Granados Chapa por Granados Chapa

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Jenaro Villamil

El axioma del periodista Miguel íngel Grana- dos Chapa fue muy claro: ”Los periodistas no pueden, ni deben, ser socios de los polí­ticos. Por eso, a la larga, cada periodista está en el lugar que se merece. Y la gente lo sabe».

Esta frase le dio tí­tulo al libro de conver- saciones e intervenciones más importantes de Miguel íngel Granados Chapa, editado a finales de 2010 por la colección Cuadernos de El Financiero, coordinado por el periodista Ví­ctor Roura.
Como una manera de homenaje al autor de Plaza Pública, al conductor constante del programa radiofónico del mismo nombre en Radio UNAM, al editor, reportero, cro- nista, subdirector de información, fundador y director-gerente de la revista Proceso, y maestro de decenas de generaciones de pe- riodistas, ofrecemos a continuación algunas de las principales ideas que Granados Chapa expone en este libro periodí­stico: La columna
”La columna no deberí­a servir para golpear a los polí­ticos. Para ello, en todo caso, está el mazo. Aunque algunos siguen gol- peando, sí­; pero en menor medida. Sobre todo porque la columna ha perdido importancia, debido al ensanchamiento de los periódi- cos que hoy, a diferencia de antaí±o (cuyos espacios eran limitados, tornándose incluso aburridos a veces, circunscritos a la infor- mación oficial, por lo tanto insustancial), son más entretenidos. En cambio, las columnas tení­an un cierto grado de esparcimiento en el cual los polí­ticos podí­an permitirse mandar mensajes entre sí­. Y todaví­a ocurre, pero mucho menos. Porque ahora las columnas no son ya los espacios más leí­dos de un diario».

La opinomaní­a
”Aunque ahora abunda la opinomaní­a. Y se da justamente porque el despertar de la sociedad, este largo desaletargamiento, ha producido un interés inusitado por la vida polí­tica del paí­s haciendo arribar a personas sin preparación, sin tener ningún interés real por la polí­tica, pero sustraí­dos en la merca- dotecnia, cuyo nicho ha creado de la opinión una sustancia banalizadora. Eso ha permitido la multiplicación de estas opiniones triviales, muy a menudo interesadas, tanto en los espa- cios electrónicos como en los impresos». ”Yo no quiero ser polí­tico» quien escribe de polí­tica debe asumir que posee una coloración polí­tica, pero ésta es otra cosa. Cuando fui candidato a la guber- natura de Hidalgo (1998-99) se debió a la idea de contribuir personalmente a la posibilidad de ensanchar los espacios públicos en mi estado natal, que es uno de los más atrasados de la República (Hidalgo). Yo no querí­a hacer carrera polí­tica. Incluso antes y después de esa experiencia me invitaron a ser candidato a diputado y a senador por la ví­a plurinomi- nal, pero no acepté. De hecho, durante mi campaí±a no dejé de escribir nunca mi co- lumna, pues no querí­a, ni quiero, apartarme del periodismo».

Polí­ticos y columnistas

”Los columnistas se manejan de otra manera: no pueden distanciarse de los polí­ticos. Así­ es, mas pueden regular su distancia. Hay quienes se ufanan de comer con los polí­ticos, es cierto, y exhiben su cercaní­a con los funcionarios porque con eso quieren advertir que ellos, los periodistas, también son impor- tantes. Es una tonterí­a, por supuesto. Antaí±o era muy frecuente que se procurara esta vinculación porque de ella podrí­a derivar una oportunidad personal de hacer un negocio. Por eso se participaba en las comilonas y las francachelas. Pero eso ha ido disminuyen- do. Sin embargo, hay que reconocer que la cercaní­a de los columnistas con los gober- nantes ha sido, en México, históricamente venal. Porque los periodistas no pueden, ni deben, ser socios de los polí­ticos. Por eso, a la larga, cada periodista está en el lugar que se merece. Y la gente lo sabe»…
”Escapa a mis impulsos tener dinero o una propiedad. Prefiero ir, como dijera Ma- chado, ligero de equipaje». Mezquindades y vilezas
”No sólo en la polí­tica, también en el medio periodí­stico, hay mucha mezquindad y vileza. Es cierto. Pero como dice un refrán, al que vuelvo muy seguido: El que no quiera ver fantasmas, que no salga de noche’. Si uno entró a este oficio es porque es lo que quiere hacer en la vida, como es mi caso, debe arrastrar las consecuencias como un efecto natural. Si quiero ser periodista, me atengo a los efectos positivos y negativos de este oficio». Periodismo y poder poder. Es un periodismo que no satisface su misión social. Porque la misión social es la comunicación con la gente, el público, los lectores. Desde luego, también es verdad que algunas cosas han cambiado para bien; por ejemplo, antes casi todo el periodismo se dirigí­a más al poder que a los lectores. Es reciente su dedicación a los lectores y no al poder… o no sólo al poder».

La censura ”No se ha modificado mucho. La censura
a veces empresarial, a veces gubernamen- tal, a veces es simulada, a veces es directa, abierta; hay que enfrentarla según el modo, según quien la ejerza. No hay un solo modo de enfrentarse a ella… salvo el ejercicio mis- mo de la libertad de expresión».
”La censura avanza en sus formas. Hoy, por ejemplo, el juicio por presunto daí±o moral se ha constituido en un método novedoso para inhibir el trabajo periodí­stico; ese es un riesgo nuevo y creo que deberí­a derogarse». Los excesos de la prensa mexicana
”Necesitamos reflexionar sobre los excesos en la prensa mexicana. Para mí­, uno de ellos es ofender al que no es poderoso. Insultar al que no puede defenderse. Acusar al que no puede decir su verdad. El exceso que se practica contra los que tienen menos poder que uno. No hay exceso cuando uno se refiere al poderoso, pero sí­ hay cuando uno se refiere al que no lo es. Eso no debe suceder.

”Tampoco puedo dejar de seí±alar que una de las cosas que detesto del periodismo de hoy es su conversión en negocio. No digo que el periodismo no deba ser negocio, desde luego; me refiero a que es lí­cito hacer negocio con el periodismo, pero no es lí­cito convertir al periodismo en negocio, simular que se hace periodismo para hacer negocio».
Las nuevas tecnologí­as ”Las nuevas tecnologí­as abrirán un espacio al periodismo de calidad. Tan sólo el acceso a la información es ahora una gran ventaja de la sociedad. Y no hemos aprovechado todaví­a este acceso plenamente. Es real: la tecnologí­a contemporánea ensancha considerablemente la búsqueda de infor- mación y la posibilidad de comunicación. Ahí­ hay, claro, un terreno inmenso para la comunicación profesional».

Graciela Machuca

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