Miradas de reportero: Entre periodistas, otra vez el miedo

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Por Rogelio Hernández López

Otra vez, decenas y quizá cientos de periodistas profesionales en el paí­s se alertaron desde el 8 de febrero al enterarse del secuestro de la reportera de policia Anabel Flores Salazar en Orizaba, Veracruz. El nerviosismo creció desde el dí­a siguiente cuando se encontró su cuerpo, con signos de violencia ensaí±ada, en una población conlindante de Puebla.

Desde ese momento comenzaron a aparecer profusamente, como en caja de pandora, más datos de otras y otros colegas amenazados, agraviados en varias entidades. Nuevamente reapareció el miedo entre nosotros porque nada parece frenar el largo ciclo de agresiones, muertes y desapariciones.

Junto con las denuncias mediáticas de estos dí­as también retumbaron dos preguntas: ¿No pueden o no quieren los gobernantes proteger a periodistas en ejercicio? ¿Qué podemos hacer para disminuir los riesgos?

De la primera cuestión, ya confirmamos la inutilidad de los gobernantes de todos los partidos frente a este fenómeno que inició en el 2000. De la segunda, en varias entidades se han iniciado procesos para vencer una de nuestras vulnerabilidades: la dispersión y la desorganización de periodistas. Pero la falta fuerza a ese proceso.

EL NUEVO CICLO

El nuevo ciclo de agravios de 2016 no inició el 8 de febrero.

Sabemos que desde el 20 de enero, el Foro de Periodistas de Morelos mostró serias preocupaciones por riesgos de al menos ocho colegas dse esa entidad debido a que el gobierno de Graco Ramí­rez es omiso deliberadamente en el mecanismo estatal de protección; el 21 supimos del asesinato de Marcos Hernández Bautista en Oaxaca; el 22 ocurrió el crimen contra Reinel Martí­nez Cerqueda en la misma entidad; el 25 se difundió que en Guanajuato —otrora tranquilo en el tema– ya son 14 los agredidos por polí­ticos; el dí­a 26 el reportero Pedro Tamayo Rosas, de Tierra blanca Veracruz decidió desplazarse con todo y familia hacia Oaxaca luego de haberse salvado de un secuestro; el 27 del mes Ricardo Alemán informó en su columna haber recibido inumerables amenazas de muerte por sus textos que denuncian los vinculos con tráficantes de drogas de ”el Campeón» (Julio César Chavéz).

El 8 de febrero se supo, por redes sociales y medios digitales de Veracruz del secuestro de la reportera Anabel Flores Salazar, El dí­a 9 familiares y peritos de Veracruz y Puebla encontraeron su cuerpo. Fue un asesinato. El hecho suscitó reacciones de todos los organismos internacionales defensores de libertad de expresión y de derechos humanos y en México llegó otro clima de reclamos y exigencias para que se investigue el crimen y se conozcan las causas.

En ese ambiente, periodistas de diversas entidades enteraron a la Red de Periodistas de a Pie y a la Casa de los Derechos de Periodistas de otros agravios. Estos son los datos que se recibieron:

El mismo 8 de febrero, en Mérida Yucatán se encontró en su casa y sin vida al periodista de espectáculos, Gonzalo Manzanilla Escobedo; en Guerrero, el periodista Miguel íngel Arrieta Martí­nez, editor de El Guerrerense, denunció amenazas; ese dí­a Artí­culo 19 presentó un informe detallado de 23 periodistass desaparecidos en México desde 2003; el diario digital Chiapas Paralelo informó de manifestaciones y hasta huelgas de hambre del Frente de Editores de Medios de Comunicación y otros periodistas por discriminación y maltrato del gobierno del estado.

El 9 de febrero la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas (CEAPP) de Veracruz informó que tení­a 47 casos de periodistas amenazados, cuatro de este aí±o; periodistas de Córdova y región central de Veracruz se atrevieron a firmar una carta con la exigencia de parar la masacre de informadores en el estado (17 asesinados) y demandaron a los funcionarios ”que dejen la opacidad y realmente se pongan a trabajar… si no es demasiado pedir.»

Ese dí­a en Nuevo León, el periodista Ví­ctor Badillo, corresponsal de CNN, recibió mensajes donde se incluí­an amenazas hacia su persona y familia; en la Ciudad de México, el reportero del semanario Proceso, ílvaro Delgado Gómez, denunció amenazas de muerte.

El 10 de febrero, en Puebla, los editores del periódico digital, Lado B denunciaron las amenazas contra la reportera Aranzazú Ayala; en Chilpancingo Guerrero el corresponsal de Proceso, Ezequiel Flores Contreras, fue amenazado de muerte por el perredista ex alcalde de Acapetlahuaya, Roger Arellano Sotelo; en Tabasco, la Asociación de Periodistas condenó la agresión que recibió el reportero Pedro Sala Garcí­a por un grupo que allanó su domicilio e intento matarlo; en Oaxaca, dos hombres armados amenazaron a la periodista Martha Izquierdo, corresponsal de SemMéxico en el Istmo de Tehuantepec, cuando se encontraba en la estación de radio que ella dirige….

Desde el mismo 10 de febrero comenzaron a manifestarse publicamente grupos pequeí±os de periodistas en algunas poblaciones pero en forma aislada; las protestas públicas siguieron 11 y 12: Orizaba, Cordova, Xalapa, Chilpancingo, Oaxaca, Mexicali, La región Lagunera, Colima e inusitadamente en 9 municipios grandes de Puebla. Pero no en muchos más. La falta de unidad y mala organización entre periodistas es uno de los cinco factores que nos vulnerabilizan.

Por todo ello, desde hace un aí±os hemos propuesto a colegas del paí­s crear redes de autoprotección entre periodistas, sin filias ni fobias. En la siguiente columna les propondremos medidas concretas para enlazarnos y disminuir un poco el miedo.

Graciela Machuca

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