Cuando se escribe sobre el periodista italiano Roberto Saviano es necesario comenzar con una descripción más bien pesarosa de la vida en continua fuga del autor más vendido: convertido en blanco de la brutal mafia napolitana, en una suerte de Rushdie de Roma, Saviano vive en las sombras, acompaí±ado siempre de un escuadrón de guardaespaldas fuertemente armados. Tal es la triste consecuencia de haber escrito Gomorra, un libro de ventas masivas que describe la brutalidad psicopática de la mafia italiana. Tan detallada exposición tiende a molestar a los brutales psicópatas y las amenazas que esa molestia genera hacen que Saviano viva bajo la protección permanente del Estado italiano.

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No siempre fue así­. Según Saviano, en 2006, cuando se publicó Gomorra, los jefes mafiosos locales ”se regalaban mutuamente ejemplares del libro con gran orgullo». Pero el orgullo dio paso a la venganza cuando Gomorra se convirtió en un fenómeno mundial, con más de 10 millones de ejemplares vendidos, y dio pies a una muy laureada adaptación cinematográfica, a una obra de teatro merecedora de premios y a una serie de televisión aclamada por la crí­tica

Encerrado en su jaula dorada, Saviano se ha convertido en una especie de celebridad mundial (uno de los poquí­simos periodistas cuya escritura se ha convertido en una fantástica fuente de riqueza), un muy singular escritor, con más de un millón de seguidores en Twitter). La estrella de rock literaria ahora se codea con auténticas estrellas de rock; y su nuevo libro incluye un efusivo agradecimiento a Bono, el cantante de U2, ”por escuchar estas historias cuando yo todaví­a estaba buscando una manera de narrarlas». (A su vez, en 2010, en un concierto en Roma, Bono agradeció la presencia de Saviano entre el público y solicitó a la multitud que le brindara un aplauso a ”una persona que significa mucho para mí­».)

Saviano afirma que su fama también le ha allegado una gran influencia polí­tica y me contó por correo electrónico que ”en Italia no se me identifica simplemente como escritor, sino como alguien que, a pesar de estar más bien aislado y del Parlamento, tiene el poder de hacer que aun los más encumbrados funcionarios polí­ticos participen en la conversación. Si un feudo de la camorra [mafia] provoca muertes en Nápoles, el primer ministro me hace la promesa de dar más atención al sur de Italia. Los presidentes de las Comisiones Anti-Mafia hablan e intercambian puntos de vista conmigo. Digo esto con el fin de dejar claro lo mucho que se difunde lo que escribo y cuán poderosa es la voluntad de socavar mi autoridad».

La mafia podrá odiarlo y sus rivales achicharrarse de celos; a Saviano le gusta subrayar que la plebe lo adora. Luego de regresar a Italia de un breve exilio en Estados Unidos, se jactaba de que las multitudes que acudí­an a sus actividades querí­an ”tocarme y abrazarme». A otro entrevistador le dijo que su autoridad podí­a servir para ”contrabandear» temas de alta cultura a la Italia menos educada a través de la cerrada frontera de los medios de difusión masiva, como cuando ”fue a la televisión y habló de Dostoievski y el número de telespectadores se elevó de manera increí­ble».

Finalmente, luego de cortos periodos de dar clases de periodismo en las universidades de Princeton y Nueva York, y sin duda harto de vivir como prisionero de sus protectores, Saviano ha regresado a reportear sobre el crimen organizado con CeroCeroCero, la tan esperada y muy difundida continuación de Gomorra. Los mafiosos napolitanos han sido sustituidos por un elenco internacional de traficantes de cocaí­na con apodos de narcos apenas distinguibles uno de otro: El Mágico, El Mayo, El Mochomo, El Mata Amigos, El Majadero, El Más Loco, El Mencho, El Mono.

CeroCeroCero es un libro caótico; una serie de historias en busca de coherencia narrativa en la que se da gran importancia histórica a hechos insignificantes a escala internacional, y se infla y se da una exagerada atención a casi cualquier otro hecho registrado.1 Aí±ádase a esto un puí±ado de supuestos poemas intercalados a lo largo del libro que tienen como tema la cocaí­na —tan torpes que le arrancarí­an una exclamación de dolor a William McGonagall.2 Pero como se trata de Roberto Saviano, el famoso periodista de investigación, CeroCeroCero ha sido profusamente elogiado por la crí­tica y se ha vendido por carretadas en Europa. Y ya está en proceso una adaptación para la televisión en ocho capí­tulos. Se grabará en inglés.

Pero Saviano no sólo ha escrito un libro malo. Ha escrito un libro asombrosamente deshonesto. CeroCeroCero está lleno de información saqueada de trabajos de periodistas mucho menos conocidos que él e incluye entrevistas con ”fuentes» que tal vez no existen (en un momento volveremos sobre esto). Y en muchos casos incurre en el plagio, para decirlo sin ambages.

Aunque los reseí±istas estadunidenses de CeroCeroCero han mostrado destellos de escepticismo, ninguno ha mencionado el reciente fallo de la Corte italiana en favor de quienes acusaron que por lo menos tres partes de Gomorra habí­an sido plagiadas. (Saviano me dijo que la suma de los párrafos de que se trataba equivalí­a a un ”0.6%» del libro y que no obstante su fallo el juez habí­a afirmado que Gomorra era una ”obra original». Penguin Press, el sello editorial que imprime los libros de Saviano en Estados Unidos, le entregó mis preguntas a Saviano, pero se negó a formular un comentario.)

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¿Y cómo respondió Saviano a estas graves acusaciones, capaces de daí±ar su carrera? Se encogió de hombros y dijo que todos los alegatos de plagio se debí­an a la mafia italiana y a sus gacetilleros en los medios, quienes, como era de esperarse, estaban ”tratando de destruir» su reputación. Pero aunque es indudable que la mafia es competente en lo que se refiere al asesinato y la intimidación, Saviano no ha demostrado que sus enemigos sean capaces de viajar en el tiempo, lo que les habrí­a permitido insertar pasajes de Gomorra en artí­culos escritos antes de que el libro se publicara.3

La decisión del magistrado italiano ha tenido poco efecto en el mito Saviano —lo mismo que en su metodologí­a para realizar reportajes—. Al examinar párrafos de CeroCeroCero extraí­dos al azar, como veremos a continuación, con frecuencia encontré ejemplos de investigaciones y fragmentos de párrafos de otros periodistas que no habí­a entrecomillado ni seí±alado como cita. Por supuesto, uno no puede poner notas al pie de un plagio (y no hay notas al pie en CeroCeroCero). Pero los lectores se quedan con la clara impresión, promovida por el propio Saviano a través del libro y de diversas entrevistas, de que ese libro se basa en sus viajes de trabajo por el mundo, en horas de profundas inmersiones en distintos archivos y en el testimonio de informantes anónimos. De hecho, Saviano me dijo que el libro estaba compuesto por ”cientos de conversaciones y entrevistas con los protagonistas, investigaciones judiciales de todas partes del mundo, libros, artí­culos, pelí­culas, reportajes noticiosos y hechos que he estudiado durante muchos aí±os…».4

De vez en cuando Saviano se permite una cierta ambigí¼edad en cuanto a la autorí­a de los informes que le presenta a los lectores. Por ejemplo, al describir la estructura interna del cártel mexicano Los Zetas, apunta que ”fuentes mexicanas y estadunidenses» han puesto de manifiesto que ”existe una división precisa de funciones dentro de Los Zetas, cada una etiquetada con su propio nombre». Y ejemplifica:

”Las Ventanas: nií±os que dan la alarma cuando detectan que hay agentes de policí­a husmenado en las zonas de tráfico de drogas; Los Halcones, quienes se ocupan de la distribución; Los Leopardos: prostitutas entrenadas para extraerle información valiosa a sus clientes; Los maí±osos: a cargo de las armas; La Dirección: el cerebro que decide la manera de operar».

La redacción no es clara y no sabemos a ciencia cierta si esta información le fue proporcionada a Saviano por sus informantes. En tal caso le entregaron una lista similar —tanto en el orden de presentación como en el lenguaje que emplea— a la de la entrada de Wikipedia sobre Los Zetas que uno podí­a leer en 2008:

”Los Halcones velan por zonas de distribución… Las Ventanas son adolescentes en bicicleta que siempre están cerca de los lugares donde se venden drogas y silban para advertir de la presencia de la policí­a o de otras personas sospechosas. Los maí±osos son los encargados de adquirir armas; Los Leopardos son prostitutas que astutamente extraen información de sus clientes; y la Dirección está compuesta por cerca de una veintena de expertos en comunicación…».

Cuando no atribuye a ”fuentes» anónimas información que se encuentra a disposición del público, Saviano presenta datos y fragmentos de diálogo sin seí±alar su procedencia. Al tratar de verificar algunas de las afirmaciones más curiosas que aparecen en CeroCeroCero, descubrí­ una notable cantidad de materiales tomados directamente de otros periodistas sin darles crédito, muchas veces redactado con un lenguaje parecido al de sus colegas —sólo se distingue porque se trata de la reiterada traducción entre el inglés, el espaí±ol y el italiano.

Tomemos por ejemplo la trágica historia de Christian Poveda, un activista y cineasta franco-hispano brutalmente asesinado en El Salvador. Gran parte de los detalles que nos proporciona Saviano provienen de un reportaje publicado en 2009 en Los Angeles Times por Deborah Bonello, corresponsal en la ciudad de México (téngase en cuenta que el texto ha sido traducido del inglés al italiano, y luego nuevamente al inglés, lo que explica las ligeras variaciones en el estilo):

Los Angeles Times (encabezado): ”La vida loca capta la realidad cotidiana de las pandillas de El Salvador». Escribe Deborah Bonello: ”Chiquita’ es una madre de 19 aí±os de edad, con un enorme 18’… tatuado en la cara… desde arriba de las cejas hasta las mejillas. Moreno’ es un hombre de la misma banda, de 25 aí±os de edad, que trabaja en una panaderí­a local creada por un grupo sin fines de lucro llamado Compinches Unidos. Al poco tiempo la panaderí­a cierra porque su dueí±o es detenido y condenado a 16 aí±os de cárcel por cargos de homicidio. Y Maga’, otra joven madre y miembro de la pandilla, que perdió un ojo en una pelea, es grabada por Poveda durante la larga serie de consultas médicas y operaciones a que se somete para ponerle un ojo de vidrio. Muere asesinada a tiros antes de que termine el rodaje de la pelí­cula».

Saviano: ”Poveda cuenta la historia de Chiquita’, una madre de diecinueve aí±os de edad, con un enorme 18 tatuado en la cara, desde las cejas hasta la barbilla. Y cuenta la historia de Moreno, de veinticinco aí±os, que querí­a cambiar su vida y comenzó a trabajar en una panaderí­a fundada por una organización no lucrativa llamada Compinches Unidos. Pero la panaderí­a se cierra cuando su dueí±o es detenido y condenado a dieciséis aí±os por homicidio. Habla de la Maga, otra joven madre, también miembro de la pandilla, que perdió un ojo en una pelea. Christian la sigue a las citas con su médico, y graba la cirugí­a a que se somete para reemplazar el ojo daí±ado… la matan a tiros antes de que termine el rodaje de la pelí­cula…».

Los Angeles Times: ”… hay 15,000 miembros de pandillas en El Salvador; 14,000 en Guatemala; 35,000 en Honduras y 5,000 en México. La mayor población de pandilleros radica en los EE.UU. Se calcula que allá viven cerca de 70,000…».

Saviano: ”… cerca de 15,000 pandilleros en El Salvador, 14,000 en Guatemala, 35,000 en Honduras, 5,000 en México. La mayor concentración se encuentra en Estados Unidos, con 70,000 miembros».

Saviano hace ligeras modificaciones al texto (como la traducción de ”Wizard» [”Maga»] en espaí±ol) y omite algunos detalles superfluos. Pero esto califica indiscutiblemente como plagio aun si se aplica la definición más conservadora. Cuando le mostré a Saviano el primer párrafo, insistió en que las semejanzas eran pura coincidencia: ”Esta es una descripción de los protagonistas del documental de Poveda, que es más o menos igual en muchos periódicos y fuentes de todo el mundo, porque aquí­ son sólo un informe de los datos, hechos, cifras que están en la pelí­cula y que formaban parte de los comunicados de prensa de La vida loca». En un segundo correo electrónico, reiteró que ”sólo hay una manera de describir un documental, y cuando tengo a escribir sobre él, no me baso sólo en mi memoria, también leí­ el comunicado de prensa, al igual que todos mis colegas».

Cuando me puse en contacto con Deborah Bonello, me dijo que ”los dos párrafos son tan asombrosamente parecidos que se antoja difí­cil que lo haya escrito así­ por coincidencia». Y, contra la aseveración de Saviano respecto a que probablemente habí­an trabajado a partir de los mismos materiales de prensa, Bonello me dijo que su historia se basaba ”en una entrevista con el (ya fallecido) director de La vida loca».

Obviamente, Bonello no era la única fuente no identificada en CeroCeroCero. Con frecuencia las historias de Saviano están armadas con fragmentos de muchos relatos escritos por distintos corresponsales o enviados especiales. En el momento en que me di cuenta de que no iba a localizar en Los Angeles Times una serie de detalles que Saviano empleaba en su relato sobre Poveda, se me ocurrió buscarlos en el periódico salvadoreí±o El Faro.

El Faro: ”Entre las 12:27 y las 12:29 p.m… la pandilla abordó una camioneta gris plata, una Nissan Pathfinder 4í—4, y se dirigió al puente sobre el rí­o Las Caí±as. Poveda fue asesinado allí­ y Romero Vásquez fue uno de los responsables…».

Saviano: ”Pero un poco después del mediodí­a Vásquez Romero toma el volante de una Nissan Pathfinder 4 x 4 color gris y lleva a Christian al puente sobre el rí­o Las Caí±as. Ahí­ es donde lo matan».

Una sección de CeroCeroCero sobre la participación de la delincuencia rusa organizada en el tráfico de cocaí­na a nivel mundial calca el trabajo del desaparecido investigador periodí­stico Robert I. Friedman.5 Una vez más, Saviano omite toda referencia a su autor:

Robert I. Friedman, Red Mafiya: ”[Tarzán] se jactó de que podí­a hojear cualquier revista para adultos… llamar a mi agente, pedirle que me traiga a la chica al club, y luego llevármela y cogérmela hasta volverla loca’».

Saviano: ”Tarzán se jacta de que todo lo que tiene que hacer cuando le gusta una mujer en cualquier revista para adultos es llamar a su agente para que él la traiga al club, donde Tarzán se la coge hasta hacerla desfallecer».

Otro artí­culo de Robert I. Friedman, ”El gángster más peligroso del mundo», publicado en The Village Voice:

Friedman: …un informante del FBI dijo a esa agencia gubernamental que uno de sus principales lugartenientes en Los íngeles se habí­a reunido con dos rusos asentados en la ciudad de Nueva York y vinculados a la familia Genovese para diseí±ar un plan que permitiera tirar residuos tóxicos de Estados Unidos en Rusia… en la región de Chernobyl, probablemente a través de sobornos a las autoridades de descontaminación de esa región», según reza un informe clasificado del FBI.

Saviano: ”De acuerdo con un informe del FBI, parece que uno de sus lugartenientes, ubicado en Los íngeles, se reunió con dos rusos residentes en Nueva York y vinculados a la familia mafiosa Genovese para diseí±ar un mecanismo que posibilite el enví­o de desechos médicos tóxicos de Estados Unidos a Ucrania, a la zona de Chernobyl, probablemente mediante sobornos a las autoridades locales de descontaminación».

Red Mafiya: ”[Juan] Almeida… habí­a sido un importante traficante de cocaí­na… í‰l supervisaba los contactos difí­ciles con los cárteles colombianos utilizando como cubiertas sus establecimientos de alquiler de coches de lujo, un lujoso embarcadero deportivo y otros negocios de su propiedad…».

Saviano: ”Luego tenemos a Juan Almeida, uno de los mayores traficantes de cocaí­na colombiana en la Florida, que se mantiene en contacto con los cárteles colombianos a través de una agencia de alquiler de coches de lujo en Miami y otros negocios que le sirven como cubierta».

Red Mafiya: ”Birbragher… era un colombiano… [con] excelentes ví­nculos con el cártel de Cali. En 1982, admitió haber lavado 54 millones de dólares para ellos. Birbragher era muy amigo de Pablo Escobar’, dice Brent Eaton, agente de la DEA. í‰l [Birbragher] solí­a comprarle [a Escobar] coches deportivos y embarcaciones de lujo y hacer un montón de cosas más para él’».

Saviano: ”Birbragher era un colombiano muy bien relacionado tanto con el cártel de Cali —para el que se recicló más de 50 millones de dólares a comienzos de los aí±os ochenta— como con Pablo Escobar, para quien compraba yates y autos deportivos».

Le mostré los dos primeros ejemplos a Saviano, quien volvió a desdeí±ar las semejanzas. ”Ocurre simplemente que Friedman y yo utilizamos la misma fuente», me dijo en un correo electrónico. Pero Friedman citó su fuente —un informe confidencial del FBI— mientras que Saviano no lo hizo, aunque argumentó que ”no es un secreto el hecho de que mi investigación sobre los rusos también se basa en el trabajo de Friedman, y así­ lo seí±alo en los agradecimientos». En realidad Saviano nunca ”cita» al autor, dice que está ”agradecido por la inteligencia de Robert Friedman». Es la única vez que lo menciona en CeroCeroCero. (Inmediatamente después de mencionar el nombre de Friedman, muerto hace 13 aí±os, Saviano también agradece a la periodista Misha Glenny, quien posteriormente reseí±arí­a CeroCeroCero para el Financial Times con gran generosidad.)

Y he aquí­ lo que dice Saviano acerca de Baruch Vega, un fotógrafo colombiano de modas que llevaba una doble vida como agente encubierto de la DEA. Buena parte de los detalles que despliega en CeroCeroCero han sido extraí­dos y destilados, sin dar crédito, de un reportaje de investigación de David Adams ”El Dr. B y el Grupo 43″, publicado en 2003 en el Saint Petersburg Times.6 Una muestra:

St. Petersburg Times: Vega fue el segundo de 11 hijos engendrados en Bogotá por un trompetista de escasos recursos. A los 15 aí±os ganó 20,000 en un concurso de fotografí­a para aficionados patrocinado por Kodak. La suya era una foto que habí­a hecho por azar de un pájaro, un pez en el pico, buceando en las quietas aguas del lago que estaba atrás de la casa donde se crió en Bucaramanga, Colombia. Sus padres no le permitieron estudiar fotografí­a, por lo que estudió ingenierí­a en la Universidad Industrial de Santander, en Colombia. Un profesor lo reclutó para la CIA. Según dice, a comienzos de los aí±os setenta fue enviado a Chile, para ayudar a desestabilizar al gobierno de Salvador Allende.

Saviano: El segundo de once hijos de un trompetista de Bogotá que se trasladó a Bucaramanga… Baruch ganó un concurso de la Kodak cuando tení­a quince aí±os. Inmortalizó un pájaro que surgí­a de un lago con un pez en el pico. Pero sus padres lo hicieron estudiar ingenierí­a. En la Universidad de Santander fue reclutado por la CIA y enviado a Chile, donde el gobierno de Salvador Allende está a punto de caer.

CeroCeroCero termina con el ví­vido relato de la muerte del periodista mexicano Bladimir Antuna Garcí­a a manos de una banda de narcotraficantes que sirve al notorio narcoterrorista El Chapo —relato canibalizado, en su totalidad, de un informe de 2009 hecho por el Comité de Protección de Periodistas (CPP)—. Es ilustrativo comparar las dos narraciones y ver cómo Saviano condensa y copia la denuncia de los otros —sin darles crédito, por supuesto—. El párrafo completo de CeroCeroCero, así­ como el informe del CPP, se pueden ver en esta dirección: http://goo.gl/2LAsfH. (Obviamente, el informe del CPP brinda una descripción más extensa y más detallada que la de Saviano. He resumido la historia del CPP pero he mantenido el mismo orden de la misma, para resaltar sólo las partes que Saviano reescribió.)

Si el hacer pasar la información de otros como propia podrí­a ser uno de los delitos más graves en el periodismo, Saviano puede haber cometido un pecado aún más grave en CeroCeroCero, al combinar el plagio con lo que parece ser la invención de una entrevista.

Según Saviano, entrevistó a innumerables fuentes y viajó a casi una docena de paí­ses mientras investigaba para escribir CeroCeroCero. De hecho, él mismo ha escrito que a un periodista profesional no puede bastarle con estar metido en la computadora, excavando la veta de Google, ya que ”la única manera de entender de verdad y llegar al fondo de las cosas, es sentir el aliento caliente de la realidad, tocar sus colmillos».

Aunque los crí­ticos han especulado de vez en cuando sobre la veracidad de algunos de sus materiales, hasta ahora ha sido imposible verificar la información proporcionada por sus fuentes anónimas —o incluso la existencia de las mismas—. Pero en CeroCeroCero, Saviano cometió un error revelador.

Tras descubrir que los antiguos miembros de los kaibiles, una unidad de elite de las fuerzas militares de Guatemala especialmente notable por su brutalidad, trabaja para los cárteles mexicanos de la droga, Saviano hace lo que harí­a cualquier buen periodista: decide que ”tiene que conocer a un kaibil». Milagrosamente, se topa con ”íngel Miguel» que vagabundea en Italia. (”Resulta —escribe Saviano— que no es difí­cil conocer a un kaibil»). Miguel es un guatemalteco ”elegantemente vestido», dispuesto a hablar de sus antiguos camaradas.

El encuentro se lee como un guión de Miami Vice particularmente rimbombante. Como Saviano no se da cuenta de la belleza con poca ropa que merodea cerca de ellos —”Muy rubia, con un vestido que luce como una segunda piel, tacones vertiginosos»— el fanfarrón Miguel lo acusa de ser ”maricón». Un toque cinematográfico antes que Miguel empiece a verter, casi con indiferencia, secretos de los kaibiles, explicando las penurias del entrenamiento militar de elite y las hazaí±as de sus reclutas.

Saviano cita a Miguel íngel: ”Para completar el entrenamiento hay que pasar dos dí­as metido en un rí­o, sin dormir, con el agua hasta el cuello. A mí­ y a mi cuas nos confiaron un cachorro, un chucho sin raza, de ojos llorosos… Le dimos un nombre y estábamos empezando a encarií±arnos con él cuando nuestro jefe nos dijo que tení­amos que matarlo… Luego nos dijo que tení­amos que comer de él y beber su sangre… Sólo un tercio de nosotros llegó hasta el final».

La conversación con íngel Miguel es a la vez fascinante y aterradora, llena de detalles que nos dejan boquiabiertos. Pero, ¿de veras conoció Saviano a un ex kaibil? Y si así­ fue, ¿cómo es que hay partes sustanciales de la conversación entre el autor y su entrevistado que se parecen tanto a un reportaje publicado el 4 de octubre de 2005 por el periodista mexicano José Luis Castillejos?

Comparemos la descripción que hace Miguel de su formación con este párrafo de Castillejos en ”kaibiles: Un entrenamiento en el infierno guatemalteco», publicado por la agencia mexicana Notimex:7

Como parte del curso, que termina sólo un tercio de los candidatos, los futuros kaibiles tienen que pasar dos dí­as sin dormir en un rí­o con el agua hasta el cuello… Como parte de su formación, se les enseí±a a cuidar de los cachorros que matan más tarde para comer.

Conforme se avanza en la lectura, las citas de Miguel y las descripciones de los kaibiles que hace Saviano sugieren que éste puede haber creado una entrevista con una fuente anónima mediante el simple recurso de rescribir la historia publicada por Notimex hace 10 aí±os:

Saviano (citando a íngel Miguel): ”Al final de las ocho semanas hay una cena. Parrillas enormes, humeantes, con un fuego alimentado constantemente, al que toda la noche se arrojan filetes de cocodrilo, iguana y venado. También existe la tradición de agarrar al ministro guatemalteco de defensa y echarlo a un estanque con cocodrilos (están muy lejos, ¡pero esos tipos de gobierno son de veras unos mequetrefes!)».

Notimex: ”Al término del entrenamiento, los comandos se dan un banquete con carne de lagarto asada, iguana, venado, y tienen el permiso de tomar por la fuerza al ministro de Defensa de Guatemala en turno, y lanzarlo a un estanque donde hay cocodrilos».

Saviano (citando a íngel Miguel): ”La primera fase del entrenamiento dura veintiún dí­as; la segunda, veintiocho dí­as. En la selva. Rí­os, pantanos, campos minados… Por fin llega la última semana. El último paso para convertirse en un auténtico kaibil. Uno aprende a comer lo que haya, lo que puedas encontrar. Cucarachas, serpientes. Aprendes a conquistar el terreno del enemigo, a aniquilarlo, a apoderarte de él».

Notimex: ”La primera [fase] tiene una duración de 21 dí­as de instrucción teórica y entrenamiento práctico en la que se mide el grado de espí­ritu militar y el nivel moral del aspirante. La segunda fase se desarrolla en la selva por 28 dí­as y al final del severo entrenamiento, el kaibil debe… ser capaz de cruzar corrientes de agua, pantanos, riscos, hacer demoliciones, detectar y desactivar minas. En la ultima etapa, el aspirante a kaibil, acostumbrado a comer culebras, hormigas y raí­ces, y a captar el agua del rocí­o en hojas, debe efectuar ataques de aniquilamiento, maniobras de inteligencia, penetraciones en territorio enemigo y reabastecimiento».

Saviano, sobre los kaibiles: ”Tras la cena uno finalmente puede portar la insignia de los kaibiles: una daga sobre fondo azul y negro… de la daga se alza una llama que arde eternamente. Libertad. íngel Miguel levanta de repente la mano y extiende los dedos. Olor. Oí­do. Tacto. Vista. Gusto. Los cinco sentidos, que el kaibil perfecto debe desarrollar y mantener siempre atentos. Unidad y fuerza’. Miro a íngel Miguel. í‰l ya no es un kaibil».

Notimex: ”A partir de entonces, los comandos ya pueden exhibir el escudo kaibil, que tiene un mosquetón de alpinismo, que significa unión y fuerza, y la daga que está al centro de la imagen representa el honor y su empuí±adora son cinco muescas, que significan los cinco sentidos permanentes del soldado».

Saviano: ”El kaibil sabe que nunca —por ninguna razón en el mundo—, debe separarse de su boina marrón, que lleva su escudo de armas: un mosquetón de alpinismo, que representa la unidad y la fuerza; una daga, que simboliza el honor, con cinco muescas en el mango, que representan los cinco sentidos».

O bien íngel Miguel no existe o bien la entrevista que Saviano sostuvo con él arrojó tan poco material utilizable que allanó la red electrónica para engordar una entrevista sin mucha sustancia. Cuando le pregunté sobre esto, Saviano respondió de manera enfática que el material de ”íngel Miguel es original, resultado de mi encuentro con él, y no sé a qué… reportaje te refieres, pero sin duda no fue mi fuente para esta historia». Me dijo que todas las palabras atribuidas a íngel Miguel surgieron directamente del ex kaibil.

Para dotar de un contexto más amplio la historia de íngel Miguel, en CeroCeroCero Saviano describe (y al hacerlo se equivoca levemente) uno de los crí­menes más brutales de la de por sí­ brutal guerra civil guatemalteca: la infame matanza de las Dos Erres, ocurrida en 1982, en la que fueron asesinados 250 civiles. Curiosamente, mientras Miguel habla como un cable de una agencia noticiosa mexicana, Saviano escribe como un voluntario de Wikipedia:

Saviano: ”Los más jóvenes fueron estrellados contra las paredes o contra los árboles. Los cuerpos fueron arrojados a pozos… Cuando salieron de la aldea los soldados se llevaron con ellos a dos chicas… a las que violaron repetidamente. Cuando se cansaron de ellas, las estrangularon».

Wikipedia: ”Destrozaron las cabezas de los nií±os más pequeí±os contra las paredes y los árboles… Tiraron sus cuerpos a un pozo… en los dí­as siguientes tuvieron secuestradas a un par de adolescentes, a las que violaron repetidamente y finalmente estrangularon».

Luego de ver las similitudes entre las ”citas de íngel Miguel» y el reportaje de Notimex, uno no puede dejar de preguntarse si otras fuentes de Saviano también han sido compuestas o inventadas.

En una sección sobre la importancia de Guinea-Bissau como punto de tránsito en el tráfico de cocaí­na, Saviano introduce a un personaje al que se refiere con el pseudónimo de ”Mamadu», una ”mula» que ha ingerido y transportado innumerables bolsas de cocaí­na a Europa con la esperanza de que ”para mi trigésima entrega ya haya ahorrado suficiente dinero para invitar a mi novia a cenar en un restaurante de lujo en Lisboa». No queda claro cuándo y dónde se llevó a cabo la conversación, pero Saviano ofrece un esbozo de la vida de Mamadu antes que el tráfico de cocaí­na la transformara:

Mamadu me cuenta acerca del dí­a, en 2009, cuando acertó a pasar por la residencia del presidente de la República, Joí£o Bernardo Vieira. Al principio confundió los disparos con cohetes, a los que siempre habí­a tenido miedo, y volteó en dirección del ruido con la intención de ver quiénes eran los pequeí±os dinamiteros. Pero sólo vio un gentí­o que se apartaba como podí­a al momento en que dos coches, con las llantas rechinando, se abrí­an paso entre los aterrorizados transeúntes. En el piso yací­a el cuerpo encogido de un hombre al que no reconoció. No fue sino hasta el dí­a siguiente que Mamadu, al darle un vistazo a los titulares, se enteró de que era el presidente de la República.

Al igual que muchos de los personajes de Saviano, Mamadu es un poco demasiado perfecto. Pero un pequeí±o detalle sugiere que algo no está bien con su historia. A menos que Mamadu hubiese entrado a la cocina de la residencia privada del presidente Joí£o Bernardo Vieira a las cinco a.m., donde fue baleado y asesinado a machetazos, el autor —o su fuente— es un fantasioso. (Los primeros informes de la prensa afirmaron que habí­a sido asesinado en un ”ataque fuera de su casa». Un error que todaví­a está presente en la página de Wikipedia sobre Vieira.) Tampoco es plausible que Mamadu estuviera paseando casualmente por la residencia del presidente antes del amanecer, escuchara una ráfaga de disparos y viera el cuerpo sin vida de Vieira desplomado en la acera sin darse cuenta de lo que habí­a presenciado. El tiroteo que empezó inmediatamente después de la ejecución frente a la residencia de Vieira duró casi tres horas.

¿Y qué hay del puí±ado de personajes a los que Saviano dice haber entrevistado? ¿Existe en realidad un investigador del departamento de policí­a de Nueva York con acento italiano (”Su italiano estaba lleno de dialecto, pero yo podí­a entenderlo») que le proporcionó la transcripción de una reunión cumbre de la mafia multinacional, en la que ”un viejo jefe italiano habla con un grupo de latinos, italianos, italo-americanos, albaneses y ex kaibiles»? ¿Hizo un veterano mafioso una extemporánea disquisición acerca del honor en esta reunión de superamigos de la mafia? ¿Qué hay de ”don Arturo», el anciano y sabio cultivador de opio cuyos campos son quemados por el ejército mexicano para luego ser reconstituidos por mandato de los militares estadunidenses?

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Saviano me aseguró que ”ninguno de los personajes que uno encuentra en CeroCeroCero fue inventado. Cada uno, desde el primero hasta el último, es real». Pero en un correo electrónico anterior habí­a admitido de manera más bien franca que habí­a compuesto por lo menos un personaje para efectos narrativos: ”En algunos casos agrupo diferentes que realmente existieron en un mismo personaje con el fin de que la exposición de los hechos sea más sencilla. Don Arturo, en el capí­tulo sobre México, es un ejemplo. En México ha habido decenas de don Arturos con una historia similar. En todo caso mis lectores no leen cosas que se inventaron, sino hechos que realmente sucedieron, a pesar de que pueden haberle sucedido a diferentes personajes que se pueden caber en la misma categorí­a». En otras palabras, ”don Arturo» es un invento de Saviano.

Cuando le seí±alé que en ninguna parte de CeroCeroCero se menciona que algunos personajes han sido construidos, Saviano dijo con desdén, aunque de manera más bien confusa, que esas técnicas son ”fáciles de entender para aquellos que están acostumbrados a la lectura. No es necesario que un editor escriba en la solapa: Este libro no es solamente periodismo, sino una novela de no-ficción’ «. í‰se, según él, es su oficio: es un ”novelista de no-ficción», en la tradición de Truman Capote. Su propósito es contar la verdad absoluta, pero con levadura literaria.8 En efecto, Penguin Press, que clasifica el libro como no-ficción, no utiliza la palabra ”novela» en ninguna parte cuando se trata de describir CeroCeroCero.

Y además, me dijo Saviano, hay dos citas en la contraportada —una de un periódico espaí±ol, la otro de una publicación alemana— que describen el libro como ”literario».

”La naturaleza de mi libro es clara para todos», me dijo en un correo electrónico, y ”es raro que alguien me pregunte: Saviano, ¿podrí­a mostrarme dónde dice en su libro que pertenece al género de la novela de no-ficción’?».

¿Pero es claro para todos que Saviano está reescribiendo el trabajo de otros periodistas o que él está creando personajes compuestos? Al reseí±ar CeroCeroCero para el New York Times, Mark Bowden, autor de La caí­da del Halcón Negro, se preguntaba acerca del personaje de ”don Arturo»: ”Un episodio memorable. Pero, ¿sucedió realmente? ¿Existe en verdad un don Arturo?… ¿Qué es verdad, y qué es fantasí­a en esta a veces llamativa, a menudo tediosa, siempre abigarrada miscelánea de parábolas, monólogos dramáticos, poesí­a, cuentos con moraleja e historias de terror?». Es una pregunta que las citas de la contraportada no logran responder.

Un periodista italiano que ha escrito sobre Saviano y lo ha entrevistado me dijo que después de leer Gomorra él también se preguntaba qué porcentaje de sus historias serí­a cierto, y se rió de la etiqueta de ”novela de no-ficción». ”¿De veras hizo usted, Roberto Saviano, todas las cosas que escribe en su libro? Si no lo hizo, es una novela. Si lo hizo, e hizo exactamente esas cosas, y conoció exactamente a esas personas, entonces es no-ficción».9

Anteriormente Saviano ha desechado las sugerencias de que inventa o embellece su material. Recientemente le dijo a un entrevistador que sus libros pueden leerse como novelas, pero que todos los hechos ”sucedieron en realidad» y que ”incluir detalles irreales [en CeroCeroCero]» serí­a desaconsejable porque ”el poder de la realidad acabarí­a por verse disminuido». Pero la novela de no-ficción, me dijo, ”no puede ni debe someterse a las reglas del periodismo de investigación».

”No soy un periodista (o un reportero) sino, más bien, un escritor, y relato hechos reales», me dijo. Y sin embargo, la solapa de CeroCeroCero se refiere a Saviano como un ”periodista de gran valentí­a» y al libro como una ”investigación electrizante», a la vez que casi todos los perfiles recientes de su persona o las reseí±as de su trabajo lo identifican como un ”periodista de investigación». (Asimismo, los anuncios que se emplean para promover CeroCeroCero dicen que él es un ”tipo singular de periodista» que ha sufrido al tratar de servir a la verdad.)

Cuando se le preguntó si las futuras ediciones de CeroCeroCero incluirí­an sus fuentes informativas, Saviano dijo burlonamente que el libro ”se ubica en el género de no-ficción, pero es, ante todo, una novela. ¿Por qué deberí­a incluir fuentes informativas en una novela?».10

Saviano quiere tener las dos cosas, pero dice que su profundo compromiso con la verdad explica ”por qué no he escrito libros de ficción».

Tal vez es hora de que empiece a hacerlo. Aunque sospecho que ya ha empezado.

Michael Moynihan
Periodista. Columnista en The Daily Beast.

Este texto se publicó originalmente en The Daily Beast, 24 de septiembre de 2015.

Traducción de Rafael Vargas.

1 Saviano posee un sorprendente don para exagerar. Algunos ejemplos: el asesinato de un agente encubierto de la DEA es, dice, ”el origen del mundo moderno»; las acciones de Pablo Escobar, el capo de la droga, fueron más significativas ”que cualquier cosa que Reagan y Gorbachov hayan hecho o decidido»; ”no hay mercado en el mundo que genere más ingresos que el de la cocaí­na»; y los tuits anónimos de apoyo al narcotraficante mexicano El Chapo ”dicen más sobre el mundo actual que la mayorí­a de los artí­culos y análisis polí­ticos».

2 El escocés William McGonagall (1825-1902), célebre en vida porque sus poemas (la mayorí­a de las veces inspirados por tragedias y catástrofes reales) eran tan malos que resultaban involuntariamente cómicos y circularon profusamente, impresos en hojas volantes. Se convirtió en un personaje muy presente en la cultura popular británica a lo largo del siglo XX. Su nombre es sinónimo de mal poeta en el mundo de habla inglesa. [Nota del traductor.]

3 Cuando el Daily Princetonian le preguntó acerca del veredicto de plagio, Saviano amplió la teorí­a de la conspiración y le aconsejó al entrevistador que ”tenga en cuenta que los periódicos que me han denunciado son los mismos que he atacado en mis reportajes de investigación. En cuanto al editor, se trata de una persona que ha sido condenada por extorsión en otro caso». No dice nada acerca de la fuerza sombrí­a que habrí­a corrompido al juez que presidí­a el tribunal. En un correo electrónico, Saviano seí±aló que anteriormente habí­a atacado a los mismos dos periódicos que presentaron la demanda por plagio, y que incluso habí­a hecho un programa de televisión en el que los denunciaba. La demanda en su contra, dijo, habí­a sido interpuesta poco después. ”Maurizio Clemente, el sigiloso editor de los dos documentos», me dijo Saviano, ”fue condenado a siete aí±os de prisión por extorsión a través de la prensa, es decir, cobró por no hacer circular información sobre empresarios y polí­ticos». Tal vez. Pero el plagio existe o no, independientemente de los antecedentes penales de los que hacen
el reclamo.

4 Saviano expresa su gratitud en la página correspondiente del libro, lo que sugiere que mientras vivió bajo sentencia de muerte —misma que supuestamente le habí­a impuesto vivir bajo una suerte de toque de queda mientras estuvo exiliado en Nueva York— viajaba por el mundo y estrechaba contactos con diversas fuerzas policiales federales: ”Gracias a la DEA, el FBI, la Interpol, la Guardia Civil, los Mossos d’Esquadra, Scotland Yard, la Gendarmerie Nationale francesa, la Polí­cia Civil brasileí±a, algunos miembros de la Policí­a Federal mexicana, algunos miembros de la Policí­a Nacional de Colombia y algunos miembros de la Policí­a rusa, que me han permitido acompaí±arles en sus investigaciones y operaciones».

5 El norteamericano Robert I. Friedman (1950- 2001), calificado como uno de los mejores periodistas de investigación que haya habido en el mundo, fue también uno de los más temerarios. Su lí­nea de trabajo (la denuncia de la organización internacional de la delincuencia y su infiltración en los más altos niveles de gobierno de diversos paí­ses a través de la corrupción) lo colocó muchas veces en situaciones en las que su vida estuvo en peligro. Por ejemplo, sus indagaciones sobre la actividad de la mafia rusa en Estados Unidos, que lo llevaron a seí±alarla como una grave amenaza para la seguridad de ese paí­s mucho antes de que el gobierno estadunidense pareciera advertirlo, le valieron una sentencia de muerte por parte de una de los más poderosos jefes de esa mafia, frente a la cual, como lo han asentado varios autores, la italiana resulta un problema menor. Eso es lo que Friedman demostró acuciosamente en su libro Red Mafiya: How the Russian Mob Has Invaded America, publicado en el aí±o 2000. Friedman falleció en julio de 2001, a consecuencia de una enfermedad que contrajo en la India mientras hací­a un reportaje sobre la esclavitud sexual a la que se somete a miles de mujeres y nií±as en ese paí­s. [Nota del traductor.]

6 Es interesante observar cómo Saviano cambia pequeí±os detalles para apropiarse de la escritura ajena. Tomemos como ejemplo esta descripción de unos traficantes de drogas que operan en Curaçao publicada en Der Spiegel: ”El punto principal de encuentro en Fuik es la tienda de bocadillos Donald Duck, que se encuentra en la polvorienta carretera principal de la ciudad. Aquí­ es donde los topos’ se reúnen para discutir posibles acuerdos mientras se toman una Coca-Cola y comen una pieza de pollo». Veamos en seguida la manera en que Saviano modifica los detalles: ”La tienda de bocadillos Donald Duck, en los suburbios de Fuik, en la parte sur de la isla, es un paraí­so también para los narcotraficantes. Entre un sándwich y una caipirinha, hablan de negocios». O esta historia en el Financial Times: ”El 15 de noviembre de 1995, una mujer mexicana de 40 aí±os, elegantemente vestida, entró en la sede de uno de los bancos privados más venerables de Ginebra: Pictet & Cie. … le dijeron que habí­a un problema: una falla eléctrica impedí­a el acceso a las bóvedas …». Leámosla en CeroCeroCero, ligeramente modificada: ”El 15 de noviembre de 1995, una elegante seí±ora mexicana, Paulina Castaí±ón, solicita acceso a su caja de seguridad en uno de los bancos privados más antiguos de Ginebra: Pictet & Cie. Los atildados empleados le dicen que lamentablemente hay un problema con el sistema de seguridad de la bóveda».

7 La historia original, en espaí±ol, está disponible en la red y se puede leer aquí­: https://joseluiscastillejos.wordpress.com/2007/03/25/
kaibiles-un-entrenamiento-en-el-infierno-guatemalteco/

8 En mis intercambios con Saviano a través del correo electrónico, constantemente cambiaba el sentido de mis preguntas sobre el plagio y lo llevaba hacia la idea de una ”novela de no-ficción», invocando de manera reiterada a Truman Capote —autor de A sangre frí­a y autoproclamado inventor de tan denostado género—, como un escritor que utiliza elementos de ficción a la vez que se apega a los hechos. Pero tal vez no sea la mejor comparación, teniendo en cuenta las circunstancias. Como lo ha demostrado claramente a través de análisis recientes el agudo crí­tico de los medios informativos, Jack Shafer, en A sangre frí­a Capote ”se cuidó de limar asperezas, endulzó su material, escribió párrafos que contradicen los hechos que apuntó en sus cuadernos de notas e inventó escenas».

9 El periodista italiano seí±aló algunas estampas en Gomorra que le parecieron muy poco plausibles: ”como la del sastre que fabrica ropa de imitación que comercializa la mafia, y luego ve a Angelina Jolie usando un diseí±o suyo en la entrega de algún premio». O la escena final de Gomorra, sobre la que le preguntó a Saviano: ”¿De veras estaba usted flotando en un vertedero de residuos tóxicos, abrazado a una lavadora y clamando por libertad, tal como lo escribe, o se trata más bien de un recurso literario’?».

10 ”Usted puede encontrar los nombres de todos los escritores y de la gente a la que le debo parte de mi inspiración en los agradecimientos», me dijo Saviano en un correo electrónico. Pero al expresar su gratitud está lejos de hacer referencia a ”todas» sus fuentes. Y aun si lo hiciera, no bastarí­a con ello.

 

 

con información de Nexos

Graciela Machuca

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