DRAGON MART: HACIA EL DESPLOME DE LA NACIí“N

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Por Gloria Palma

El biólogo Horacio Campo, de Voces Unidas de Puerto Morelos, visualiza la catástrofe que enfrentará el paí­s con la instalación, a partir de octubre, del Dragón Mart en Cancún. Para él, es como subir a la Nación encima de un banco de tres patas rotas. Así­, el desplome es casi inminente.

Ese banco, explica, es el desarrollo sustentable y las tres patas que lo sostienen son, una ambiental, una social y una económica. ”No se puede sostener sin una sola pata. Si le quitan una, este banco no funciona; se cae».

La Nación, según esta alegorí­a, es a la que los gobiernos federal, estatal y municipal han subido en este banco aunque ninguna de las patas funcione.

La pata ambiental:

”Esta pata está rota porque respeto, no hay», seí±ala el ambientalista, y el arquitecto Ricardo Lujambio enumera sus ”fracturas»:

”El predio El Tucán donde se instalará el desarrollo fue incendiado premeditadamente y debiera de estar en veda durante 20 aí±os. El desmonte de aproximadamente 200 hectáreas de selva se realizó sin los permisos correspondientes. No hubo solicitud ni revisión del Instituto Nacional de Antropologí­a e Historia para verificar la presencia de vestigios arqueológicos. La autorización ambiental estatal se dio ”a modo» de manera ilegal; no atendió las recomendaciones de los especialistas, profesionistas y ciudadanos que participaron y asistimos al Foro de Análisis; no encargó a las instituciones especializadas como la Universidad del Caribe, Tecnológico de Monterrey, Colegio de México, ningún estudio integral de los impactos del antes, durante y después del proyecto, que demostraran su viabilidad ante la fragilidad de los ecosistemas locales, la cultura, economí­a y sobre todo acerca de la vocación turí­stica de la región y los efectos sobre la producción de la industria nacional. Fue cambiante e incompleta la presentación del proyecto a la comunidad, los medios de comunicación y autoridades, argumentando en ocasiones el uso de suelo turí­stico cuando sabemos que es un negocio comercial e inmobiliario».

Como enlistó Lujambio, casi de la noche a la maí±ana, sin haber presentado una Manifestación de Impacto Ambiental y sin que hubieran obtenido la licencia de construcción que apenas les fue liberada por el Ayuntamiento el pasado 9 de septiembre, los desarrolladores del Dragon Mart deforestaron a mediados del 2012 unas 200 hectáreas de selva en el terreno ubicado a 18 kilómetros al sur de Cancún y procedieron inmediatamente a rellenarlo con escombros y sascab.

Hasta ese momento únicamente habí­an presentado la Manifestación de Impacto Ambiental al Instituto de Impacto y Riesgo Ambiental de Quintana Roo (Inira), incumpliendo la obligación que marca la ley de presentarla ante la Semarnat para que sea evaluada, aprobada o rechazada. Así­, el Instituto estatal autorizó el proyecto con una superficie de desmonte del 35 y no del 25% que le correspondí­a según el uso de suelo limitado, hasta entonces, a áreas naturales y turí­sticas de mí­nima densidad, el cual fue cambiado recientemente a uso comercial o recreativo con las modificaciones que el Cabildo aprobó al Programa de Ordenamiento Ecológico Local (Poel), casualmente un par de dí­as antes de que el presidente municipal, Julián Ricalde, otorgara la licencia de construcción por orden del Tribunal de Justicia del estado.

Ya con esta licencia, el desarrollo empezará a construirse a partir de este mes de octubre. Tan sólo el centro de exposición y venta de mercaderí­as chinas, será tres veces más grande que Plaza las Américas de Cancún. Serán más de 300 mil metros cuadrados de desarrollo comercial y 60 hectáreas de desarrollo inmobiliario. Generarí­a 23 toneladas de basura adicionales. Demandará, además, un sistema de drenaje que aun no existe en la zona, para evitar la contaminación del subsuelo y el riesgo de afectar a la segunda barrera arrecifal más importante del planeta, que se ubica en paralelo a la costa de la que este mega desarrollo distará unos 300 metros.

La pata social:

Julián Ricalde —presidente municipal de Benito Juárez hasta el momento de escribir este reportaje- indica que el Dragon Mart plantea el nacimiento de un nuevo centro urbano, con todo lo que implica para los gobiernos en dotación de servicios; de seguridad, salud, educación, vialidades que garanticen la movilidad, transporte, agua, luz, y otras demandas de la población que no han sido contempladas por ninguna esfera de gobierno como gasto adicional.

El desarrollo abarca un perí­metro de 100 hectáreas; del millón de metros cuadrados, en 306 mil 500 se construirá un conjunto comercial bajo las normas arquitectónicas orientales, con pabellones mercantiles, naves industriales, tres mil locales y bodegas, además de una zona inmobiliaria de 60 hectáreas con mil 250 casas y conjuntos habitacionales, que darán cobijo a las 3,000 familias chinas que arribarán a vender su fuerza de trabajo.

”Estaremos viviendo el nacimiento de un nuevo centro poblacional que sin resolver el problema de los otros (Cancún, Puerto Morelos, Alfredo V. Bonfil, Leona Vicario y Central Vallarta), va a ser caótico», prosiguió Ricalde. Entre los problemas de servicios básicos que aún enfrenta Cancún, explicó, uno de los más graves es la falta de drenaje. ”No hay drenaje en muchas zonas que tienen hasta 20 aí±os habitadas; no lo hay porque el crecimiento es mayúsculo; rebasa la capacidad de los municipios, rebasa la capacidad del estado… Si no podemos ni contratar más policí­as, más barrenderos, a la velocidad que va creciendo la ciudad, qué podemos esperar».

La pata económica:

”En lo económico, nada bueno va a traer. El Centro de Estudios Económicos dice que será una catástrofe», aí±ade el biólogo Horacio Campo.

Par empezar, la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) advirtió que la operación del Dragon Mart causará la pérdida de un millón de empleos en México con la desarticulación de por lo menos 20 sectores de la industria nacional, como la textil, del calzado y siderúrgica.

Según los industriales, el complejo chino fomentará ampliamente el comercio ilegal en el paí­s. ”Es una economí­a parásito», expresó el empresario Miguel Fernández, de Voces Unidas de Puerto Morelos. ”Para los chinos vender barato es una inversión a mediano plazo; llegan, inundan el mercado de productos a muy bajo precio, acaban con la competencia y ya con el mercado cautivo suben los precios aunque no ofrezcan calidad».

Asimismo, agregó, ”nos convertiremos simplemente en proveedores de materias primas. Los comercializadores buscarán los productos chinos porque serán más baratos, mientras en México se destruirán las cadenas productivas y el sector manufacturero. De aquí­ se llevarán los insumos y nos los regresarán convertidos en productos. La industria nacional no tiene la capacidad productiva para competir: mientras México produce al aí±o alrededor de 240 millones de pares de calzado, China tiene una producción anual de aproximadamente 16,000 millones de pares, la mayorí­a de baja calidad».

En suma, subrayó, ”seremos dependientes de China».

En ese orden Horacio Campo puntualiza: ”Ninguna de las tres patas del desarrollo sustentable en el proyecto Dragon Mart funciona entonces para México. ¿Qué nos queda? Los mexicanos tenemos que pedirles a los tres niveles de gobierno que protejan estas tres patas, porque constitucionalmente están obligados a proteger a sus ciudadanos. ¿Están cumpliendo con su mandato de proteger a los mexicanos en su territorio?», pregunta y él mismo concluye: ”No».

Graciela Machuca

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