna culpa que era un golpe contralas mujeres y sus derechos, por no sucumbir a la voluntad de estos hombres golpistas.

Las reformas para las mujeres

Costa Lacerda refiere que entre los avances logrados en las dos últimas administraciones de Lula Da Silva y de Dilma Rousseff destacan la ley Maria da Penha ( aí±o 2006), creada especí­ficamente para reconocer la violencia contra las mujeres: la violencia fí­sica, patrimonial, psicológica y verbal.

A raí­z de ella, se creó un registro estadí­stico con las denuncias, es confiable, además de medidas de restricción y alejamiento del victimario, y lo mejor, la sociedad sufrió una concientización de que la violencia contra las mujeres es un crimen.

En tanto que con Dilma Rousseff se creó una ley para castigar el feminicidio como un crimen de odio hacia las mujeres, la misma ex presidenta destituida agregó dos causales a la interrupción legal del embarazo: malformaciones del feto y cuando la vida la mujer corre peligro.

Derechos que ahora podemos perder, insiste.

Luego plantea que una mujer en la Presidencia de la República es importante. La presencia de Rousseff se notó, pudimos comprobar lo que podemos alcanzar las mujeres con mujeres en el gobierno.

El retroceso está en marcha

Ana Carolina Costa Lacerda dice que el retroceso está en marcha: se han empezado a prohibir todas las gestiones de género.

Un ejemplo de ello es el proyecto ”escuela sin partido», en las que está prohibido cualquier discurso de cuí±o polí­tico por parte del profesorado y los derechos humanos de las mujeres pueden ser encuadradas dentro de esa práctica.

En algunos congresos municipales son vetadas las discusiones que contienen la palabra género y en algunos planes municipales de educación se prohí­be mencionar la ideologí­a de género.

Es preocupante, afirma, mientras le recuerdo la imagen de la noticia que dio la vuelta al mundo sobre una adolescente violada por 33 hombres.

Dice que aunque es un caso aislado, pero la violencia sexual es un asunto común en Brasil, y sucede en todos los estratos sociales.

Recuerda que en ese paí­s la cultura de la violación fue instituí­a por la dictadura militar que en 1964 se instauró en Brasil a lo largo de 21 aí±os. Incluso Dilma (Rousseff) fue torturada.

Hoy, después de aquel Estado misógino y que Dilma volvió a calificar como tal en este siglo XXI, se sigue culpando a las mujeres que sufren una violación sea dentro del matrimonio o como sucede a muchas nií±as y adolescentes violadas sexualmente por algún familiar dentro de sus casas.

Aunque la violencia sexual no tiene justificación de esa manera la gente ”la justifica», dice haciendo con sus manos las comillas.

En el caso de la violación tumultuaria a la adolescente, muchas personas decí­an que a ella le habí­a gustado y otros poní­an por delante que estaba involucrada en drogas, pero no existe ninguna justificación contra una violación sexual.

En Brasil, dice, la legislación castiga con penas severas la violencia sexual pero muchas veces no es suficiente frente a la cultura, resulta contradictorio. Explica el caso de una menor de 12 aí±os violada y embarazada por su padre, al final el fiscal terminó diciendo que a la nií±a le gustó la relación sexual con su padre y por tanto debí­a seguir con el embarazo, negándole el derecho al aborto.

La esperanza

La interna de Relaciones Internacionales de Camtra guarda algo al final.

El proceso contra Dilma (Roussseff)ha generado el surgimiento de un movimiento masivo en las calles del cual podrí­an surgir nuevos liderazgos que en dos aí±os más, cuando sean las elecciones presidenciales de Brasil, podrí­an tener alguna consecuencia, hay muchas mujeres con un gran protagonismo, pero podrí­a surgir una mujer o puede ser un hombre.

No sé si a Dilma Rousseff le queden fuerzas para volver a la polí­tica, si fuera mi caso yo no volverí­a nunca.

Graciela Machuca

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