¿Por qué el cerebro humano necesita el arte?

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El arte en todas sus manifestaciones constituye una caracterí­stica esencial que identifica al ser humano, ha permitido transmitir la cultura en toda su extensión y ha sido y es básico para su supervivencia. Nuestro cerebro plástico necesita el arte. Ya en los primeros aí±os y de forma natural el nií±o juega, canta, baila, dibuja y todas estas actividades son imprescindibles para su correcto desarrollo sensorial, motor, cognitivo, emocional y en definitiva cerebral que le van a permitir aprender a aprender. Y realizando todas estas actividades el nií±o se divierte, muestra orgulloso sus resultados a los demás, intenta mejorar y ésta es una forma efectiva de entrenar una de las grandes virtudes del ser humano: el autocontrol. La educación artí­stica es una necesidad no porque nos haga más inteligentes sino porque nos permite adquirir toda una serie de competencias y rutinas mentales que están en plena consonancia con la naturaleza social del ser humano y que son imprescindibles para el aprendizaje de cualquier contenido curricular. Y esto es útil para todos los alumnos, por lo que se convierte en una forma estupenda de atender la diversidad en el aula.

EL CEREBRO ARTíSTICO

Las neuroimágenes cerebrales revelan algunos indicios de por qué las actividades artí­sticas son tan importantes. Así­, por ejemplo, se sabe que ciertas estructuras de la corteza auditiva solo responden a tonos musicales, que una parte importante del cerebro y del cerebelo interviene en la coordinación de todo tipo de movimientos, como en el baile, que en las recreaciones teatrales regiones del cerebro especializadas en el lenguaje oral que están conectadas con el sistema lí­mbico nos proporcionan el componente emocional o, referido a las artes visuales, que nuestro sistema de procesamiento visual genera imágenes reales o ficticias con la misma facilidad (Sousa, 2011).

Como podemos ver en la figura 1, cada actividad artí­stica activa diferentes regiones cerebrales. La música se procesa en la corteza auditiva que está en el lóbulo temporal, las artes que conllevan movimiento como el baile o el teatro activan la corteza motora, las artes visuales como la pintura se procesan principalmente en los lóbulos occipital y temporal, mientras que la poesí­a o la prosa implican a las áreas de Broca y Wernicke relacionadas con el procesamiento lingí¼í­stico (Posner et al., 2008).

¿POR QUí‰ ENSEí‘AR LAS ARTES?

Los estudios que han analizado la implementación de la educación artí­stica en el aula han revelado que los efectos más potentes se encuentran en aquellos programas que se integran plenamente en las asignaturas del currí­culo y que cuando ocurre esto se obtienen múltiples beneficios relacionados con el aprendizaje de los alumnos y su comportamiento. Rabkin y Redmond (2004) han identificado los más significativos:

Existe un mayor compromiso emocional de los alumnos en el aula.
Los alumnos trabajan de forma más activa y aprenden unos de otros.
Los grupos de aprendizaje cooperativo convierten las clases en comunidades de aprendizaje.
Se facilita el aprendizaje en todas las asignaturas a través de las artes.
Los profesores colaboran más y tienen mayores expectativas sobre sus alumnos.
El currí­culo se vuelve más real al basarse en un aprendizaje por proyectos.
La evaluación es más reflexiva y variada.
Las familias se involucran más.
Desde la perspectiva neuroeducativa, nos interesan especialmente tres factores imprescindibles para el aprendizaje que las artes pueden mejorar:

La memoria

En un estudio con alumnos de quinto grado (10-11 aí±os) se diseí±aron unidades didácticas relacionadas con materias cientí­ficas (astronomí­a y ecologí­a) siguiendo dos procedimientos distintos: en uno se utilizó el enfoque tradicional y en el otro se integraron las artes en la unidad. Así­, por ejemplo, en el segundo caso, los alumnos realizaban actividades con objetivos didácticos definidos que incluí­an actuaciones teatrales, dibujos de posters, recreación de movimientos o utilización de la música. El análisis de los resultados reveló que los alumnos que participaron en la unidad didáctica en la que estaban integradas las actividades artí­sticas mejoraron la llamada memoria a largo plazo, especialmente los alumnos con dificultades lectoras (Hardiman et al., 2014).

Las emociones

En un estudio longitudinal que duró tres aí±os se quiso analizar cómo afectaba la integración de diferentes programas artí­sticos al desarrollo personal de alumnos con edades entre 9 y 15 aí±os que pertenecí­an a entornos socioeconómicos desfavorecidos. En la primera parte del programa se permitió elegir a los alumnos del grupo experimental entre diferentes formas artí­sticas como la música, la pintura, la grabación de videos, la escritura de guiones o el diseí±o de máscaras; en la segunda se profundizó más en los medios elegidos a través de un trabajo cooperativo; y en la etapa final en la que intervení­an todos los alumnos se escenificó una obra de teatro y se grabó un video sobre la propia comunidad escolar. Los tres aí±os de aplicación del programa revelaron que los estudiantes mejoraron sus habilidades artí­sticas y sociales, redujeron sus problemas emocionales y, en general, desarrollaron más que el grupo de control toda una serie de competencias interpersonales como la comunicación, la cooperación o la resolución de conflictos (Wright et al., 2006).

La creatividad

Las artes enseí±an a los nií±os que los problemas reales suelen tener más de una solución posible, que es necesario analizar las tareas desde diferentes perspectivas, que la imaginación es una poderosa guí­a en los procesos de resolución o que no siempre existen reglas definidas cuando tienen que tomar decisiones (Eisner, 2004).

Cuando se integran las disciplinas artí­sticas en las prácticas pedagógicas se promueve el pensamiento creativo y divergente en los alumnos y no solo eso, sino que también desarrollan un pensamiento más profundo. Un ejemplo sobre esto último lo podrí­amos encontrar en el programa Artful Thinking desarrollado por el Proyecto Zero de Harvard que utilizaba el poder de las imágenes visuales (ver figura 2), como las de las obras de arte, para estimular en los alumnos procesos como la curiosidad, observación, comparación o relación entre ideas imprescindibles para el desarrollo del pensamiento creativo y del aprendizaje (Hardiman, 2012).

Comentamos, a continuación, aspectos relevantes sobre algunas de las disciplinas artí­sticas:

MíšSICA

La música nos produce bienestar porque estimula nuestro sistema de recompensa cerebral que libera dopamina y eso nos hace sentir bien. Es beneficioso desde la perspectiva emocional escuchar música, pero desde la perspectiva cognitiva es mejor practicarla. Así­, por ejemplo, la activación simultánea de áreas sensoriales y motoras al tocar un instrumento musical conlleva la mejora de capacidades generales como la memoria de trabajo o la atención (Mora, 2013). No obstante, existen muchos malentendidos al respecto.

¿Nos hace la música más inteligentes?

Hay diversos estudios que sugieren que los nií±os que reciben educación musical obtienen mejores resultados académicos. Sin embargo, la existencia de una correlación no significa que haya una causalidad. El nií±o puede obtener estos mejores resultados debido a otros factores relacionados, por ejemplo, con sus propias capacidades o con el entorno familiar en el que se desarrollan.

Cuando se utilizan diseí±os experimentales rigurosos en los que existe un grupo de nií±os asignados de forma aleatoria que recibe instrucción musical y otro grupo de control que no la recibe, los resultados son diferentes. Y aunque pueda parecer sorprendente, ha habido muy pocos experimentos de este tipo y con resultados poco esclarecedores sobre los beneficios cognitivos que reporta la actividad musical.

El grupo de investigación de Elisabeth Spelke ha analizado estas cuestiones en una investigación muy reciente (Mehr et al., 2013). En uno de los experimentos se asignaron de forma aleatoria 29 nií±os de cuatro aí±os de edad a clases de música o de artes visuales de 45 minutos durante seis semanas. Después de ese perí­odo de tiempo se realizaron una serie de pruebas y no se encontraron diferencias en las que medí­an la competencia lingí¼í­stica y matemática de los nií±os de ambos grupos y una diferencia muy pequeí±a en las pruebas espaciales. Como réplica al anterior experimento, los investigadores diseí±aron otro similar en el que ahora participaron 45 nií±os que fueron asignados al grupo experimental que recibí­a las clases de música o a un grupo de control que no recibí­a ningún tipo de instrucción. Y en este caso no hubo prácticamente diferencias entre los dos grupos (ver figura 3):

¿Quiere decir esto que la instrucción musical no produce beneficios cognitivos? Evidentemente no. Por una parte hacen falta más estudios que complementen esta investigación y por otra este estudio no medí­a la inteligencia general de los nií±os como sí­ hací­an otros sino que iba más encaminado a analizar áreas especí­ficas como la de matemáticas. Lo cierto es que, como manifiesta la propia Elizabeth Spelke, el debate sobre la importancia de la educación musical en particular, o la artí­stica en general, no deberí­a centrarse en los beneficios externos (como puede ser la mejora matemática que se pone en duda en el estudio comentado) sino en los beneficios inherentes al arte como son los relacionados con cuestiones emocionales o sociales. Y esos no requieren ninguna demostración empí­rica.

En 1993 apareció en la revista Nature un artí­culo en el que se informaba sobre una mejora temporal en el razonamiento espacial en adultos al escuchar durante 10-15 minutos a Mozart (Rauscher et al., 1993). Este hallazgo fue totalmente distorsionado por los medios de comunicación haciendo creer que la exposición temprana de los nií±os a la música clásica mejorarí­a su cociente intelectual. Lo cierto es que no se ha comprobado nunca esto y el llamado ”efecto Mozart» hay que considerarlo un neuromito más.

ARTES VISUALES

El cerebro humano ha desarrollado una extraordinaria capacidad para crear imágenes mentales internas e incluso, se ha demostrado en estudios con neuroimágenes que se activan las mismas regiones cerebrales al ver una escena real que al imaginarla (Thompson et al., 2009). Esto es muy interesante, porque la visualización es una herramienta potente en los procesos de memorización.

¿Qué puede aportar una clase de dibujo?

Si preguntáramos a los alumnos qué aprendieron en las clases de artes visuales seguramente la mayorí­a responderí­a que aprendieron a dibujar, a pintar o a representar algún gráfico. Es lógico que en las clases de arte se aprendan las técnicas artí­sticas correspondientes, sin embargo, se pueden aprender muchas más cosas. Winner y sus colaboradores (2006) han identificado ocho disposiciones (rutinas mentales) que los alumnos pueden desarrollar en las clases de artes visuales y que pueden transferirse a otros dominios del aprendizaje:

Utilización de herramientas y materiales: los alumnos aprenden las técnicas propias de la disciplina utilizando, por ejemplo, pinceles y lápices o pintura y arcilla.
Participación y perseverancia: los alumnos aprenden a comprometerse con la materia a través de los proyectos realizados.
Imaginación: los alumnos aprenden a visualizar e imaginar situaciones que se alejan de la mera observación.
Expresión: los alumnos aprenden a transmitir una visión personal en sus trabajos.
Observación: los alumnos aprenden a utilizar una mirada propia y a percibir detalles menos obvios.
Reflexión: los alumnos aprenden a explicar, justificar y evaluar lo que realizan con un espí­ritu crí­tico.
Exploración: los alumnos aprenden a ir más allá de sus creaciones, a tomar nuevos riesgos y a aprender de sus errores.
Comprensión del mundo artí­stico: los alumnos aprenden a relacionarse con el arte y a entender todo lo asociado a él como galerí­as, museos, etc.
Nadie puede dudar de la utilidad de todas estas disposiciones en cualquiera de las materias curriculares (ver figura 4).

ARTES ESCí‰NICAS

De forma paradójica, las actividades escolares que implican movimiento, sean artí­sticas como cualquier estilo de baile o el teatro o deportivas como en el caso de la Educación Fí­sica, están siendo reducidas. Sin embargo, las investigaciones en neurociencia están demostrando su importancia a todos los niveles, incluido el cognitivo. Por ejemplo, la danza es una estupenda forma de desarrollar tres aspectos del pensamiento creativo: la fluidez, la originalidad y la capacidad de abstracción (Bradley, 2002). Por otra parte, hoy sabemos que los mismos circuitos neurales que se activan al realizar una acción también lo hacen al observar a otra persona haciéndola. Estas neuronas espejo posibilitan la imitación, una poderosa forma de aprendizaje.

¿Vale la pena apuntar a mi hijo a teatro?

En una investigación en la que Catterall (2002) analizó los estudios realizados sobre los efectos del teatro en entornos escolares identificó muchos beneficios, algunos de ellos relacionados directamente con las materias curriculares y otros, que son los más importantes, con el desarrollo integral de la propia persona. Los más representativos son los siguientes:

Convierte los conceptos abstractos en conceptos concretos.
Aborda los contenidos curriculares desde una perspectiva más atractiva.
Mejora su vocabulario.
Acerca el aprendizaje al mundo real.
Permite reflexionar a los alumnos sobre lo que hacen y comparar sus opiniones con las de los demás.
Fomenta la tolerancia y el respeto por los demás.
Mejora su autocontrol y su autoestima.
Suministra un sentimiento de libertad acompaí±ado de responsabilidad.
En mi caso particular, puedo asegurar que algunas de las mayores satisfacciones en mi experiencia docente provienen de haber comprobado como alumnos con dificultades para el aprendizaje o para relacionarse con los compaí±eros adquirí­an toda una serie de competencias interpersonales a través del teatro que les hací­an mejores alumnos y sobre todo personas más felices.

EN LA PRíCTICA

Ya hemos hablado de la relevancia de las artes como tales, pero lo más importante es integrar las actividades artí­sticas en cada una de las diferentes materias curriculares asumiendo una perspectiva transdisciplinaria. Será un acto creativo (no podemos pedir a nuestros alumnos que sean creativos si nosotros no lo somos) que despertará la curiosidad del alumno. Y como tantas veces hemos comentado, esta carga emocional facilitará la atención y con ello el aprendizaje. Cuando estamos motivados, todo es más fácil.

Veamos algunos ejemplos concretos (más información en Sousa, 2011):

Artes visuales. El profesor de Quí­mica pide a sus alumnos que dibujen un organizador gráfico en el que se muestren las fases más importantes de un experimento.
Música. El profesor de Historia pide a sus alumnos que reflejen en la letra de una melodí­a popular los hechos más significativos de la Revolución Francesa.
Poesí­a. El profesor de Matemáticas pide a sus alumnos que escriban una estrofa de un poema sobre los pasos que hay que seguir al resolver una ecuación matemática.
Teatro. El profesor de Inglés pide a sus alumnos que escriban un final alternativo de la obra Romeo y Julieta y que hagan una recreación teatral del mismo.
Y podemos seguir todo lo que nuestra imaginación nos permita. Podemos encontrar ejemplos en cualquier asignatura y en cualquier etapa educativa.

Por otra parte, en el caso de currí­culos artí­sticos especí­ficos, ya hemos comentado que el aprendizaje basado en proyectos es una muy buen opción porque fomenta más el trabajo cooperativo, la reflexión o la autoevaluación que los enfoques tradicionales, generando además una mayor motivación intrí­nseca en el alumno.

CONCLUSIONES FINALES

No se puede negar que las actividades artí­sticas están arraigadas en el propio desarrollo del ser humano desde su nacimiento y que constituyen una recompensa cerebral natural necesaria para el aprendizaje. Porque la práctica de cualquiera de las manifestaciones artí­sticas lleva asociada un componente emocional que nos motiva y que nos permite contemplar el mundo que nos rodea desde una perspectiva diferente, más estética, más profunda. La Educación Artí­stica resulta imprescindible porque permite a los alumnos adquirir toda una serie de competencias socioemocionales básicas para su desarrollo personal y que, además, les hacen más felices. Y ese es el verdadero aprendizaje, el que les prepara para la vida. El cerebro humano, que es un órgano complejo en continua reestructuración, agradece los retos y necesita el arte.

Jesús C. Guillén

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Referencias bibliográficas:

Bradley K. (2002): ”Informing and reforming dance education research». En Deasy R. (Ed.), Critical links: learning in the arts and student academic and social development. Arts Education Partnership.
Catterall J. (2002): ”Research on drama and theater in education». En Deasy R. (Ed.), Critical links: learning in the arts and student academic and social development. Arts Education Partnership.
Eisner, Eliot W. (2004). El arte y la creación de la mente: El papel de las artes visuales en la transformación de la conciencia. Paidós.
Hardiman, Mariale (2012). The brain-targeted teaching model for 21 st-century schools. Corwin.
Hardiman M. et al. (2014): ”The effects of arts integration on long-term retention of academic content». Mind, Brain and Education, 8(3).
Mehr SA. Et al. (2013): ”Two randomized trials provide no consistent evidence for nonmusical cognitive benefits of brief preschool music enrichment». PLoS ONE 8(12).
Mora, Francisco (2013). Neuroeducación: sólo se puede aprender aquello que se ama. Alianza Editorial.
Posner, M. et al. (2008): ”How arts training influences cognition», en Learning, arts and the brain: the Dana Consortium on arts and cognition, Danna Press.
Rabkin N. y Redmond R. (2004). Putting the arts in the picture: reforming education in the 21st century. Columbia College.
Rauscher et al. (1993): ”Music and spatial task performance». Nature, Oct. 14.
Sousa, David A. (2011). How the brain learns. Corwin.
Thomson W. et al. (2009): ”Two forms of spatial imagery: neuroimaging evidence». Psychological Science, 20.
Winner E. et al. (2006): ”Studio thinking: how visual arts teaching can promote disciplined habits of mind». En Locher P. et al. (Eds), New directions in Aesthetics, Creativity, and the Arts. Baywood.
Wright R. (2006): ”Effect of a structured performing arts program on the psychosocial functioning of low-income youth: findings from a Canadian longitudinal study.». Journal of Early Adolescence, 26.

 

escuelaconcerebro.wordpress.com

Graciela Machuca

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