Felipa y la pobreza hambrienta

0
Asuncion Moreno Ic
Al filo de las cinco de la tarde, por una estrecha callecita de la comunidad de Chunhuhub, donde se ubica una humilde vivienda, llegamos a visitar a Felipa Matos Uh, de 37 aí±os de edad, a la que encontramos en su patio.
Felipa, sobrevive en un hogar que consta de humilde vivienda, conformada por un cuarto techado de material y, otra palapa de material de la región. A pesar de que no es muy grande, la piel descuidada y la forma de sobrevivir, pareciera que carga encima más aí±os de los que tiene, con sus ojos húmedos y lágrimas que no salieron a chorros, nos platicó que ese dí­a solo habí­a tenido para comprar un kilo de tortillas, mismas que se repartieron con un poco de sal, para para que comieran ella y sus 6 hijos.
Ahí­ se encontraba Felipa, sentada al centro de su patio, amable, sencilla, pobre, envejecida, por los aí±os y por la vida que ha llevado; y aunque nos percatamos que no habí­a en que sentarse, solo una pequeí±a mesita y un pequeí±o banco nos invitó a sentirnos lo más cómodos posibles, algo le aquejaba; sin embargo, se mostraba orgullosa de sus hijos, que llevan por nombre: José Alberto de 18 aí±os, Diana Arely de 14, Juan Sebastián de 13, Marí­a Alejandra de 12, Ignacio y Eduardo Enrique de 3, respectivamente.
Con una de sus sobrinas, mandó traer a su hijo José Alberto -el mayor-, ya que está imposibilitado para moverse con propio pie, pues está en una silla de ruedas, con un lenguaje poco entendible a penas se da a entender, pero su carita tierna le roba el corazón a más de una persona.
Felipa nos comentaba que José Alberto nació normal, logró caminar al cumplir un aí±o pero al paso del tiempo fue perdiendo fuerzas en sus piernas y manos; a la edad de 4 aí±os lo llevo al médico que le informó que le seguirá pasando mientras vaya creciendo hasta que ya no pudo caminar. Hubo un tiempo que solo gateaba, luego vivió otra etapa donde solo lo mantení­a en su hamaca, por el trabajo que le daba para llevarlo a realizar sus necesidades fisiológicas y darle de comer decidió buscar apoyo para conseguir una silla de ruedas.
La vida no ha sido fácil para Felipa, pero el corazón se vuelve duro y como piedra, y lo único que importa es sacar adelante a los hijos; Felipa es viuda, no tiene un ingreso propio; ocasionalmente trabaja limpiando patios, cortando y acarreando naranjas cuando es época de esta, en el mismo pueblo.
Ya tiene 2 aí±os que falleció su esposo, el que en vida se llamara Eulogio Cetz Can ( + ) a la edad de 37 aí±os, de manera accidental en su trabajo le cayó una madera lo cual lo dejo gravemente herido, por lo que tuvo que ser trasladado a la ciudad de Chetumal, al hospital general en donde Felipa tuvo la necesidad de encomendar a todos sus hijos con sus familiares del pueblo, su mamá y su hermana que es su vecina; para poder estar al pendiente del que fuera su esposo, aunque irremediablemente falleció a los quince dí­as.
Por lo que tristemente Felipa se tuvo que quedar sola y desamparada con 6 hijos, de los cuales dos están enfermos, su esposo era ejidatario por lo que se suponí­a que se le iba quedar a ella y a sus hijos los derechos ejidales, cosa que no ha sido a sido así­; por maniobras poco claras de los familiares del finado, solo le notificaron que no le corresponde nada ni a ella ni a sus hijos, que dé gracias que le están dejando la casa le advirtieron los hermanos del finado.
Felipa no cuenta con un solo peso para poder pagar un abogado que lleve su defensa y que investigue su estatus jurí­dico en el ejido, o que pueda recuperar algún beneficio para sus hijos ya que estos fueron registrados legalmente por su padre, igualmente ella fue legalmente casada.
Por la razón de trabajar para ganar dinero y poder darles de comer y vestir a sus hijos Felipa hace algún tiempo intento ir a trabajar a la ciudad de Playa del Carmen en una casa, por lo que dejo encargados a sus hijos con su hermana la cual vive a un lado de su vivienda, cuando los familiares del difunto se percataron de esto la amenazaron con denunciarla al DIF para que le quitaran a sus hijos, por lo que tuvo que regresarse al pueblo.
Por lo pronto solo se ayuda con la caridad que sale a recolectar su hijo el mayor en su silla de ruedas, lo que le regalan las vecinas y sus familiares es lo que tiene para comer, por lo mismo ninguno de sus hijos estudia, solo Ignacio asiste a la primaria, con la mala noticia que tiene una bacteria en la garganta el cual le provoca infecciones respiratorias por lo que necesita especialista del cual los canalizaron hasta la ciudad de México D.F., por lo que tiene que estar buscando ayuda económica en diferentes instituciones con pocas respuestas favorables.
Finalmente, es triste pero la realidad es que Felipa es tan solo un ejemplo de vida, para tantas mujeres jóvenes pues está sola con 6 hijos, de los cuales dos son discapacitados, y no cuenta con ninguna ayuda de las instituciones que se jactan de proteger y ayudar a la familia de su municipio.

Graciela Machuca

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *