Sufragio efectivo no reelección

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CERCA DEL CENTENARIO DE LA REVOLUCIí“N MEXICANA

Estamos cerca de los primeros 100 aí±os de la Revolución Mexicana y como suele suceder con muchos temas en nuestro paí­s, solo nos acordamos de ellos cuando tenemos que desfilar o hacer un homenaje a los héroes de ese momento histórico y después no pasa nada, la vida sigue igual, por eso es preciso apuntar algunas ideas sobre la situación real que prevalece después de 99 aí±os de que diera inicio la Revolución Mexicana el 20 de noviembre de 1910.
Como antecedente recordemos, que se origina por el repetido intento de Porfirio Dí­az por reelegirse, durando en el poder por más de 30 aí±os, a través de elecciones siempre cuestionadas por el pueblo y solo avalado por las élites del poder. La revolución Mexicana surge como una protesta de carácter polí­tico frente al régimen del Porfiriato y quienes fueron participando en ella, como Madero, Zapata, Carranza y Villa fueron imprimiéndole la huella de sus ideas, intereses y aspiraciones. Como siempre, la gente común, la ciudadaní­a, el pueblo solo es utilizado para manifestar sus inconformidades y acompaí±ar a los caudillos que después serán los héroes.
Cuando Porfirio Dí­az pensó que México estaba preparado para la democracia, surgieron dos corrientes de pensamiento para sucederlo en el poder; unos allegados a él quienes poseí­an fuerza social y económica pensaron que entre ellos debí­a salir el nuevo presidente, y otro grupo de mexicanos de pensamiento liberal quienes creí­an en la capacidad de los pueblos para la vida democrática, pensaban que el mexicano ejerciendo su libertad electoral llevarí­a al poder a quien debiera y mereciera gobernarlo; entonces surge la figura de Francisco I. Madero.
Madero funda el partido Antireeleccionista porque considera que el pueblo Mexicano estaba apto para la democracia y lo invitaba a organizarse en partidos para iniciar una verdadera vida institucional, mencionaba que los hombres morí­an pero las instituciones son inmortales, iniciando así­ una campaí±a electoral, despertando el enojo de Dí­az y lo manda encarcelar.
Al salir Madero de la cárcel, desconoce los poderes constituidos, ocupa la presidencia en forma provisional, realiza nuevas elecciones, propone corregir el camino de la ley y los abusos cometidos durante el Porfiriato y hace un llamado a levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910 apoyado en el Plan de San Luis Potosí­ cuya idea principal era ”Sufragio Efectivo No Reelección»
Una figura muy importante en esta lucha armada, es Emiliano Zapata quien se levantó en el sur del paí­s, solo que a diferencia de Madero, él no se interesó por el asunto polí­tico sino por las viejas y agudas carencias de tierras que padecí­an los campesinos. Al ganar las elecciones, Madero asume la presidencia entre un caos por todo el paí­s. Por una parte, Zapata amparado en el Plan de Ayala, se alza en armas peleando por las tierras a favor de los campesinos y Madero preocupado por convertir a México en un paí­s de leyes. A casi cien aí±os de Revolución ni uno ni lo otro se ha logrado como debiera, actualmente, México convulsionado en una sociedad carente de seguridad, lleno de corrupción, bienestar social desigual, falta de una educación de calidad y no podemos hablar de un paí­s donde las leyes se respeten í­ntegramente. Si volteamos nuestra mirada en el campo mexicano; tierras sin productividad, sin tecnologí­a para para hacerlas producir y campesinos sin preparación y conocimiento sobre manejo de tierras, sin apoyos económicos reales que verdaderamente resuelvan los problemas de las pocas tierras que tienen. Pero si hablamos de la fuente del problema, las mejores tierras del paí­s, están en manos de terratenientes y ricos que en la mayorí­a de los casos reciben los grandes subsidios del gobierno federal para hacerlos producir, últimamente bien documentados a través del Programa Procampo y sus responsables.
Los revolucionarios decidieron llevar el movimiento en el camino que mejor les pareciera. Ese ambiente de inseguridad, preocupó profundamente a los dueí±os del poder económico. Para ellos, la paz y la seguridad eran condiciones necesarias para su existencia. Vencidos por la revolución asaltan el poder y asesinan a Madero a través de Victoriano Huerta, sin embargo no logran consolidar su gobierno a pesar del apoyo que le brindaron porque carecí­a de fuerza social, es decir la fuerza del pueblo, -estimado lector si algo le suena similar en la actualidad no es mera coincidencia- en cambio los revolucionarios se reagruparon alrededor de Carranza y encaminaron la lucha para restaurar el orden constitucional.
A medida que pasaban los dí­as se iban descubriendo graves dolencias en el paí­s; el problema agrario, el debate de las cuestiones polí­ticas, la ambición de los nuevos caudillos conscientes de su fuerza popular y armada no tení­a limites, un pueblo con necesidades humanas tan distintas, todo escapaba a una verdadera organización social. En pocas palabras una desigualdad social bárbara, como la que se vive en grandes sectores de la población mexicana hoy en dí­a.
La amistad entre los jefes revolucionarios se vio interrumpida, Villa era enemigo de Obregón y Zapata lo era de Venustiano Carranza por lo que aún se viví­a un clima de inseguridad en todo el paí­s, sin embargo el constitucionalismo de Carranza triunfó y de sus filas surgieron hombres quienes pensaron que la revolución requerí­a de una unidad de principios capaces de producir una nueva nación, una igualdad jurí­dica, igualdad económica y social, nuevos derechos sociales para todos los mexicanos, una noción histórica del hombre y su libertad, del hombre y su propiedad y sobre todo un estado que promueva el mejoramiento de la vida nacional, todo ello como una expresión de las grandes necesidades del pueblo de México.
Discursos y buenos deseos como el anterior siempre los hemos escuchado de parte de los polí­ticos, de los que poseen el poder económico, de los medios de comunicación que son aliados del poder, inclusive de los representantes jerárquicos de la iglesia que en la mayorí­a de los casos se unen a las propuestas del gobierno, entonces a manera de conclusión, si contrastamos el ambiente que prevalecí­a en los tiempos de la revolución, a casi cien aí±os de haberse presentado el movimiento de cambio; simplemente no hemos avanzado hacia una sociedad más justa, no encontramos mayor igualdad social, millones de mexicanos adultos no han terminado la educación básica, carecen de una buena atención médica, muchos mexicanos aún viven en la alta marginalidad con ingresos por debajo de lo indispensable para sobrevivir, narcotráfico, corrupción, impunidad y criminalidad son el vocabulario cotidiano de los mexicanos. Los espacios de recreación dignos para vivir mejor solo son para unos cuantos como en la época Porfirista. En cuanto a nuestra apreciada libertad está secuestrada y dí­a a dí­a luchamos por defendernos de los que intentan a través de las leyes someternos. En materia electoral, elecciones con resultados pactados en los tribunales en quebranto de la voluntad popular; o sea ¿hemos cambiado?

Graciela Machuca

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