LA COLUMnita DIARIAGraciela Machuca ¿Libertad de expresión? Quienes hacemos periodismo acunamos en nuestras letras o en nuestras voces la libertad de expresión, pero los verdaderos poseedores de esa libertad debe ser la ciudadaní­a. Por eso resulta que conmemorar la libertad de expresión es materia de todos y de todas. Sin embargo, desde los aí±os en que Miguel Alemán Valdés gobernó este paí­s entre 1946-1952 se estableció esta conmemoración como un asunto sólo de las y los periodistas, informadores o comunicadores. Así­ en el estado hegemónico, la libertad de prensa o la libertad de expresión no implicaban mayor cosa para los medios que ”alinearse».Ahora, en tiempos de la llamada alternancia democrática, la libertad de expresión enfrenta nuevos retos, hay acomodos, principalmente de los propietarios o concesionarios de los medios de comunicación, y surge la intolerancia hacia el periodismo que pretende buscar una lí­nea editorial más equilibrada que empieza por dar voz a todas las voces.Hay, entonces, en los medios una dualidad que termina por romperse, como los hilos, siempre por lo más delgado. Así­, empiezan los despidos, el cierre de programas, la cancelación de columnas crí­ticas y diversas, hacia quienes no comulgan con la idea del propietario de un medio impreso o en el caso de los concesionarios de la radio o la televisión.No es posible entender esta condición del periodismo que sólo apunta a una opción en tiempos como los actuales, donde el gobierno federal pertenece a una corriente de derecha; el gobierno estatal a la vieja hegemoní­a polí­tica priista y un gobierno municipal pluripartidista, lo que no significa democracia.Es fundamental recordar que no siempre ser concesionario o empresario de un medio significa ser periodista, salvo casos excepcionales. Los medios son entonces empresas de comunicación que velan por sus propios intereses. Interés que no es el de servicio colectivo sino del particular. Por ello, cuando él o la periodista no comulgan con los intereses de un empresario viene el cierre de los programas o el despido.Esto no es sino una reflexión. Hoy más que nunca, la libertad de expresión está condicionada a los intereses polí­ticos y, por ende, económicos de las empresas, se amordaza al verdadero periodismo y al pueblo también.Represión mediáticaLa zona Maya no escapa a esta circunstancia, existen una serie de acomodos y con ello el silencio de periodistas y medios, en tanto que la posibilidad de un periodismo independiente, un periodismo que da voz a todas las voces es cada vez menos posible. Se cierran, por consigna, las fuentes de publicidad, es decir, el pago por publicaciones de empresas o gobiernos, lo cual no significa ningún tipo de subvención sino una forma digna de mantener un medio, un espacio de comunicación, al servicio sólo y únicamente, de la población.Con ello, los polí­ticos ganan, pero la población pierde. Se coarta el derecho fundamental de informar, de ser informado y de la libre opinión, es decir, se violenta un derecho constitucionalmente establecido y, peor aún, todo ello sucede en una banda de impunidad que tiende a ensancharse.Recordemos que el dinero para el pago de información pública es también dinero público, no pertenece a los polí­ticos o servidores públicos que no son sino empleados del pueblo, por tanto es lí­cito pagar por la difusión de propaganda y difusión; serí­a un delito, por tanto, forzar el cierre de espacios públicos o despedir periodistas que contravienen los intereses de los polí­ticos o servidores públicos en turno.

Graciela Machuca

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