El aí±o próximo pasado se celebró en Chetumal la LXXXII Asamblea Nacional de la Federación de Colegios de Arquitectos de la República Mexicana organizada de manera exitosa por el prestigiado Colegio de Arquitectos de Quintana Roo, A. C. Previo a este evento tuve la fortuna de conocer personalmente al artista Emmanuel Cruz, gracias al anfitrión, Licenciado Marco Estivalet, quien se disponí­a a preparar una colección de pinturas alusivas a la cultura maya y de esta forma engalanar más el evento. Sorpresivamente en unas cuantas semanas antes de la inauguración, Emmanuel entregó su obra de manera oportuna, exhibiéndose a finales del 2007 en el Museo de la Cultura Maya de Chetumal. El éxito de su exposición fue tal que se volvió a presentar a principios de 2008 en otra sala del mismo museo.
Emmanuel no es un pintor común, es excepcional, joven, educado, con propuestas e ideas nuevas, artista plástico nacido en la pluviosa Xalapa, en el estado de Veracruz. Egresado de la Universidad del estado que lo vio nacer cuenta con apenas 28 aí±os de edad. Carga consigo una magna obra que lo ha llevado a exponerla en diversas ciudades de México y el extranjero.

Pese a su juventud, al artista no sólo pinta, sino piensa en el tema e incluso se desplaza hacia los lugares donde se localizan las formas y los objetos de lo que serán sus creaciones, por ejemplo, para preparar la exposición de Chetumal, se trasladó a Quintana Roo a las comunidades mayas y a los sitios arqueológicos para involucrarse en la cultura y en especial en la cosmovisión ancestral. Acompaí±ado del artista gráfico Marco Estivales, observó los monumentos arqueológicos, entró a los templos y caminó sus pasillos, tocó los muros, subió las escalinatas de las pirámides, habló con los especialistas, se entrevistó con los indí­genas, escuchó su idioma y sus leyendas, hubo un cruce de culturas y de ideas que le permitieron entablar un diálogo consigo mismo hasta darle forma a la obra final, la cual culminarí­a con el nombre de Corazón y Rostros Mayas.

Así­ fueron apareciendo los diversos temas de la exposición con subtí­tulos como «Orgullosa Identidad», «Cruz Parlante», «Kinich Ahau», «Raí­z de la Creación», «Orgullosa Dignidad» y otros más.
La cromática de azules y negros se arremolina entre dibujos y fotografí­as que logran confundir al observador cuando es una y cuando es otra, o ambas a la vez.

Emmanuel exalta los valores culturales de los mayas basado en la sabidurí­a y el humanismo que caracteriza su cultura. Es capaz de identificar el semblante de un anciano tanto como el de una mujer o el de un nií±o. Le gusta jugar con los colores caribeí±os entretejiéndolos con las formas mayas.

Toda su obra es bella, cuando uno la admira se siente lo que el artista quiso expresar. En lo personal la que más me impactó fue la forma de comunicar el ocaso del dios Kinich Ahau, se observan las fauces del monstruo de la tierra abiertas de las que emerge la deidad con semblante jaguaresco al descender por el horizonte con la escasa luz que va desapareciendo a medida que la tarde cae.

Finalmente logra descubrir la cosmovisión desde los orí­genes hasta el Cristianismo mediante el culto a la cruz.
Emmanuel Cruz consiguió lo que quiso, expresó lo que sintió y vio, es un leal comunicador sensible debido a su excepcional grado de percepción del mundo que lo rodea. Con esto, quienes tuvimos el privilegio de conocerlo aprendimos a apreciarlo y a valorar su obra, tanto como su sencillez, modestia y amplio conocimiento de su bella profesión.

Graciela Machuca

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