Hay un tema social que es necesario atraer para que no se siga olvidando, nos referimos a las condiciones de vida en la que se encuentran sometidos los indí­genas de nuestro paí­s, casos como el de los indí­genas de Acteal encarcelados bajo situaciones más que confusas o el de mujeres indí­genas en la cárcel por no haberse atendido con justicia son solo algunos ejemplos de injustica de tantos que existen en todos los rincones de la geografí­a nacional. Si le agregamos la violación de los derechos humanos por la que atraviesa esta población nos daremos cuenta que este sector marginado y que históricamente han vivido en la opresión por más de quinientos aí±os aún siguen resistiendo los embates de la globalización en todas sus formas.
El 19 de Abril de 1940 en el bello Pueblo Mágico de Pátzcuaro en el estado de Michoacán, se realizó el Primer Congreso indigenista Interamericano, en la que se intentó sentar las bases legales para la defensa de los indí­genas a través de propuestas que vendrí­an a reconocerlos. Hecho que hasta en la actualidad no ha servido para nada y solo ha servido para que algunos polí­ticos o gobiernos los utilicen a su modo y de paso los usen para fines electoreros.
Es urgente recuperar la cultura, las tradiciones, la lengua y el patrimonio del pueblo indí­gena sumido en la opresión y la exclusión. Hombres y mujeres trabajadores del campo, en situaciones de atraso, marginación y pobreza, con necesidades de educación, salud vivienda y bienestar social en general. Una población compuesta de una diversidad lingí¼í­stica y étnica en todo México. La Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indí­genas, organismo creado justamente para la atención de esta población no ha sido lo suficientemente capaz de regresarle a los indí­genas lo que  les han quitado; su patrimonio cultural, es decir, por el saqueo del que han sido objeto no se les ha recompensado con educación condiciones de vida digna, salud, justicia, libertad, autonomí­a, etc. Del que todo mexicano tiene derecho. Esas necesidades y demandas son deudas sociales pendientes si queremos una sociedad más justa, más democrática.
De acuerdo a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos indí­genas. Ellos tienen derecho a ser diferentes, deben ser respetados e iguales que otros pueblos. Sin duda, la diferencia de cultura no será motivo alguno para ser discriminado o por el hecho de hablar lengua maya sea menospreciado. Al contrario, esa diversidad nos nutre como sociedad y nos complementa, nos da origen, esencia, pero sobre todo identidad. La autonomí­a o autogobierno es otro de los derechos básicos que pueden tener, de modo que el establecimiento de reglas claras de impartición de justicia dentro de sus ámbitos de competencia son también una manera posible de recuperar y reconocer su posición social.
Permitir la práctica de sus costumbres, tradiciones, y el uso de las medicinas tradicionales, así­ como mantener y fortalecer la relación espiritual con sus tierras y territorios, son formas de ser congruentes con esta población, pero más allá de eso, es reconocer su existencia y que forman parte de nuestra sociedad, que tienen su propia identidad y tienen derecho a la protección de su patrimonio cultural.
Según el censo de INEGI 2000 las personas que hablaban la Lengua Maya en el estado de Quintana Roo eran 167746 y una gran parte de ellos habitan en la zona centro, en el municipio de  Felipe Carrillo Puerto, tan solo aquí­ habí­an, 7422 personas que solo hablaban maya. La transculturación se presenta en la zona norte del estado en la que poco a poco los hablantes de la Lengua Maya van adoptando nuevas costumbres y modos de vida así­ como dejar de hablar su lengua nativa, en la zona centro, hay una población fuerte que se resiste a la aculturación y sigue manteniendo sus costumbres y tradiciones  buscando que la lengua representativa que los caracteriza aún sea hablado por  sus hijos. Según datos de de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los pueblos Indí­genas, en el aí±o 2000, las personas que hablaban maya representaban el 32 % de los Quintanarroenses, pero con seguridad ahora ya son menos por muchas causas.
En la actualidad parece ser que casi todo está en crisis, lo que no está en crisis es la idea de que necesitamos una sociedad más justa. Las promesas de la modernidad como la libertad, la igualdad y la solidaridad siguen siendo una aspiración particularmente de los pueblos indí­genas. Para  ello tenemos que reinventar la liberación social de los que menos tienen, es necesario hacer un esfuerzo para entender que el multiculturalismo que tiene la sociedad mexicana, es lo que le da riqueza cultural y si creemos que una sola idea o una sola cultura es la que vale, estarí­amos destruyendo todos los conocimientos ancestrales de nuestros padres y estarí­amos ante la muerte de los conocimientos alternativos que nos dan origen. Hay que propiciar que lo que esté ausente y se quiere borrar esté presente, que las experiencias que están allí­ pero que no se quieren ver, estén disponibles y demostrar que otro mundo es posible, una vida llena de alternativas y que puedan solucionar nuestros problemas. Que las palabras que se ofrezcan sean las de dignidad y respeto hacia la cultura ancestral de los indí­genas. Ante los embates cada vez más frecuentes de lo global y universal, hay que ser fuertes para que lo local y particular cuente, sea visible, deseable y aceptable.

Graciela Machuca

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