Diputadas: Cerrar la Brecha de Desigualdad

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Palabra de Antí­gona

Por Sara Lovera

La organización Social Watch, el Banco Mundial y los últimos análisis de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) establecen que la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres en México es grave. Entre 128 paí­ses, México ocupa el número 93 y aunque hay un adelanto en la representación polí­tica y el empoderamiento, las franjas de la pobreza y la violencia contra las mujeres, operan como grandes diques para el desarrollo de la mitad de la población.

Eso significa que la parafernalia de leyes, declaraciones e inversión en polí­ticas públicas e instituciones para conseguir poco a poco la igualdad, por ahora revelan un gran fracaso, sobre todo si se piensa que la discriminación y la desigualdad fueron reconocidos por la comunidad mundial desde 1975, es decir, hace 37 aí±os y en ello México fue un paí­s promotor y activo, un aí±o antes se reformó la Constitución para declarar la igualdad y 31 aí±os después se decretó la ley general de Igualdad entre Mujeres y Hombres.

El diagnóstico de 2012, por lo menos es desalentador, sin dejar de considerar los enormes esfuerzos legislativos de mujeres y hombres en los últimos aí±os y no obstante la aparición de dispositivos institucionales que le dieron vida a esos organismos pálidos, existentes y necesarios como los institutos nacional, estatales y municipales que pueblan todo el paí­s.

De cara a la realidad y los otros análisis, como la enorme cantidad de pequeí±os avances en leyes y reglamentos, saber que la pobreza, la falta de reconocimiento y discriminación son todaví­a muy fuertes, implica que la bancada femenina en la cámara de diputados que se instalará en pocos dí­as, y que es de 37 por ciento, calificada como cifra histórica, obliga a tomar la tribuna polí­tica, a realizar una intensa labor de promoción de la rendición de cuentas y armar a las nuevas legisladoras de conocimiento, valores y un catálogo de compromisos para que logren al menos acelerar el cierre de esta brecha.

Una intensa labor, en tiempos apretados y capacitaciones a vuelo de pájaro, cruza al paí­s: mujeres de los partidos polí­ticos, con talleres incluso ví­a internet; encuentros apresurados, ligeros y decenas de mujeres viajando por poca paga en decenas de municipios, son la imagen de esta labor para intentar que las futuras funcionarias públicas, diputadas locales y diputadas federales aprendan rápidamente que deben trabajar por la igualdad y los derechos de las mujeres.

Leyes desconocidas y reformas a esas leyes y un esfuerzo descomunal para contar con presupuestos, para esas capacitaciones y polí­ticas que fomenten el «avance de las mujeres», se topan con una extraordinaria realidad lacerante:

En pocas palabras: las mexicanas ganan 20 centavos  por cada dólar que gana un hombre, según el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2012 ‘Igualdad de Género y Desarrollo’, elaborado por el Banco Mundial (BM).

Destaca ese informe, junto a otro de Naciones Unidas, que  la violencia es la principal causa de muerte para mujeres entre 15 y 44 aí±os; que casi 60 por ciento de los homicidios contra ellas suceden en el hogar, y que más de un millón de menores, en su mayorí­a nií±as, son ví­ctimas del comercio sexual.

El informe 2012 de Social Watch, al medir los tres componentes de desarrollo humano de las mujeres, coloca a México a la cola de 128 paí­ses, en el número 93 porque por ejemplo de 867 millones de adultos analfabetas, 64 por ciento son mujeres, sin considerar los indicadores de pobreza. Aunque las mexicanas han avanzado, en el plano federal, en representación polí­tica y estas, al menos 184 diputadas -una se colocó apenas la semana pasada-, no necesariamente llegarán al Congreso con compromiso de género y el rezago en la representación de congresos locales y municipios, sigue siendo fenomenal.

Al menos éstas mujeres están llamadas —y ciertamente obligadas- a contribuir a recudir la brecha de desigualdad que los órganos internacionales revelan como grave.

EQUIDAD Y Gí‰NERO

Esta situación es todo un reto para la Comisión de Equidad y Género que en el congreso, que iniciará una nueva legislatura, habrá de definirse entre todas las comisiones regulares de manera inmediata y que en dos legislaturas consecutivas ha estado presidida por una diputada de izquierda, que será disputada dentro del Frente Progresista, primero y luego al interior de los grupos parlamentarios con el PRI, cuya bancada femenina es la más grande de esas 184, exactamente 84; 50 del frente y el resto de la derecha tradicional.

En estos dí­as ya se mueven precandidatas a esa comisión, que deberí­a tener una concepción y compromisos bien claros, porque hay pendientes por supuesto, polí­ticas públicas, armonización de leyes y freno a la violencia, además de otras tan lacerantes como modificar la condición laboral de las trabajadoras del hogar cuyo estatuto jurí­dico las coloca en el peldaí±o más bajo: casi como esclavas.

Por ello fue muy interesante que la semana pasada mujeres de organizaciones no gubernamentales, activistas, luchadoras sociales y de organizaciones indí­genas, se hayan sentado en un Foro, para delinear las prioridades de esa disputada Comisión.

La lista fue abultada. Pero tres cuestiones parecen ingentes: transparentar los presupuestos (anexo 10 ); derecho a decidir (aborto); limitar la criminalización de las mujeres que interrumpen su embarazo; por supuesto acabar con la violencia y la impunidad y tener una posición clara, honda e informada sobre uno de los debates en puerta: la de los medios de comunicación, de cara a los monopolios, los contenidos adversos a las mujeres y la insultante situación de las y los periodistas: 82 asesinados, 16 desaparecidos, cuatro más por confirmar, y miles de agravios que cruzan al paí­s, tal cual lo plantearon periodistas de 28 entidades del paí­s reunidos 23, 24 y 25 de agosto en la ciudad de México y convocados por la Casa de los Derechos de Periodistas.

No se trata de improvisar nada ni de catapultar a mujeres que en la práctica no han respondido a las expectativas, sino de atinar a un buen equipo de mujeres, feministas y comprometidas, cabales y sin padrinos. Veremos.

Graciela Machuca

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