Quintana Roo: a sus 96 aí±os, es ejemplo ¡¡no lo dobla la adversidad!!

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MONTE OLIVO, BACALAR, 29 de octubre.- A sus casi 96 aí±os de edad, con el cuerpo desgastado con el paso de los aí±os, pero conservando un espí­ritu firme, don Martí­n Hernández se levanta desde las 6 de la maí±ana para trabajar su milpa, haciendo un lento recorrido, caminando corcovado y a muy pequeí±os pasos, por sus devastados y secos sembradí­os, con la esperanza de encontrar algo de maí­z que se haya salvado de los embates de la naturaleza que, este aí±o, a él y a los alrededor de 80 habitantes del poblado Monte Olivo, les causó la pérdida de su principal fuente de alimento, que es su siembra de autoconsumo.
Desde que tiene memoria, don Martí­n se ha dedicado a la siembra de autoconsumo, ayudando desde muy pequeí±o en esta labor a sus difuntos padre y abuelo, de quienes aprendió todo lo que sabe respecto al campo y al trabajo de la milpa.
Don Martí­n es uno de los pioneros de la creación de Monte Olivo, hace más de 30 aí±os, quien junto con su esposa vive en una muy pequeí±a casita de madera y techo de paja, de aproximadamente 4 por 4 metros, y de la cual su estructura luce debilitada debido al paso del tiempo.
”Ya el 11 de noviembre cumpliré 96 aí±os», dice Don Martí­n, de quien el paso de los aí±os le ha cobrado fuerzas a su desgastado cuerpo, ayudándose de una azada que utiliza como bastón para poder sostenerse, y así­ poder trabajar y recorrer, desde muy temprano, sus alrededor de 5 hectáreas de milpa.
Esta labor la inicia desde las 6 de la maí±ana, y regresa a su hogar hasta las 6 de la tarde, 12 horas en total a diario, cada semana, todos los meses del aí±o, durante todo el aí±o, y desde que era joven.
Si bien el paso del tiempo le ha ido acabando el cuerpo, su espí­ritu aún se mantiene firme y vigoroso, con fortaleza que le da el trabajo diario que realiza arduamente, pues él no se siente viejo aún, no se siente ”inservible», y asegura que no lo será mientras el aliento le dure.
”Mientras no llegue mi dí­a, yo seguiré trabajando, porque no me gusta estar sin hacer nada», platica don Martí­n, mientras recorre a paso lento, corcovado y con la ropa enlodada, sus sembradí­os.
Los embates de la naturaleza le han costado a Don Martí­n el poco alimento que consigue al dí­a gracias a su cosecha, pues él es uno de los alrededor de 80 habitantes del poblado Monte Olivo que perdieron la mayor parte de sus cultivos en este aí±o, como consecuencia, primero, de la severa sequí­a que pegó a Quintana Roo entre febrero y agosto pasados, y recientemente, por el problema de las fuertes lluvias que dejó tras su paso la depresión tropical número 9.
”De las lluvias perdí­ mi frijolito y maicito que habí­a sembrado apenas, y de la sequí­a perdí­ todo mi maí­z que ya estaba más crecido y que esperaba para cosechar hace meses», narra don Martí­n, sostenido de su ahora inseparable azada, y rodeado de las decenas de plantas secas de maí­z que adornan su milpa, un triste panorama dejado como recordatorio de lo implacable que puede ser la madre naturaleza.
Sin perder ni un solo dí­a las esperanzas, don Martí­n recorre cada rincón de su milpa, tratando de rescatar alguna plantita y fruto de maí­z que no haya sido daí±ado por la sequí­a y las lluvias, aunque la mayorí­a de las veces, este recorrido resulta en vano, pues entre sus sembradí­os no quedan más que plantas secas, destruidas por las plagas, y otras más ahogadas por las lluvias.
”En mi cumpleaí±os la pasaré con mi gente, sé que no tengo casi nada pero eso no impide que no sea feliz, porque desde el momento que uno tenga vida, no importa lo mucho o poco que tenga, es suficiente motivo para sonreí­r y agradecer; hay gente que tiene muchí­simas cosas y mucho dinero, y sin embargo no es feliz, entonces cuando les toque su hora, morirán tristes, porque cuando vivieron no supieron sonreí­r», concluyó don Martí­n, quien dijo tener la esperanza de que las autoridades de Gobierno los ayuden a salir adelante, a sembrar nuevamente, a no dejarlos olvidados.
La pequeí±a comunidad de Monte Olivo, fundada hace más de 30 aí±os, es el último poblado al norte del municipio de Bacalar, a más de 150 kilómetros de la ciudad de Chetumal, colindando con el municipio de José Marí­a Morelos.

Graciela Machuca

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