La relación del PRI con Cancún ¿lucha polí­tica o desestabilización?

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El presidente del PRI estatal, Raymundo King de la Rosa, prácticamente ha traslado sus actividades partidarias a Cancún. Laura Fernández, la dirigente del tricolor en esta ciudad, ha llevado el partido a un activismo que no se habí­a visto en aí±os. El gobernador Roberto Borge gasta gran parte de su agenda pública en eventos en esta zona del norte del estado, donde no se ha privado de practicar algunas formas de populismo que la derecha a la que realmente representa dice odiar.

Esos tres hechos están unidos por un dato de la realidad: Cancún se ha convertido en un dolor de cabeza para el tricolor, y sus principales hombres aseguran que de no tomarse cartas en el asunto, más temprano que tarde aquí­ se gestará la derrota electoral que quitarí­a al PRI del poder estatal.

Ante ese escenario, el mandatario estatal decidió tomar al toro por los cuernos y puso en marcha un plan evidente, que incluye resucitar a un partido que habí­a perdido gran parte de su capacidad de reacción, convocatoria, y representación de los ciudadanos.

Los números lo dicen todo. En julio de 2010, el perredista Julián Ricalde, encabezando la alianza del PAN, PRD, PT y Convergencia, ganó la elección con más de 10 mil votos de diferencia; una cifra que como cantidad y porcentaje hací­a muchos aí±os no se veí­a en unos comicios.

Antes de ello, los últimos triunfos electorales del PRI en Cancún se habí­an basado, en realidad, en errores o apoyos de la propia oposición. Por ejemplo, cuando el diputado federal Carlos Joaquí­n ganó este distrito electoral en el 2009, contó con el apoyo del entonces alcalde Gregorio Sánchez Martí­nez, que ni siquiera contaba con candidato propio.

En 2005, cuando Francisco Alor ganó la elección, el principal elemento a su favor fue la decisión del PRD de impulsar como candidato a Alejandro Ramos, quien no logró mantener el voto del partido. En ese aí±o se dio un caso singular: el candidato a gobernador Juan Ignacio Garcí­a Zalvidea logró en Cancún 20 mil votos más que su candidato a alcalde, Alejandro Ramos. Por eso ganó el PRI.

Ese es el escenario real de las elecciones en esta ciudad desde el aí±o 1999, e incluso desde 1993: el PRI se contrae y la oposición gana espacios, esa es la dinámica natural que sólo se ve alterada cuando la oposición se enfrenta o se equivoca de nombres.

Pero esta situación en Cancún comienza a tenerun peso en el resto del estado. El aí±o pasado, en la previa de la campaí±a electoral que culminarí­a en julio, los principales asesores del ex gobernador Félix González Canto se dieron cuenta de que Cancún se convertí­a en un problema cada vez mayor, que podí­a incluso poner en peligro la hegemoní­a histórica del tricolor en el estado.

Lo primero que se reconoció fue el error de mantener una estrategia de perfil bajo en la dirigencia municipal, que encabezabaGuadalupe Novelo. Los resultados de esa errónea estrategia se vieron en la elección, donde la propia Novelo no pudo dar la batalla ante la alianza opositora. Aí±os antes, en 2005, el PRI habí­a recuperado el municipio de la mano de un candidato, Francisco Alor, que habí­a sido el más férreo crí­tico de Juan Ignacio Garcí­a Zalvidea durante su gestión.

Quizá de esa enseí±anza de la realidad surgió la idea de hacer de Laura Fernández una opositora real al actual gobierno municipal de Julián Ricalde, pero con las armas del PRI y desde el primer dí­a de gestión. Esa estrategia, que fue exitosa, podrí­a serlo otra vez: es el razonamiento de fondo.

Hasta ahí­, el tema no pasa deuna cuestión polí­tico-electoral perfectamente válida para cualquier gobierno; el PRI quiere recuperar Cancún, y lo quiere hacer de esta manera. Sin embargo, la historia reciente nos ha mostrado que el gobierno del estado pocas veces repara en las leyes cuando siente una batalla perdida.

Sólo hay que recordar que los dos alcaldes opositores de Cancún han pasado por la cárcel (uno de ellos aún está ahí­) y que en 2004 hubo un intento del PRI-gobierno, por medio de la Legislatura, de desaparecer el Ayuntamiento de Cancún y poner a un gobierno de incondicionales. La Suprema Corte de Justicia dio marcha atrás con ese atropello, pero la historia quedó para ser recordada. Así­ pelea el PRI-Gobierno estas batallas.

Los intentos de desestabilización mediática que está impulsando el gobierno del estado en los municipios opositores, principalmente Cancún en la actualidad, son apenas el inicio de las estrategias que siempre se han utilizado para romper la base social de esos proyectos polí­ticos.

Luego de ese proceso, continúa el ahogo financiero a las administraciones, la persecución judicial y polí­tica por medio de la Legislatura y el í“rgano Superior de Fiscalización del estado, y finalmente la desestabilización por medio de los sindicatos aliados, o algunos otros grupos de poder.

Los enfrentamientos entre el alcalde Julián Ricalde y Laura Fernández en el acto del 1 de Mayo, el incipiente encono mediático contra el alcalde, y la movilización de grupos de poder para presionarlo para mantener sus privilegios, prendieron las alarmas, porque parece que el camino a recorrer en esta lucha polí­tica será el de siempre.

En su desesperación por garantizar la gobernabilidad actual y el triunfo electoral del futuro, el PRI-Gobierno parece haber decidido jugar con fuego.

Graciela Machuca

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