A muchas personas, que hemos llegado a residir a esta ciudad, quizá nos llame la atención, su historia, sus leyendas y sus selvas, de un pasado relativamente reciente. Aquí­ han nacido nuestros hijos y aún los nietos, pero pocos sabemos del pasado de estas tierras. En este artí­culo sólo quisiera recordar algunas partes de la historia de la zona centro del estado de Q. Roo, que fue escenario de acontecimientos importantes, como las luchas y resistencias de los indí­genas mayas, contra la humillación y explotación de la que fueron objeto desde la conquista de la pení­nsula de Yucatán por parte de los espaí±oles; y en consecuencia motivo de los cambios sociales, culturales y económicos, que actualmente vivimos.

Todo comenzó desde los viajes aventureros de don Cristóbal Colón en 1492, cuando llegaron a algunas islas del caribe, y que posteriormente fueron poblando o más bien adquiriéndolas a la fuerza y expropiándolas a los naturales, es decir a sus dueí±os; tales como las islas de Cuba, Santo Domingo, y otras. En 1517, se inició la conquista de la Pení­nsula de Yucatán, con la expedición de Francisco Hernández de Córdova, a quien no le fue bien, ya que fue recibido agresivamente y derrotado por parte de los indí­genas. En 15l8 salió de Cuba una nueva expedición, al mando de Juan de Grijalva, trayendo como capitanes a: Pedro de Alvarado, Alonzo de ívila y Francisco de Montejo; quienes bordeando la pení­nsula llegaron a Tabasco y nuevamente regresaron a Cuba, teniendo siempre encuentros de combate con los indí­genas mayas. Don Francisco de Montejo, solicitó y obtuvo por su cuenta y riesgo, permiso de conquistar Yucatán para el Rey de Espaí±a. Inició su cruzada en 1527, saliendo de la isla de Cozumel; Montejo ”el Adelantado», tuvo que viajar a la Nueva Espaí±a (actual Cd. de México) en donde se encontró con su hijo y sobrino (ambos del mismo nombre). El hijo y primo, después de la facilidades que obtuvieron del Virrey de la Nueva Espaí±a (don Antonio de Mendoza) en 1537, inician la conquista de la Pení­nsula, fundando la Villa de Francisco de Campeche en 1541 y posteriormente la ciudad de Mérida el 6 de Enero de 1542, en memoria de la Augusta Emérita, monumento antiguo romano en Espaí±a. Cabe aclarar que la situación que imperaba entre los mayas, en ese tiempo, era un estado de decaimiento cultural, social e inclusive religioso. Sólo habí­a tradiciones, destellos de una otrora gran civilización, que conservaban con recelo. Estaban divididos en agrupaciones sociales, conocidas como cacicazgos: tales como los Cocom, Cheles, Xiu etc; habí­a aproximadamente 10 cacicazgos durante la intervención de los espaí±oles, y entre ellos (quizá por supremací­a polí­tica y social) existí­an constantes conflictos:esto, facilitó su derrota en cierta manera; además de que durante este lapso algunos de estos se aliaron a los espaí±oles, sin pensar en el trato que posteriormente recibirí­an (dada la nula calidad moral de las personas que vinieron a realizar la conquista: aventureros, ambiciosos, vanidosos y sanguinarios dispuestos a obtener por la fuerza lo que no les pertenecí­a, escudándose en la religión practicada con tintes fanáticos). Por otro lado en Europa habí­a competencia entre las grandes potencias de la época, quienes también buscaban supremací­a, económica, polí­tica, militar, y les interesaba conquistar más tierras para sus propios fines; por lo tanto, los viajes de Cristóbal Colón y los posteriores a estos, ya vení­an con alevosí­a y ventaja. Inclusive, don

Cristóbal en su supuestas ”memorias» refiere que el fin principal de sus viajes era encontrar oro. Obviamente, no encontraron en la Pení­nsula, gran cantidad de este material, dado que, en la Gran Civilización Maya (a la que nos hemos referido en otros artí­culos) al oro se le daba un carácter simbólico-religioso, por su extraordinaria composición material, así­ que, cuando ellos se referí­an a ”cuerpos de oro puro» se referí­an a una perfección espiritual.

Como dato olvidado y por muchos desconocido, referiré un segmento muy resumido pero que tiene que ver con ciertas actitudes de los espaí±oles: poco después de que don Cristóbal Colón descubriera parte de este continente, el papa Borgia Alejandro VI, en su celebre Bula ”Intercoeteris» del 4 de Mayo de 1493, autorizó de hecho la invasión de tierras recién descubiertas, estimulando y organizando este tipo de empresas (la de las conquistas); con el propósito de que el territorio de nuestro continente (o partes del mismo) pasaran a dominio del paí­s que la realizase, así­ como el disfrute de sus principales riquezas, con el mismo derecho otorgado a los hombres notables que formaran parte de las huestes conquistadoras.

Con esa justificación, tan pronto los conquistadores poní­an pie en el territorio que conquistaban, el jefe de la expedición les leí­a a los indí­genas indicaciones raras y extravagantes, haciéndoles saber que el papa, como representante de Dios, habí­a donado aquel paí­s a los monarcas espaí±oles y que si ellos no se sometí­an voluntariamente, les harí­an la guerra, se les reducirí­a a la esclavitud y se le despojarí­a de sus haciendas y hasta de sus mujeres. Aunque los mayas no entendí­an el idioma espaí±ol, si entendí­an el argumento de la fuerza y de los sucesos que vendrí­an después. Con este argumento y basándose en la Capitulación de Granada, llevada a cabo en 1526, entre el Rey y don Francisco de Montejo, se le autorizó a este último a introducir la esclavitud de los naturales que se negasen a aceptar la soberaní­a del rey, por lo que Montejo comenzó a implantarla en Yucatán, distibruyendolos entre sus compaí±eros y amigos y de inmediato comenzaron a explotarlos sin compasión… (Continuará)

Graciela Machuca

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *